Suena a ley, pero nada más lejos. Es el libro más asombroso, raro y extravagante que he leído.
De hecho, no entiendo cómo sobrevivieron.
Bueno, tampoco sé cómo lo hacemos nosotros; estamos cerquita de aquel modelo, si es que podemos llamarlo así, "cada uno hacía lo que bien le parecía". ¡Bárbaro!
Definitivamente si no lo has leído, deberías.
Aquel hombre fue llamado a una tarea imposible.
Un pueblo oprimido, de una desesperanzada pobreza, avasallado, saqueado, escondido, sin posibilidades de tener lo básico. Preguntan “ ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Y dónde están todos los milagros que nos contaron nuestros antepasados?”
El hombre Gedeón recibe ese impulso que han tenido los grandes libertadores de la humanidad, la inspiración de justicia para sus compatriotas; solo que hay un problema, se siente pequeño, inseguro y sin recursos. Un don nadie.
Cuando Dios le habla (sí, creo que Dios habla) lo llama de otra manera: “varón esforzado y valiente.”
Somos humanos, carecemos de perspectiva.
Gedeón –como todos nosotros que dudamos si es Dios que nos habla o es nuestra imaginación-, pide algo extraño.
-Demuéstrame que todo esto es verdad. Esta noche pondré un vellón de lana de oveja en el campo; si por la mañana la lana está mojada con el rocío, pero el suelo está seco, entonces sabré que me ayudarás.
Eso fue exactamente lo que sucedió. El vellón estaba totalmente mojado.
Ay, qué desconfiados somos.
Nueva petición: Por favor, no te enojes conmigo -le dice a Dios (vaya intrepidez)-, pero esta vez, que la lana esté seca y el suelo alrededor mojado con el rocío.
A la mañana siguiente, la lana está seca, y el suelo cubierto de rocío.
Dios tiene un orden que no es el nuestro.
Lo que llamamos sincronicidad es su equilibrio, no sabemos decodificar sus señales.
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Y hubo paz en la tierra
durante el resto de la vida de Gedeón,
unos cuarenta años más.
Jueces 8:28
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(Fotografía regalo de F.)