lunes, 3 de febrero de 2014

Placer, motivo de vida.


Éramos vegetarianos y de pronto nos volvimos carnívoros. 
Hasta los 30 años mi tío era abstemio y se volvió alcohólico. 
En las fiestas patrias se comió carne y empanadas por todo lo que no comemos en el año. 
Regalamos en navidad. 
Abrazamos en año nuevo.
¿Qué nos motiva a mantener el statu quo o cambiar? 
¿Qué nos motiva a adquirir nuevos hábitos? 

Hoy visité un enfermo. 
Dice que tiene 40 enfermedades. 
Ni esas dolencias le hacen cambiar sus hábitos alimenticios. 
Me cuenta que hace unos días comió un estupendo trozo de costillar, acompañado de un buen vino y en la tarde un trago de whisky –por cierto-, ninguno permitido por el galeno de su confianza. 

¡Ah, el placer! 
Sibaritas con diabetes, gota, hipertensión, deambulando de médico en médico, feligrés de cuánta farmacia se instale en el barrio. 
Golosos lamentando que “solo me permiten comer lechuga, como si fuera pájaro, ni un trocito de torta siquiera”. 

El placer, poderoso motivo para vivir.


 




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Su dios son sus propios apetitos 


Filipenses 3:19 
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2 comentarios:

Fernando dijo...

Bueno, Ojo Humano, yo me siento muy reflejado en el post. Puedo ser fuerte en muchas cosas, pero no en la comida. Cuando me invitan a comer me propongo ser moderado, aunque sólo sea por educación, pero si el asado está bien hecho o las pastas son buenas, soy incapaz de frenarme.

Por eso me golpea fuerte Jesús, cuando anima a los discípulos a hacer ayuno. Para mí es muy difícil.

Me hace gracia que en Chile pase como en España: ¡¡todo lo celebramos comiendo y bebiendo!!

ojo humano dijo...

La comida es tan rica ¿no? Tener fuerza de voluntad es la tarea.
Bien que has regresado.