viernes, 20 de marzo de 2020

COVID-19 (corona-virus)

Tan pequeño, invisible a nuestros ojos y mira tú, tiene a todo el mundo de cabeza;  se mueve libremente tanto en un palacio como en el hospicio,  sin ganas de ser atrapado, jugando a las escondidas en los objetos y buscando las habitaciones humanas para crecer misterioso dentro de ellas.
Como un inmigrante que entra en puntillas y luego se adueña de toda tu casa, moviéndose con rapidez y certeza, alimentado por el escalofrío y el miedo.
Y nosotros creíamos que las cosas pequeñas eran insignificantes.
Y nosotros que teníamos esa agenda inamovible.
Estábamos seguros que el poder está en una abultada billetera, una larga cabellera rubia y un cuerpo cimbreante.
O millones aplaudiendo en conciertos jadeantes.
O el grito en la bolsa de valores en alza.
O esa cantidad de acres donde pasta un incontable ganado.
O poseer una torre de departamentos que traspase las nubes.
O… (Aquí puedes usar tu imaginación).

El COVID-19 toca todo eso y no le importa; tal vez hasta se ríe de nuestra ingenuidad.



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Cuando Jesús los oyó, les dijo: 
«La gente sana no necesita médico, los enfermos sí». 
Luego añadió: 
«Ahora vayan y aprendan el significado de la siguiente Escritura:
 “Quiero que tengan compasión, 
no que ofrezcan sacrificios” 
Pues no he venido a llamar a los que se creen justos, 
sino a los que saben que son pecadores».

Mateo 9:12-13
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2 comentarios:

R's Rue dijo...

Praying.

ojo humano dijo...

R's Rue, amén.
Praying.
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