lunes, 24 de marzo de 2014

Palabras olvidadas.

Sobrevivimos con cierta dignidad a las malas palabras, negativas, amargas y tóxicas. 
No, en estricto rigor ninguna palabra es mala sino la inflexión, el tono, la intencionalidad con que se la esgrime como un cuchillo directo a la yugular, como una espada al fondo del hueso, como un disparo a quemarropa. 
La intención, destruir exponencialmente. 
Pero se nos ha dado una defensa. 
Un muro inquebrantable. 
Las mismas palabras a la inversa, esgrimidas con afecto, compasión, ecuanimidad. 
Frente a la frase “me ofendiste” oponemos “perdóname”. Al “me abandonas” decimos “volveré pronto”. “Te detesto” preguntamos “¿puedo ayudarte?” “Me has defraudado” contraponemos “te restituyo lo que pidas”. “Me equivoqué”, “disculpa mi olvido”, “te concedo”, “he cometido un desatino” y otras semejantes construyen puentes y derriban argumentos falsos. 
No hay oposición a la voz pacífica, a la mansedumbre; no hay quien resista una palabra dicha con delicadeza y con sincera empatía. 
El que se humilla controla la situación y la define, el que baja la voz puede salir airoso. 

 Ah!, el ego. Esa especie de gigante blofero que nos cuenta historias, mitos, falacias, nos grita fuerte, amenazando con derribarnos y a veces –temerosos- nos dejamos intimidar. 
Desde niños se nos enseña defensa, derechos, réplicas, somos especialistas en “la última palabra” o el “punto final”. El ego nos miente con susceptibilidades mezquinas y en un arranque de valentía barata osa reclamar como Caín “¿acaso soy yo guarda de mi hermano?”, sin comprender que siempre la respuesta es afirmativa, que somos la palabra pacífica que evitará la sangre derramada. 

Hoy fui testigo de eso y me alegré como se alegran los niños cuando llega el padre con algún regalo a casa. 
El hombre se erigió frente a las preguntas incisivas con un “perdóneme, fue un descuido de mi parte” cara a toda la asamblea. Hoy supe que no se ha perdido nada, ni las palabras correctas se han olvidado, ni la decencia está en retirada. La política del mundo no ha logrado mellar la hermandad, el ego se esfumó como desaparecen las pesadillas frente al sol del amanecer.

Por un instante la unidad de la iglesia fue eso, lo que Jesús pidió se hizo tangible.

Y me siento privilegiada porque estuve ahí. 







(Dedicado a R. I. con admiración).

viernes, 21 de marzo de 2014

Leer en viaje.

Un libro es un viaje interestelar con el cuerpo pegado a las baldosas.
Un libro es un sueño con los ojos abiertos. 
Un libro es una aventura con asiento en primera fila. 

Los habitantes de espacios urbanos tienen la posibilidad, algunos la toman, otros prefieren dormir (que no está mal) o escuchar música (que tampoco está mal, claro que no). 
Cuando viajo observo los rostros de los que leen. 
Tienen un brillo intenso en los ojos, una ansiedad en el labio inferior, se me figura que las manos van a volar, cuando nos miran pareciera que están perdidos, como si volver al espacio pegado a la tierra fuese un desencanto insuperable. 
Me siento confiada cuando voy al lado de alguien que lee. A veces espío de reojo, habitualmente es alguna novela, habitualmente es alguien joven. 

Eso me alegra, me da esperanza en el futuro de la ciudad, mientras haya lectores habrá cordura (creo).  


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Ninguno tenga en poco tu juventud, 
sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, 
conducta, amor, espíritu, fe y pureza.   

Mientras llego, 
ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza.

1 Timoteo 4:13 

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(Fotografía de Su Blackwell)

lunes, 17 de marzo de 2014

Hoy tembló.

Si no somos el país más sísmico del mundo, andamos re’ cerca. 
Todos los días se nos mueve el piso en cualquier lugar, Norte, Sur, Centro, la tierra no discrimina. 
Como lo expresa un dicho común “a todo se acostumbra el ser humano”, los movimientos grado 6 ya ni nos sorprenden. Más aún, seguimos la rutina sin señales de correr hacia donde sea. 
Cada chileno (a) tiene incorporado en su ADN este “temblequeo” como parte de la idiosincrasia. 
Pobres extranjeros, la pasan negra…bueno, hasta que se acostumbran. 

Las inmobiliarias siguen construyendo en altura con una fe envidiable. La gente compra departamentos sin reservas preocupados del  “¿ cómo lo vamos a financiar ?”  y, dispuestos a soportar el vaivén de cada día. 

¿Será como Jesús dijo que sucederá antes que regrese: y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares? (Mateo 24:7) 



lunes, 10 de marzo de 2014

Impuntual.

