Sin duda es difícil no mirar una joven en short sentada pierna arriba en la pequeña y bucólica placita de San José de Maipo.
Lozana, expresiva y alegre, conversa con un muchacho al que tiene embelesado. Cruzan a la heladería, ella toma un helado sencillo, él, nada. Se alejan calle arriba, las hormonas revolucionadas ante una perspectiva natural y veraniega. Él la toma por la cintura, levemente, pareciera temer que se aleje. Ella se deja.
Imagino una historia común a las chicas de esa edad, conversación extensa al atardecer-cena breve-intimidad-sensaciones-placer-celos-pelea-alejamiento-pérdida (Final doloroso).
Imagino una historia común a las chicas de esa edad, conversación extensa al atardecer-cena breve-intimidad-sensaciones-placer-tardes continuas -vivamos juntos-arrendemos un depto, casémonos (Final feliz).
El Cajón de Maipo -dicen-, es el lugar donde se ven más cerca las estrellas y me consta. Los cerros están tan altos, parece que, si una alza las manos, puede tocar el cielo. Alrededor del río Maipo surgen comunidades dedicadas a las más insólitas labores, piedra, madera, agricultura, hotelería, arquitectura, música.
Entramos con mis amigos a la heladería.
Tomamos un helado simple.
La tarde de verano en pueblos rurales del Cajón del Maipo está cercana a un Edén.
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"¡Que alaben al Señor el sol y la luna!
Que alaben al Señor las estrellas refulgentes!
¡Que alaben al Señor los cielos de los cielos,
y las aguas que están sobre los cielos!
¡Alabado sea el nombre del Señor!
El dio una orden, y todo fue creado. "
Salmos 148:2-5
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(*) Modismo que se dice cuando se observa algo con detención