Mi amiga
Silvia Parque me ha hecho pensar en la interacción con las mascotas y el sentido de la maternidad.
"Pero eso no es la maternidad. Ni de lejos. Por más amor inmenso que sientan por sus perros, gatos o lo que tengan. Por más que den su vida por ellos. Por más que esos perros, gatos, conejos, patos sientan, demuestren, valoren o lo que sea... La maternidad implica hacerte cargo de la formación de una persona."
Totalmente claro y, sin duda, de acuerdo.
Desde siempre ha habido en casa algún tipo de animal, gatos, gallinetas, gallinas, cuyes, perros y un amplio etcétera, incluyendo un zorzal que cayó de un árbol.
Disfrutar de una casa con jardín y patio es un lujo en una ciudad como Santiago.
Debo reconocer que es pura Gracia de Dios y durará hasta que dure, como Él lo quiera.
Acompañarse de pequeños seres vivos es una alegría y mientras se pueda -y el bolsillo aguante-, sigue aumentando el zoológico.
Esta vez ha llegado un nuevo pato para acompañar la solitaria pata que perdió su compañera en un artero ataque de un perro callejero que entró por la casa del vecino.
Los patos son muy sociales y la soledad no es muy buena para animales, aves o seres humanos. Así es que compramos uno criado en cautiverio, ha disfrutado de la felicidad máxima al poder correr a su antojo y bañarse en la pequeña piscina.
Disfruto la compañía de seres humanos, de las hormigas que se mueven libres por el jardín y no ingresan a la casa, el picaflor que baila en los hibiscos; las tórtolas que recogen las migas, todos tienen un espacio de mi tiempo, saber compartir la vida mientras espero, siempre te espero.
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Y creó Dios los grandes animales marinos,
y todos los seres vivientes que se mueven
y pululan en las aguas
y todas las aves, según su especie.
Y Dios consideró que esto era bueno,
Génesis 1: 21 NVI
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