Nunca llegó a tiempo a ninguna parte. 
El día de su funeral esperamos más de dos horas, según explicó su familia, había ordenado que nadie la viera sin acicalarse como es debido, causa primaria de la impuntualidad.
- ¡ Jamás saldré a la calle sin maquillaje !, me dijo un día. 
Cuando se dignó a aparecer hasta el clérigo se había dormido en un asiento, el cementerio había cerrado y las plañideras ya no tenían lágrimas.



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Hay una temporada para todo, 
un tiempo para cada actividad bajo el cielo. 
Un tiempo para nacer y un tiempo para morir. 
Un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar. 


 Eclesiastés 3:1-2 


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jueves, 20 de febrero de 2014

Té chai (masala), tarde de verano.


Mi amiga de milicia , por la que rogamos diariamente, ha venido a casa como una brisa asiática refrescante para un día de sol de este pleno verano. 
No podía ser una ocasión más propicia. 
De pronto la casa se llena de risas, otros han venido del Sur, toda una conjunción para un momento breve, intenso y placentero. 
J. me sugiere que hagamos té chai. 
Yo, neófita de esas exquisiteces me dispongo a aprender, total, me digo, si no me gusta podemos recurrir al típico mate con menta-poleo-cedrón-cáscara de limón, hecho infinidad de veces. 

A pedido del respetable lector -lectora, quiero compartir la receta de este descubrimiento. 
Naturalmente en la improvisación nos faltaron algunos ingredientes, pero igual disfrutamos una exquisita bebida, mejorarla es cosa de tiempo, ir probando qué le ponemos o sacamos. 
Animaos a degustar. 

Té masala, receta : 

- Té negro (este es el que más me gusta, pero puede ser de otro), dos cucharadas. 
- 1 trozos de canela, es mejor en pedazos, aunque si no hay vale la molida. 
- Jengibre fresco, unas dos tajadas picadas finas. 
- 2 vainas de cardamomo (o poquito molido). 
- 3 Clavos de olor, 
- 1 estrella de anís. 
- 1 litro de agua hirviendo. 

Preparación: 
Colocar sobre el agua las especias (el té no), hervir unos 10 minutos a fuego lento. 
Apagar el calor. 
Agregar el té y reposar por 5 minutos. 
Se puede beber con leche o solo, frío o caliente, con azúcar o algún endulzante de su preferencia. 
Sencillo y delicioso. 

Les comparto algunos links con recetas variadas y algo de referencia. 


http://www.directoalpaladar.com/otras-bebidas/receta-de-te-chai 
http://www.enbuenasmanos.com/articulos/muestra.asp?art=1894 
http://www.sabrosia.com/2012/06/haz-tu-propio-te-chai/ 
http://es.wikipedia.org/wiki/Masala_chai 
http://www.guioteca.com/cultura-india/aprenda-la-receta-del-delicioso-te-chai-indio/ 


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En fin, 
únanse todos en un mismo sentir; 
sean compasivos, 
misericordiosos 
y amigables; 
ámense fraternalmente.

1 Pedro 3:8

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lunes, 17 de febrero de 2014

Pequeños timos.


Sonido del timbre en mi puerta.
Un muchacho con cara de “urgido”.
-Soy de aquí de la vuelta, mi abuela está en la Posta de Urgencias -dice de corrido-, necesito unos tres mil pesos para irla a buscar en taxi.
-¿…?
- ¿Me puede prestar?, yo se los vengo a devolver cuando vuelva con ella. Le juro que se los devolveré.
Por alguna extraña razón, le creo.
Abro el monedero y le extiendo los billetes.
Él feliz, agradecido, contento.
Hasta ahí todo bien.
¿Volverá a devolvérmelos?

Tres horas después de nuevo el timbre.
El mismo muchacho.
¡Qué bueno!, pienso, me viene a devolver el dinero, mi fe en el ser humano no ha sido defraudada. -Disculpe que la moleste pero me ha faltado dinero y tengo que pagar la carrera del taxi. ¿Me puede prestar dos mil más?
¿Dónde está el taxista?, le pregunto con cierta desconfianza.
-En mi casa, aquí a la vuelta, está esperando.
Miro la vereda, diez pasos para llegar a la esquina.
Camino junto a él.
-Ud. no confía en mí, dice con reproche.
-Me han engañado muchas veces, le digo.

Sí, como ustedes se imaginan, en su casa no había taxi ni taxista.
Tal vez ni siquiera abuela.
Obvio que no lo he vuelto a ver.
Mi fe ha sido defraudada una vez más, pero les aseguro, volveré a caer, porque una no quiere rendirse a la evidencia que ciertos seres humanos hacen del timo un estilo de vida.



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Jesús le dijo:
Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 

Marcos 9:23

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jueves, 13 de febrero de 2014

Sexo, motivo de vida.

