viernes, 8 de febrero de 2019

Diferentes e iguales.

Mi perro es alérgico a todo.
Solo alimento de salmón, alérgico al maíz.
Sensible si me desaparezco un día, ayuna por completo.
Pareciera que mientras más debilidades tiene una mascota más extraña (y cara) e interesante la hace. Si no hubiese sido un regalo podríamos estar seguros que preferiría un kilterrier.
Mi madre siempre tuvo perros y eran eso, perros, una buena compañía y un detente para ladrones.
Los gatos para cazar ratones.
Las gallinas para poner huevos.
Este perro se cree mi hijo, las gatas juran que son humanas y ni hablar de las patas, no podría ni comer un trutro por muy sabroso que sea el pato laqueado.
Ay, tener mascotas es casi como tener hijos.
Yo soy común.
Una chilena anónima, si camino por cualquier calle nadie me mirará con extrañeza.
No sufro de gastritis, diabetes, hipertensión, gozo la primavera, aunque sea una primavera bipolar como la pasada, me gusta el calor en  verano y soporto con estoicismo el invierno, ni siquiera una alergia al polen de los plátanos orientales  o un simple resfrío que me haga un poquito interesante a los ojos de los otros, soy normal y fome. 

Mi amiga M. “sufre” (por decirlo así) porque descubrió que es alérgica al gluten, y lo exhibe como si fuera un don de ser humana especial, delicada como una fruta de uchuva, encapsulada en su insuficiencia.
Hubo una época en que todos queríamos ser iguales y había una lucha de poderes (¿?) para que la igualdad se impusiera como ley.
Ahora todos desean ser diferentes y exigen un trato  particular.
Qué complicado.


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Ustedes, hermanos míos, 
que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo, 
no deben hacer discriminaciones 
entre una persona y otra.

Santiago 2:1 (DHH)



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4 comentarios:

Silvia Parque dijo...

Lo bueno es querer ser una misma, única y con el mismo valor que tienen los demás :)

ojo humano dijo...

Así es Silvia, soy común y especial.
Cada una tenemos un círculo que nos rodea y nos ama, nuestro Dios ha hecho cada persona con un valor incalculable.
Y eso se respeta.

Susana dijo...

Yo también tengo un hijo gato. Un beso

ojo humano dijo...

Son una bendición los regalones.
Susana, he aprendido tanto de los animales y he tenido grandes alegrías con ellos.
Bien por ti que tengas un hijo gato.