viernes, 10 de diciembre de 2010

Lo que me gusta de diciembre (1)


Todos los días son bellos porque estamos vivos.
Pero hay tiempos extraordinarios, el 18 de septiembre –nuestra fiesta nacional-, el día de los niños, el cumpleaños de alguien, la navidad.

Ayer salí a comprar un pan dulce y las calles olían a las rosas, a hibiscos en todo su esplendor; ingresas a algún lugar y te reciben perfumes de lo más variado, canela, jengibre, damasco, cilantro, fruta confitada, es todo una fiesta para el olfato.

-¿Qué harás para Navidad?, le pregunto a mi amiga J.
-¿Con qué podremos agradar a  Jesús?

Lo que me gusta de diciembre no solo es la belleza de estar viva sino la perspectiva de cantar para Él hermosas canciones, celebrar que nació (sí, ya sé que no nació un 25 de diciembre, no cuestionemos, lo esencial es que vino), reconocer su sacrificio y compartir, quizás no hay mejor tiempo que éste para regalar las buenas nuevas de Cristo.



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Por aquellos días, 
el emperador romano César Augusto
decretó que se hiciera un censo de población 
en todos los territorios sometidos a su dominio.
Este primer censo se hizo 
en el tiempo en que Cirenio era gobernador de Siria.
Según las disposiciones dictadas para la elaboración del censo, 
cada cual tenía que acudir a su ciudad de origen 
para ser empadronado.
Por esa razón, José, que era del linaje de David, 
tuvo que viajar desde Nazaret, un pueblo de Galilea, a Belén, 
la ciudad de David, en Judea.
Fue allá para ser empadronado
juntamente con María, su esposa, que estaba encinta. 


Lucas 2
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jueves, 9 de diciembre de 2010

Símbolos.


Visitando a la hermana Jane,   me recibe a la entrada de su jardín  un hermoso árbol de Navidad…azul.  
Pródigamente decorado con luces ad hoc y bolitas brillantes. 
Hay en ese hogar y en sus moradores el deseo de agradar, de compartir, de un tiempo feliz para todo el que pase por esa calle.   
Cuando llegan estas Fiestas, se abre un espectro de opiniones diversas respecto del árbol, Santa Claus (o Viejito Pascuero), el pesebre, los magos, las canciones que se deben cantar,   opiniones que  -por cierto-,  tienen las mejores intenciones para educarnos o edificar a los oyentes. 
Particularmente no tengo nada en contra o a favor de los símbolos, creo que cada persona tiene los suyos, cada persona necesita asirse a algo tangible hasta que llega el momento de una iluminación mejor y prescinda de ellos…o los conserve como material didáctico. 
Si nos guiamos por opiniones personales, en estricto rigor, no deberíamos adoptar ningún símbolo, todos tienen alguna segunda lectura. 

Para algunos será la cruz, o la Biblia de “mi mamita”, el logo de su capilla, el báculo, un libro determinado, un pez dibujado de cierta forma, una bandera, el escudo familiar, la fotografía de un ser amado, unos dedos en v, en fin, somos seres de símbolos. 
Frente a la pregunta: ¿Deberían tener los cristianos árboles de Navidad?, leí por estos días un buen artículo del respetado Pr. John MacArthur, aquí:


miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ceda el paso.

Cuando alguien anda indignado por, tú sabes, tantas cosas que alteran a las personas, no falta el gracioso que dice “tómate un armonyl”, dicho que procede de un comercial de TV.,  exhibido hace algún tiempo.
Por esas cosas de la curiosidad humana (siempre miro la combinación de los productos) descubrí que uno de los componentes del armonyl es la melisa, planta que crece profusamente en mi jardín.
Aparte de la melisa, cuando alguien está irritado con una, descubrí que levantar las manos es un pequeño gesto tan poderoso que logra en pocos minutos  calmar los ánimos.
“No quiero pelear contigo”, le digo.
Si la provocación sigue repito: “No voy a pelear contigo”, mi decisión está tomada.



