viernes, 2 de febrero de 2018

Placeres del verano.

Tú, oh Dios, eres mi rey desde hace siglos,
traes salvación a la tierra.
Tanto el día como la noche te pertenecen;
tú creaste el sol y la luz de las estrellas.
 Estableciste los límites de la tierra
 e hiciste el verano, así como el invierno.
 
(Salmos 74:12, 16-17 NTV)



La mezcla de libros ha ido creciendo en mi velador.
Regalados, descargados de internet, comprados (pocos), todos pelean por un espacio para que la mano los acerque a la mirada, muestran su mejor cara, exhiben en el canto o la tapa el gran tema interior, anuncian las glorias del autor, se empujan unos a otros por la prioridad.

Cada libro sueña con un lector para cumplir el propósito de sus cortos 50 o 70 años.
La lectora se deja querer, como en una tienda de retail, prueba con uno u otro vestido (en el caso de la boda) y apenas elige uno, la oferta es amplia, el tiempo limitado, tanta ave volando, tanta flor brotando, tantas calles invitando, tantas campos por visitar ¡tan breve el verano por vivir!




(Ilustración, gracia de Sarah Wilkins)


4 comentarios:

Susana dijo...

aquí está nevando pero he sentido el verano. un beso

Fernando dijo...

Conforme con lo del verano breve.

Es verdad: cuando vas a la biblioteca pública o a la librería (tienda) parece como que hubiera una competencia para ver cuál llama tu atención. Miles y miles de libros interesantes que nadie leerá por exceso de oferta, mientras luego perdemos el tiempo leyendo bobadas. Por eso, cada vez más, si empiezo un libro y no me "caza" lo dejo a las pocas páginas.

Nieva en Madrid mientras tú pasas calor.

ojo humano dijo...

Susana, ruego a Dios pases un buen invierno.
Pronto ya viene tu verano.
Un abrazo.

ojo humano dijo...

Fernando:
Cuando pienso en nuestro próximo invierno, ruego a Dios no sea muy crudo. Y me preparo con algunos tips que ya he usado en el pasado, té con jengibre, calcetas de lana y otras riquezas.
Y, claro está, un mejor ánimo de disfrute. Me imagino que el invierno es como que te coloquen una inyección, mientras más relajado estés menos duele.
Eso sí, con la nieve somos enemigas acérrimas.
Dios te dé un bello verano.