viernes, 4 de marzo de 2022

Mesa compartida.


Era el otoño del 2020, recién iniciada la pandemia. 
Muchas personas en la incertidumbre, algunos con necesidades básicas. 
Ella organizó una mesa compartida. 
Durante más de dos años tuvo la perseverancia de dirigir un grupo de vecinos para repartir a domicilio almuerzos gratuitos. 
Cada viernes cincuenta hogares recibían este regalo. 
Como una hormiga, Camila -una chef con su restauran cerrado- buscaba donadores de verduras, carne, insumos o dinero para sostener esa ayuda. No recurrió al Estado, simplemente a personas con voluntad de contribuir con algo tangible. 
Hay muchas historias en tiempos de crisis. 
Esta es una que no acapara prensa pero que deja una estela de gratitud. 
Y sin duda, una recompensa eterna.


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Así que, 
según tengamos oportunidad, 
hagamos bien a todos, 
y mayormente a los de la familia de la fe.

Gálatas  6:9

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3 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Hace falta gente así. Un beso

CarlosMxAx dijo...

Para el estallido, el cual genero mucha cesantia laboral y posterior pandemia que agravó la economia, en varias poblaciones de mi ciudad se abrieron "ollas comunes" se les entregaba un almuerzo a quien tuviera necesidad.
En tiempos de crisis sale lo mejor del ser humano, la solidaridad, de ponerse en el lugar del otro.
Saludos

ojo humano dijo...

Así es, amigos. El ser humano tiene esa nobleza que muchas veces pasa desapercibida.
Que tengan el hermoso fin de semana