Hidalgamente reconozco que soy una mujer incrédula.
Y no voy a culpar a mis antepasados, los medios, el mundo
o cualquiera de esos argumentos baratos que esgrimen los que no quieren asumir
sus flaquezas.
Sí, no me enorgullece en absoluto.
Lucho decididamente con mi desconfianza, pido perdón y ruego
cada día como aquel padre de la historia: “Creo, ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24)
Me ha impresionado esta fotografía. He ahí un hombre de
fe que espera confiado en medio de la nada para ganar algo de sustento.
Dios ayude, bendiga, prospere y aumente la fe de esos seres
honrados que esperan, como las aves, aguardan el sustento.
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“Ahora bien,
la fe es la certeza
de lo que se espera,
la convicción de lo
que no se ve.”
(Biblia de las Américas)
“Ahora
bien,
tener
fe es estar seguro de lo que se espera;
es
estar convencido de lo que no se ve.”
(Reina Valera Contemporánea)
Hebreos 11:1
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