"¿Acaso no ha escogido Dios
a los pobres de este mundo
a los pobres de este mundo
para que sean ricos en fe
y herederos del reino que él ha prometido
a los que lo aman?"
a los que lo aman?"
(Santiago 2:5)
Un hombre camina, oscuro de rostro, como una sombra en un día de invierno (aunque estamos en pleno verano).
La bolsa de fierro que carga contradice la “ley del saco”, solo 25 kilos debe llevar un trabajador.
No hay alternativas para el hambre, más kilos en la pesa aumentarán su exiguo ingreso, apenas le alcanzará para el día, un almuerzo frugal y tal vez una fruta, o una pequeña copa de vino.
Transporto a alguien a la compra-venta de latas y fierro.
Le han regalado artículos de demolición, mi liliputiense Marutti sufre con la carga ¿qué leseras no hará una por un buen amigo?
Mientras esperamos llega toda especie de cachureros.
La mayoría de rostros curtidos por el sol callejero -32 grados a la sombra-, triciclo, bicicleta, carrito de supermercado, camioneta, cualquier vehículo sirve para trasladar aquello que otros desterraron.
Todo es vendible, todo es comprable, solo hay que encontrar el lugar adecuado.
Observo una especie de complicidad entre los vendedores, se pasan datos, conversan familiarmente, mandan saludos a sus hijos, la modestia de los pobres me turba, siento cierta vergüenza al curiosear su intimidad.
Aquí el hombre es persona, ser humano, don Juan, don Pedro, la señora Pilar, don Eduardo, se conocen, se respetan, no hay jerarquías ni números (excepto los kilos de la báscula).
Por un momento pareciera que viajé al mundo del siglo pasado.
Y me agrada.
3 comentarios:
Qué hermoso, Ojo Humano.
Y qué duro que haya gente que deba "buscarse la vida" así: sin un sueldo fijo, sin Seguridad Social, arrastrando día a día grandes pesos, sin la seguridad de unos ingresos fijos.
Me alegra que ayudaras a tu amiga.
Gracias, Fernando.
Fui muy bendecida al prestar un servicio. Vi una realidad que habitualmente no tenemos presente. Ahora seré más amigable con los cartoneros que pasan por el barrio.
Han empezado a caer levemente las primeras hojas, ¡ay!, las mañanas ya están bien frescas. Hora de sacar la ropa de invierno del armario.
Tendrás un buen verano. Oro por eso.
Gracias, Ojo Humano. Aún queda mucho para eso.
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