Unas celebran con pavo.
Otros con asado y pan dulce.
Algunas regalan, otros reciben regalos.
Mi amiga E. sale a dar cena a las calles en nochebuena a los indigentes (recibe mi admiración).
Otros se acuestan a dormir, cansados de tanto trabajo, horas extra y demasías.
Algunos gastan miles de pesos en luces y energía para decorar árboles, ventanas, puertas o casas completas.
Otros apenas encienden una ampolleta en ahorro al gasto energético.
Algunos celebran por su fe.
Otros no lo hacen por la misma convicción.
Un querido amigo estaba bien triste porque descubrió que Jesús NO nació en diciembre.
Otro zanjó la cuestión “si nos hemos puesto de acuerdo en esa fecha –que por supuesto no estamos seguros-, nos respetaremos”, dijo tranquilamente.
No está mal tener un pino, una buganvilia o un gomero de adorno, no está mal comer pavo, lechuga o palta, yo aceptaría hasta una
ensalada de porotos con cebolla morada, no está mal recordar que somos cristianos –seguidores de Cristo- y que lo hagamos como nuestra cultura lo permita.
Lo mal está que queramos obligarnos unos a otros, a hacerlo o no hacerlo.
Tenemos mucho por celebrar.
A un hombre que nació.
A Jesús que vivió.
Al que resucitó.
Esa es nuestra fe, mi fe.
Somos libres para manifestar nuestras costumbres y creencias (todavía, gracias a Dios).
No necesito de una fecha particular para celebrar, ni un árbol o una comida, sencillamente lo hago para compartir con mis amigos, hermanos, vecinos eso que nos une como seres humanos.
Es verdad que a muchos les atrapa la desesperación por los regalos, la superficialidad y el consumismo, ¿no es eso un signo de los tiempos más que de una fecha particular?
Si mis amigas y amigos que se abstienen desean no celebrar, respeto esa decisión.
Mi amiga Vi. dice “a cada persona le amanece a diferente hora, depende a qué hora se levante”.
Ruego a Dios que tu Navidad sea gozosa, plena de la gracia de Dios, alegre en la alegría de los niños, solemne en las canciones y por sobre todo, llena de la Presencia Santa del Señor Todopoderoso.
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Hay quienes creen
que un día es más importante que los demás.
Pero hay quien considera que todos los días son iguales.
En cuestiones como estas,
cada uno debe estar seguro de lo que piensa.
El que guarda un día lo hace para honrar al Señor.
El que come de todo,
come para el Señor y lo muestra dándole gracias.
Pero la persona que no come de todo,
de esa manera trata también de agradar al Señor,
y también le da las gracias.
Nosotros no somos tan independientes
como para poder vivir
o morir para nosotros mismos.
Carta del Apóstol Pablo a los Romanos 14:5-7
(NBV)
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