lunes, 17 de febrero de 2014

Pequeños timos.


Sonido del timbre en mi puerta.
Un muchacho con cara de “urgido”.
-Soy de aquí de la vuelta, mi abuela está en la Posta de Urgencias -dice de corrido-, necesito unos tres mil pesos para irla a buscar en taxi.
-¿…?
- ¿Me puede prestar?, yo se los vengo a devolver cuando vuelva con ella. Le juro que se los devolveré.
Por alguna extraña razón, le creo.
Abro el monedero y le extiendo los billetes.
Él feliz, agradecido, contento.
Hasta ahí todo bien.
¿Volverá a devolvérmelos?

Tres horas después de nuevo el timbre.
El mismo muchacho.
¡Qué bueno!, pienso, me viene a devolver el dinero, mi fe en el ser humano no ha sido defraudada. -Disculpe que la moleste pero me ha faltado dinero y tengo que pagar la carrera del taxi. ¿Me puede prestar dos mil más?
¿Dónde está el taxista?, le pregunto con cierta desconfianza.
-En mi casa, aquí a la vuelta, está esperando.
Miro la vereda, diez pasos para llegar a la esquina.
Camino junto a él.
-Ud. no confía en mí, dice con reproche.
-Me han engañado muchas veces, le digo.

Sí, como ustedes se imaginan, en su casa no había taxi ni taxista.
Tal vez ni siquiera abuela.
Obvio que no lo he vuelto a ver.
Mi fe ha sido defraudada una vez más, pero les aseguro, volveré a caer, porque una no quiere rendirse a la evidencia que ciertos seres humanos hacen del timo un estilo de vida.



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Jesús le dijo:
Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 

Marcos 9:23

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Anónimo dijo...

Esa es mi historia. Caí con el "cuento del tío". Cuidate.
Eva.

Fernando dijo...

Eres buena, Ojo Humano, porque yo no le habría dado ni 1 céntimo.

Otra cosa es la gente que te para por la calle y te pide algo, lo que le puedas dar: hay que saber ver cuando lo necesitan de verdad. Pero que alguien llame a tu puerta y te pida una cantidad concreta es para echarse a temblar.

No sólo fuiste buena, también valiente por acompañarlo por la calle: podría haberte quitado el bolso, o algo así.

ojo humano dijo...

No es que una sea bueno, creo yo, ellos son muy hábiles para engañar.
Gracias por tus palabras, Fernando.

Silvia Parque dijo...

Yo creo que mejor el riesgo de caer en el engaño al riesgo de no apoyar a quien lo necesita. Creo que no está mal dar a personas que cuentan mentiras porque necesitan el dinero de cualquier modo; incluso pasarla bien es una necesidad... Yo sé que el dinero no se da en los árboles, pero mientras se pueda dar algo que una no se está quitando de la boca :) Sin embargo, cuando voy en el camión y oigo embustes que ahora me resultan de lo más evidentes y veo a personas que se ven de pocos recursos darle algo de lo que tienen al otro, me parece abusivo y feo.