viernes, 22 de junio de 2018

Fumar o no fumar, una cuestión costosa.

Mirando estas estadísticas recordé una viejísima canción que se usó hace un par de años en algún folleto,  justamente contra el tabaquismo,  "Fumar es un placer, genial..."

Para los evangélicos en Chile nunca hubo duda, fumar es malo para la salud y para el bolsillo.
Aun así, nuestro país no puede esconder su alta tasa de fumadores.
Alcohol y cigarrillo, non grata compañía.
Mi duda es ¿por qué somos adictos a eso que sabemos nos hará daño al organismo?

Estoy en la fila del súper. Una linda muchachita compra un paquete de cigarros, casi 10 dólares.
Me espanta el alto precio.
Y me apena percibir en su futuro esa piel lozana  opacada por el humo.

Supongo que cada persona sabe cómo quiere gastar su dinero.



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Porque la protección de la sabiduría 
es como la protección del dinero, 
pero la ventaja de conocer la sabiduría 
es que da vida a los que la poseen. 

Eclesiastés 7:12  

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viernes, 15 de junio de 2018

Santiago nevado.

Media hora de recreo.
Salimos a jugar, desde el presidente y su esposa hasta el friki que no abandona nunca su computadora. La nieve hace milagros en esta ciudad.
Venía todo en un paquete exprés, cielo vestido de negro total, lluvia, granizo, agua nieve y nieve.
Luego un sol radiante.
Por un momento nos dejamos envolver por la maravilla poco habitual en nuestros inviernos santiaguinos.
Gracias a Dios, agua no faltará este verano.


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"¿Tiene padre la lluvia?
¿Quién da a luz el rocío?
 rocío29 
¿Quién es la madre del hielo?

    ¿Quién da a luz la escarcha que viene del cielo?
30 
Pues el agua se convierte en hielo, duro como la roca,
    y la superficie del agua se congela."



Job 38:28-30


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viernes, 8 de junio de 2018

Lee poesía, hace bien para la salud.

" Lee, Señor mis versos defectuosos
que quisieran salir pero no salen:
ya ves que poco valen mis esfuerzos 
y mis desdichas ay qué poco valen."
Oscar Hahn

Ante la incredulidad que se extiende, leo poesía.
Descubro el corazón de David en los Salmos, de Salomón en los Proverbios, a Sor Teresa, a los poetas de la lluvia y del sol, antiguos y modernos, asiáticos, americanos, europeos.

El mundo se desconcierta con petitorios banales (tal vez no tan banales, todavía no está muy claro).
Leo poesía para resistir el precipicio.
Quiero estar en el centro, las orillas me aterran.
Los cambios llegarán, sin duda. Todo cambia, dice una canción y nuestro sentido común lo sabe por experiencia.
El mundo ha tenido transformaciones desde que es mundo, toda generación tiene derecho a tropezar con sus propias piedras y sacarse la mugre.
Llorar y vociferar está en nuestro ADN.
Esta vez nos toca a nosotros, la vorágine amenaza la seguridad, una incertidumbre se instala en la mente global  y se esparce a todos los rincones.

Leer poesía para soportar y salvarse de la locura colectiva.



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Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono
 un libro escrito por dentro y por fuera, 
sellado con siete sellos. 
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: 
¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 
 Y ninguno, ni en el cielo 
ni en la tierra, ni debajo de la tierra, 
podía abrir el libro, ni aun mirarlo. 
Y lloraba yo mucho, 
porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, 
ni de leerlo, 
ni de mirarlo. 

Apocalipsis 5:1-4

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viernes, 1 de junio de 2018

De adivinas y su fama.

En mi antiguo barrio vivía una adivinadora.
A su puerta llegaban autos y dueños de todo tipo de pelo, la fama es un soplo que traspasa cualquier condición social, más aún si somos un país adicto a lecturas proféticas, grafología, tarot, horóscopos, hojas de té y cuentos mágicos, entre otros.

La Sra. Bruni, la adivina, vivía con sus hijos –escolares todavía- y su hermano, Juanito, un muchacho afable y amistoso que le ayudaba en la crianza de los tres niños.
Cierto día vino a su consulta una joven, bastante apenada por la indiferencia de su amante. Doña Bruni le pidió una fotografía del susodicho para ver qué podría hacer en esas circunstancias. La muchacha sacó de su cartera un retrato, en ella la estampa de Juanito estaba más que clara.
Reponiéndose de la sorpresa doña Bruni le explicó la vida del joven con lujo de detalles y le aconsejó que lo olvidara pues estaba de novio con una mujer del barrio donde vivía. Nunca le reveló lo del parentesco. Obviamente la chica se fue con la impresión que aquella adivina sí que era verdadera.

 Así es como se construye la fama en este mundo.


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Que no haya en ti nadie 
que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, 
ni nadie que practique la adivinación, 
ni sea agorero, 
ni sortílego, 
ni hechicero,  
 ni encantador, 
ni adivino, 
ni mago, 
ni nadie que consulte a los muertos. 

Deuteronomio 18:10-11

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(Fotografía, Cordillera de Los Andes).