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El necio muestra en seguida su enojo,
      pero el prudente pasa por alto el insulto.

Proverbios 12:16
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Beneficios de la melisa aqui:
plantasparacurar.com/propiedades-medicinales-de-la-melisa/







martes, 7 de diciembre de 2010

Chile mineral.

Observo estas piedras, regalo de un minero nortino.
Cada vez que las observo levanto los ojos hacia la Cordillera de Los Andes y pienso en esos miles de hombres que  excavan la roca para extraerle algo de su corazón, la veta  que vindicará sus vidas y su esfuerzo. 
¿Qué es tan valioso en las piedras?
¿Su belleza escondida en la oscuridad de la tierra o la sangre que se derrama por ellas, los pulmones con silicosis o el brillo de las joyas que relucen a la luz del sol?

Hay misterios que no puedo entender. 
Tal vez porque no uso anillos en los dedos ni pulseras de oro o collares de malaquita. Ni siquiera esos aros de plata por los que algunas chicas deliran.
Dios escribió sobre piedras.
Extraño, ha sido una de las pocas veces que lo hizo personalmente.

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Y el Señor dijo a Moisés: 
Sube hasta mí, al monte, 
y espera allí, 
y te daré las tablas de piedra con la ley 
y los mandamientos que he escrito para instrucción de ellos.

Exodo 24:12
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¡Ah! ¿Cuándo volverá el minero que me  regaló estas piedras?
Esto es la nostalgia, soñar con un día posible, que se demora, cierto, pero vendrá.





sábado, 4 de diciembre de 2010

¿Qué es la humildad? (2)


 
Me lo he preguntado muchas veces y reconozco que no es tan fácil la respuesta. Especialmente cuando hay toda una filosofía de amplia difusión,  donde se valora el triunfo, la defensa de los derechos personales, no dejarse avasallar aun en la fila del banco o del supermercado, compensarse de cualquier atropello.
Ser humilde es casi un defecto de baja autoestima, piensan algunas personas.
El valor de la humildad se ha venido a confundir con gente pusilánime o de escasos recursos  que no tienen el coraje de vivir en el mundo posmoderno (eso dicen).  
¿Cómo hacerles comprender que a la larga es una gran aspiración, que la paz se construye también menguándose?
Muchas veces se pierde para ganar.  


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Porque así dice el Alto y Sublime
         que vive para siempre, cuyo nombre es Santo:
         Habito en lo alto y santo,
         y también con el contrito y humilde de espíritu,
         para vivificar el espíritu de los humildes
         y para vivificar el corazón de los contritos.

Isaías 57:15
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Humildad:

(Del lat. humilĭtas, -ātis).
1. f. Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.
2. f. Bajeza de nacimiento o de otra cualquier especie.
3. f. Sumisión, rendimiento.

(Diccionario RAE)

viernes, 3 de diciembre de 2010

¿Qué es la humildad?

María, la mamá de Jesús ha sido injustamente olvidada en los círculos evangélicos, tal vez por la excesiva adoración que se le da en otros círculos.
Sin embargo de esta santa mujer ha quedado en las Escrituras registrado un precioso canto de alabanza donde se destaca su espíritu humilde y obediente a Dios. 


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Mi alma glorifica al Señor,
  y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
 porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva.
   Desde ahora me llamarán *dichosa todas las generaciones,
 porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí.
      ¡Santo es su nombre!
  De generación en generación
      se extiende su misericordia a los que le temen.
 Hizo proezas con su brazo;
      desbarató las intrigas de los soberbios.
  De sus tronos derrocó a los poderosos,
      mientras que ha exaltado a los humildes.
 A los hambrientos los colmó de bienes,
      y a los ricos los despidió con las manos vacías.

Lucas 1: 47-53 (NVI)

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