
Eres la esperanza del mundo.
No una esperanza.
La última esperanza.
No hay otro que guarde tantas versiones de la Biblia en su biblioteca. Y en su cerebro.
Nunca mientes.
Eres el que no toma prestado.
Prestas.
Das.
Regalas al que no puede corresponder.
Eres el que sirve donde anda.
El que mantiene el nombre de Dios en el centro.
Pacífico.
Íntegro.
Una mano extendida para ayudar aun a los desconocidos.
Eres el que ofrece una buena noticia, un vaso de agua, un plato de comida.
El que no mezquina una sonrisa.
El que cura.
Visitas al enfermo en el hospital.
Eres el que ruega al cielo comprensión y gracia.
El que aprecia la belleza de la rosa y el canto del zorzal. De la mariposa que revolotea sobre la muralla.
Llamas por teléfono al amigo que ha sufrido una pérdida.
Viajas con el trabajador en transporte público.
Caminas al lado del anciano a su ritmo.
Conversas con el almacenero.
Hablas del reino de los cielos a quien desee escuchar.
De ningún modo hablas mal de alguien, menos del gobierno.
Bendices al que miras.
Eres la esperanza de los hombres.
La última esperanza.
Tal vez te crucifiquen.
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"... el Hijo del Hombre no vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos"
Evangelio de Mateo 20:28
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