viernes, 23 de mayo de 2025

Se declaró humana.


Cuando la maestra le devolvió la libreta de calificaciones un nudo apretó su estómago. 
¿Cómo le diría a su madre que debería repetir el curso? 
Una marca indeleble en el tiempo, como un tatuaje que jamás podría borrar. 
Y no por flojera. 
Ni bajas calificaciones. 
Por inasistencia. 
Ella, la reina de la puntualidad, la entusiasta por el colegio, la que amaba hasta el olor azumagado de la biblioteca, estaba ahí, en medio de la sala, paralizada,  con un diagnóstico de futuro incierto. 
Sus compañeras irían a otra sala, estaría con menores, todo un año perdido…y lo peor, por inasistencia.

Fue la primera de muchas veces que percibió el fracaso y le supo desazonado, gris, triste, decepcionante de su limitada capacidad.
Se prometió  que nunca volvería a ese sabor extraño. 
Pero volvió.  Y no pocas veces.  
Se embarcó en proyectos absurdos, caminó bordes peligrosos, noches en vela, esas veces  cuando no sabes si podrás volver a dormir o ese desvelo te llevará más allá del alba; inversiones inútiles, pérdidas de seres amados, ausencia de amistades entrañables. 

Aprendió que todo se puede perder y poco a poco se resignó  a la realidad. 
A los veinte la energía brota como  un manantial.
Pronto descubriría su finitud. 
Humana como el resto de los humanos, frágil e inconstante, sujeta a limitaciones no solo de espacio-tiempo, sino a imprevistos y contingencias arteras. 

Un día olvidó una olla en el fogón, el olor  que  impregnó la cocina fue el grito de alarma. Las verduras estaban negras al igual que el fondo de la olla. 
Extraviar las llaves, tener un alto de libros pendientes sobre la mesa de noche, guardar carpetas y más carpetas con fotografías sin clasificar, olvidar un nombre o llegar tarde a una reunión son pequeños fracasos que le costó digerir.

Dicen que "mal de muchos, consuelo de tontos";  he visto reflejado mi propio acontecer en ella y en muchos de mis conciudadanos. Tropezamos con la misma piedra, aceptamos lo que un día desechamos.
¿Desidia?
¿Inercia?
O ¿solo es la fragilidad de la que estamos hechos?

La visito en su departamento. Tomamos té con galletas.
Su mano roza la taza con delicadeza y me dice bajito, "no dejes de visitarme" 
*


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«Señor, 
ayúdame a comprender 
lo corto que será mi tiempo en la tierra. 
Ayúdame a comprender 
que mis días están contados 
y que mi vida se me escapa de las manos.

Salmos 39:4 NBV

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(Dedicado a Z.)




viernes, 2 de mayo de 2025

Arroz con leche para 30 personas.


Fui invitada a una reunión de treinta personas. 
Mi misión era llevar arroz con leche, para las treinta, se entiende.
Aunque fui "cuatrera" en matemáticas, multipliqué  las medidas y alcanzó holgadamente para todas.

En Chile no se adiciona almidón de maíz, pero le puse unas cucharadas al final y resultó mucho más cremoso.

Ingredientes.
1 kilo de arroz, el más común.
3 litros de agua.
2 litros de leche entera sin lactosa (en beneficio de los que sufren restricciones).
1 lata de leche condensada
500 grms. de azúcar.
2 trozos de canela en rama
4 clavos de olor insertos en la cáscara de una naranja.
3 cucharadas de maicena.
30 pocillos bonitos. 
1 paquete de canela molida para adornar a gusto.
1 olla grande. 

Cómo lo hice.
1.- Lavar el arroz y dejarlo reposar un tiempo en 3 litros de agua fría.
2.- Cocer el arroz con la canela en rama, los clavos y la cáscara de naranja.
     Cuidar cuando empiece a hervir de bajar la llama y a fuego suave revolver  hasta que esté bien cocido.
3.- Retirar las especias.
4.- Colocar el azúcar, revolver lentamente con el fuego muy suave, adicionar las leches y seguir revolviendo un par de minutos hasta integrar.
Antes de apagar colocar  la maicena  disuelta en agua. 
5.- Lo serví a temperatura ambiente porque el otoño nos ha visitado con frío anticipado. 
Si estás en verano se puede guardar en el refrigerador y dura varios días. 
6.- Para los que deseen se puede espolvorear canela, aunque no es del gusto universal. 

Mis amigas no dejaron ni un granito de muestra. 
Guardo esta receta para cuando le toque a otra, el año promete buena compañía;  algo sencillo y suculento siempre alegra el alma.
¡Disfruta!
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Así que, si ustedes comen o beben,
 o hacen alguna otra cosa, 
háganlo todo para la gloria de Dios.

1 Corintios 10:31 RVC

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