“El mejor gancho comercial 
apela a tu liberalidad 
toca tu instinto animal 
rozando la brutalidad.” 


La crisis de mi amiga M. llegó sin ruido, sin una pizca de condescendencia para su ingenuidad. 
De sopetón supo que su marido tenía “otra”. 
No, digo mal. 
“Otras”. 
En su bucólica existencia, M. nunca sospechó que su amor era insuficiente para refrenar el coctel de hormonas masculinas, ocultas con disimulo en múltiples conquistas. 
Una llamada telefónica, indiscreta y cruel.Supuestamente “para que abras los ojos y veas la realidad”. 
Quizás M. no quería la verdad. 
Quizás quería seguir en su burbuja apacible. 
Rota la inocencia jamás puede componerse. 
No hay remedios que calmen. 
Cruel, difícil trago amargo. Hasta el fondo del vaso. 
Sin anestesia. 

Su marido, tal vez aburrido de engaños y subterfugios, tal vez molesto por la candidez de su mujer, reconoció todo. 
Es solo sexo, le dijo con cierto cinismo. 
Desde novios le había sido infiel. 
Aventuras, conquistas, enamoramientos breves, seducido-seduciendo. 
La historia de M. es común a muchas. 
No por común es menos dolorosa y abyecta.


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 Uno es tentado cuando se deja llevar 
por un mal deseo que lo atrae y lo seduce. 
Luego, el deseo malo da a luz el pecado, 
y el pecado, una vez que ha crecido, 
conduce a la muerte. 

Santiago 1:14-15 


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lunes, 3 de febrero de 2014

Placer, motivo de vida.


Éramos vegetarianos y de pronto nos volvimos carnívoros. 
Hasta los 30 años mi tío era abstemio y se volvió alcohólico. 
En las fiestas patrias se comió carne y empanadas por todo lo que no comemos en el año. 
Regalamos en navidad. 
Abrazamos en año nuevo.
¿Qué nos motiva a mantener el statu quo o cambiar? 
¿Qué nos motiva a adquirir nuevos hábitos? 

Hoy visité un enfermo. 
Dice que tiene 40 enfermedades. 
Ni esas dolencias le hacen cambiar sus hábitos alimenticios. 
Me cuenta que hace unos días comió un estupendo trozo de costillar, acompañado de un buen vino y en la tarde un trago de whisky –por cierto-, ninguno permitido por el galeno de su confianza. 

¡Ah, el placer! 
Sibaritas con diabetes, gota, hipertensión, deambulando de médico en médico, feligrés de cuánta farmacia se instale en el barrio. 
Golosos lamentando que “solo me permiten comer lechuga, como si fuera pájaro, ni un trocito de torta siquiera”. 

El placer, poderoso motivo para vivir.


 




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Su dios son sus propios apetitos 


Filipenses 3:19 
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miércoles, 22 de enero de 2014

Otras humillaciones.

Estoy en la fila del banco. 
Un hombre anciano se acerca a la caja. 
Espera algo. 
Es pequeño, usa camisa abotonada a pesar del calor, el pelo con gomina, formal y sobrio. De pronto alza la voz venciendo la timidez, resuena el espacio aséptico y silencioso: “he hecho fila por años, a mi edad ya es difícil esperar media hora, señor…“ (se dirige al cajero) 
El hombre de la caja lo mira con cierta indiferencia, “tiene que esperar”, le dice ásperamente. 
El anciano vuelve a protestar, alguien de la fila le cede el lugar, todos nos sentimos incómodos, la humillación ajena es casi tan dolorosa como la propia. 
Alguien de la fila también levanta su voz, apoyando. 
Antes que se arme un enredo y aparezca el jefe, el cajero llama al anciano, cuenta uno a uno los billetes, lentamente, como si atendiera a un niño. A estas alturas, con el dinero en sus manos, el anciano recupera la ecuanimidad, se retira dando gracias tímidamente. 


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El humilde se alegrará de nuevo en el SEÑOR 
y los necesitados encontrarán felicidad en el Santo. 
El dictador dejará de existir, 
el arrogante no permanecerá… 

Isaías 29:19 
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jueves, 9 de enero de 2014

Vértigo de Año Nuevo.


Da un poco de vértigo. 
Visito una amiga en el 11 piso de un edificio, miro la ciudad desde la altura, la lejanía, la permanente trayectoria de los seres humanos, el complicado e imparable movimiento de la capital. 

De regreso a casa observo un calendario que he colocado frente al PC y tengo la misma sensación, vértigo. 
365 días (menos 9), todos nuevos, llenos de eso que vi desde las alturas,  esperanzas, carreras, expectativas, tránsito continuo, luchas, cambio...


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“…una cosa sí hago: 
me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, 
y me extiendo hacia lo que está adelante;
 ¡prosigo a la meta, 
al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús! 


Filipenses 3:13
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