viernes, 28 de enero de 2022

La casa de la compasión.


He estado en muchos lugares.
Orfanatos, casas de reposo, hospitales, fiestas de bodas, catedrales, bibliotecas, iglesias pequeñas, hoteles, centros de eventos, en fin, en lugares de acogida para seres tímidos que buscan disminuir sus momentos de soledad.
Solo hoy conocí la casa de la compasión.
Acompaño a una amiga a exámenes. 
Esas cosas vagas en el cuerpo que de pronto se materializan en una pantalla con mal diagnóstico. 
Por temas de aforo entra sola al edificio. 
Ingreso a una sala de recepción al aire libre. 
La espera es larga. 
Leo, escribo y agotados los recursos me dedico a mirar. 
Algo llama la atención, nadie llega solo. 
Muchas personas van y vienen, ingresan vehículos, sillas de rueda, jóvenes, ancianas, todos con alguien del brazo.
 
Hay en la inclinación de una madre hacia su hija un gesto imperceptible de protección y angustia; hay en la esposa una mano delicada que da de beber con lentitud al hombre de pelo cano y mirada hundida. 
Todos tienen algo común, compasión. 
Los que caminan lo hacen a paso lento, los brazos se extienden para atrapar el cuerpo que se les escapa en la mortal enfermedad, todos son luchadores  queriendo arrebatarle a la muerte el aliento del amado; todos tienen esa mirada indefinible de esperanza y determinación. 

Sentada en este lugar me invade una ola desconcertante de compasión, como si un "viento recio" hubiera descendido al lugar y lo  traspasara todo.
Pienso que tal vez  es el mismo Jesús de aquella lejana ciudad,  mirándonos.
Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.” (Mateo 9:36)




viernes, 21 de enero de 2022

La historia que vivimos.


La historia es un conjunto de subjetividades colocadas estratégicamente en un andamio de lugares comunes, nombres y fechas que la hacen parecer real; pero la historia es siempre una interpretación de la realidad que nadie puede asir,  aún si tuviera el don de reunir todos los puntos de vista. 

Se sigue una línea para hacer comprensible el mundo y evitar los errores del pasado 
Claro está,  no se cometerán los mismos pero los habrá; cada generación lucha por su derecho a  equivocarse (o no)  aun cuando las consecuencias sean atroces. 

A pesar de nuestras inexactitudes, la historia nos provee un marco de comprensibilidad que da paz y nos establece en el mundo. 
Más aún  si tomamos como referencia lo que ha escrito Dios de sí mismo, de su pueblo y de nosotros, chilenos,  los últimos de la tierra. 



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De hecho, todo lo que se escribió en el pasado 
se escribió para enseñarnos,
 a fin de que, alentados por las Escrituras, 
perseveremos en mantener nuestra esperanza. 

Romanos 15:4 NVI

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viernes, 14 de enero de 2022

Bala loca.


Puede una vivir 20, 50 o 100 años en perfectas condiciones. 
O puede una bala loca quitarte la vida a los 14. 
O llevarte directo a la posta de auxilios con la bala incrustada en las costillas, como sucedió con la hija de mi amiga Ana. 
Hay tantas probabilidades que un proyectil te alcance como que un rayo en una tormenta de verano se enamore de tu jardín y se le ocurra visitarlo. 
O que un deslave del río por altas temperaturas se le ocurra pasar por tu casa.  Estadísticamente, posibilidades casi nulas. 
Pero sucedió en Los Ángeles, California. 

La jovencísima hija de Sol se probaba un vestido para las fiestas navideñas; sin saber cómo un pequeño pinchazo y al suelo. Al otro lado de la pared un policía disparaba a un delincuente, bala desdichada que traspasa muros y busca el lugar exacto para asentar su dominio. 
¿Qué es esto? 
¿Tenemos alguna respuesta? 
¿Una probabilidad estadística que se cumple? 
¿Designio de Dios? 
¿Azar?

Una bala loca busca un lugar donde alojarse, no puede estar dando vueltas en el aire por mucho tiempo; quizás cuántas balas están insertas en paredes de edificios, en cielos rasos, en árboles, cuestión que no causa graves daños. 
Esta vez  buscó un cuerpo, podemos pensar y deducir cuán importantes es la vida humana.



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Un día, el Eterno Dios sacó tierra del suelo,
 la esculpió en la forma que llamamos humana, 
sopló el aliento que da vida en las fosas nasales del humano, 
y el humano se convirtió en un alma viviente.

Génesis 2:7 (Biblia La Voz)

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La foto de aquí: