lunes, 12 de octubre de 2015

Un hombre feliz.


Hoy conocí un hombre feliz.
No todos los días se topa una con alguien que responda al adjetivo.

Atiende un pequeño negocio de confites en las afueras de un hospital.
Le pedí un galletón de almendras (delicioso) mientras a mi lado un muchacho hablaba por teléfono “te envío un "watsá” dijo al interlocutor invisible.
El hombre feliz preguntó ¿qué es un "watsá"?

Bastó esa pregunta para que todos los que estábamos comprando quisiéramos ilustrarlo.
El quiosquero lanzó una carcajada contagiosa al ver nuestro interés en elogiar la modernidad.

No entiendo nada –dijo-, no tengo celular, teléfono, ni siquiera televisión. Salgo de mi casa y olvido los problemas del hogar. Cierro la puerta del negocio y olvido los problemas del quiosco. 
Su amplia sonrisa dejó a la vista unos dientes preciosos.
Y agregó "soy una persona agradecida de Dios, libre...  y feliz”.

Sin duda lo era.
Piel lozana, el pelo un poco cano, brillante, sus manos ágiles, su mirada sin astucia.
Alegre, sencillo  y amable.



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 Dichoso el que halla sabiduría,
el que adquiere inteligencia. 
 Porque ella es de más provecho que la plata
y rinde más ganancias que el oro.


Proverbios 3:13-14


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4 comentarios:

Susana dijo...

Que gran ejemplo a seguir. Un beso.

ojo humano dijo...

Susana, me alegré mucho de conocer esa persona.


Fernando dijo...

Qué bonito, Ojo Humano.

Me hizo gracia lo de que se va de casa y olvida los problemas de casa y se va de la tienda y olvida los problemas de la tienda. Es una buena regla.

Y si tiene a Dios y es libre ¿qué más puede necesitar?

ojo humano dijo...

Realmente es bueno no andar con la mochila de problemas por todas partes.
Una persona agradecida de Dios es un gran plus, independiente de su trabajo o estatus social.