viernes, 22 de febrero de 2019

Dos mundos en un solo Chile.


Conocí el distrito de lujo en Santiago.
Día de verano, zapatos de marca (para no desentonar), ropa casual, agua para hidratar y nos enfilamos para el barrio cuico de la Capital.
Todo es absolutamente limpio, pareciera un templo católico de los antiguos donde había que entrar en puntillas, prados bien cuidados, guardias de seguridad de impecable uniforme azul, mínimo 2 metros, vitrinas minimalistas con vidrios triples, todo muy ‘Mainstreaming
Yass…

Ahí están los más bellos e incomparables diseños de Dolce & Gabanna, Louis Vuitton (apenas una carterita de muestra en vitrina) Gucci, Chanel, Rolex y un selecto etc...
Una joven que parece Miss Chile empinada sobre tacos mínimo 15 cms. (¿Guess o Blahnik?) regala unas espléndidas rosas blancas en un pasillo…y son naturales (las rosas).
No pertenezco a este mundo, mi tarjeta de crédito no tiene muchos ceros a la derecha, pero lo disfruto... mucho.
Cuando observo un inusual amanecer o una portentosa puesta de sol en la playa, sé que no son míos, que durarán pocos minutos, es un tiempo magnífico, mientras dure es todo para mí.

Al día siguiente nos dirigimos al Persa Bío Bío.
Si tienes nariz delicada, no lo intentes, el perfume a orines te dará arcadas.
Callejones atiborrados de antigüedades, calles saturadas de personas intercambiando risas, chistes o música, ruido por todos lados, un chinchinero aporta lo suyo y mucha, mucha comida de todos los países inmigrantes.
Ninguna vitrina que obstaculice la oferta, todo a la mano “aquí –me acota un vendedor- lo que menos nos importa es el dinero.
Un mundo donde todos se reconocen,  humanos a granel, ninguno es más porque conduzca una 4 X 4 ni es menos porque a su lado se estacione un pequeño Marutti.
La oferta y la demanda se oyen de lejos, no hay pudores que estorben las relaciones.

No pertenezco a este mundo desinhibido y ecléctico, pero lo disfruto tanto como disfruté el de lujo.
Soy una viajera en el tiempo con el pasaje de regreso con fecha señalada.
Debo saborear todo lo que vivo antes de ese día. 

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 "La plata es mía y el oro es mío, 
dice el Señor 
...
Hageo  2:8


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viernes, 15 de febrero de 2019

Insolada.

De los no pocos días vividos sobre la tierra, jamás me había sucedido.
Los antiguos decían "siempre hay una primera vez".
Insolada.
Deshidratada.
Al borde del colapso.

No es cuestión de azar, juego o diversión exponerse al pleno sol.
Reconozco mi audacia y torpeza, salir por tarde sin una sombrilla, sin agua, apresurada...
Si no te ha sucedido, cuídate del maravilloso sol que te abraza con sus rayos. Ten la conciencia que es poderoso y ese abrazo puede ser muy potente para tu frágil humanidad.
Hidratarse es la consigna.


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"Ya no necesitarás que el sol brille durante el día, 
ni que la luna alumbre durante la noche, 
porque el Señor tu Dios 
será tu luz perpetua, 
y tu Dios será tu gloria.

Isaías 60:19

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viernes, 8 de febrero de 2019

Diferentes e iguales.

Mi perro es alérgico a todo.
Solo alimento de salmón, alérgico al maíz.
Sensible si me desaparezco un día, ayuna por completo.
Pareciera que mientras más debilidades tiene una mascota más extraña (y cara) e interesante la hace. Si no hubiese sido un regalo podríamos estar seguros que preferiría un kilterrier.
Mi madre siempre tuvo perros y eran eso, perros, una buena compañía y un detente para ladrones.
Los gatos para cazar ratones.
Las gallinas para poner huevos.
Este perro se cree mi hijo, las gatas juran que son humanas y ni hablar de las patas, no podría ni comer un trutro por muy sabroso que sea el pato laqueado.
Ay, tener mascotas es casi como tener hijos.
Yo soy común.
Una chilena anónima, si camino por cualquier calle nadie me mirará con extrañeza.
No sufro de gastritis, diabetes, hipertensión, gozo la primavera, aunque sea una primavera bipolar como la pasada, me gusta el calor en  verano y soporto con estoicismo el invierno, ni siquiera una alergia al polen de los plátanos orientales  o un simple resfrío que me haga un poquito interesante a los ojos de los otros, soy normal y fome. 

Mi amiga M. “sufre” (por decirlo así) porque descubrió que es alérgica al gluten, y lo exhibe como si fuera un don de ser humana especial, delicada como una fruta de uchuva, encapsulada en su insuficiencia.
Hubo una época en que todos queríamos ser iguales y había una lucha de poderes (¿?) para que la igualdad se impusiera como ley.
Ahora todos desean ser diferentes y exigen un trato  particular.
Qué complicado.


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Ustedes, hermanos míos, 
que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo, 
no deben hacer discriminaciones 
entre una persona y otra.

Santiago 2:1 (DHH)



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viernes, 1 de febrero de 2019

A ordenar este verano.

Me he dedicado a hacer un “konmari”.
En casa se ríen porque lo he tomado muy en serio.
Igual han visto algunos capítulos de la serie “A ordenar” que transmite Netflix.

Preparo las diferentes cajas, bolsas de desecho y los lugares donde quedará cada artículo clasificado. Siento nostalgia de los años vividos.
Miro fotos desvaídas, cuadernos de apuntes escritos con lápiz Bic cuando no existía Word en casa, documentos vencidos de objetos que ya están hace años convertidos en chatarra.
Es admirable nuestra capacidad de guardar cachureos.
Si fueran piezas clásicas se consideraría llevarlas a un anticuario, pero todo tiene más valor sentimental que económico.
Ordeno y guardo.
Me resisto a botar algunas cosas.
En realidad todo método tiene su aplicación personal. Cada una puede tomar lo que el plan de ordenamiento aporta.
 Me fue bien, aunque todavía el escritorio lucha en la retaguardia.
 Ese es un desafío mayor.


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Con su poder, el Señor hizo la tierra; 
con su saber, puso orden en el mundo; 
con su sabiduría, extendió los cielos.

Jeremías 10:12

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