Cada año, a fines de julio, recuerdo el aromo que -por la buena convivencia vecinal- tuvimos que cortar.
En mis tiempos de estudiante viajaba a casa por la carretera entre Victoria y Mulchén, en ambos costados los aromos eran una fiesta de color y aroma.
Junto a los ciruelillos, los aromos invaden el paisaje de árboles desnudos.
Pronto llegará la primavera.
La vida se renueva otra vez en la floración con exactitud invariable.
Esperamos días más luminosos y menos inciertos.
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Aun los jóvenes se cansan,
se fatigan,
los muchachos tropiezan y caen;
pero los que confían en el Señor
renovarán sus fuerzas;
levantarán el vuelo como las águilas,
correrán y no se fatigarán,
caminarán y no se cansarán.
Isaías 40:30-31 NVI
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Inmortalizado el año 2013.
2 comentarios:
Bonito àrbol. Un beso
Sin duda, Susana. Más aún, es el primero en florecer
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