viernes, 12 de junio de 2020

La "nueva normalidad" (parte dos)

Cuando era más joven me declaraba adicta a la época victoriana como la vida ideal.
Pasado el tiempo descubrí que esta es una época sin precedentes y tal vez sea la mejor. Hablamos de los últimos 40 años.
Puedo afirmar con certeza que soy una mujer privilegiada.
Soy  ciudadana de un país democrático; mis derechos no han sido vulnerados, fui a un colegio fiscal, mamá hizo de mi educación su prioridad, aun cuando no hubo riqueza tuvimos calor en invierno y paseos al río en verano.
Nunca me sentí disminuida en mi condición de mujer o porque mi madre era soltera.
Trabajamos largos periodos sin vacaciones ni hubo domingos libres con el propósito de comprar un sitio y construir una casa. No existían subsidios del estado, financiamiento compartido o crédito bancario. Éramos lo que hoy se llama clase media baja. Las dos guerras habían dejado sus secuelas en la nación, sucesivos terremotos, maremotos, éramos un país pequeño al fin del mundo.
Reitero,  me siento privilegiada y no considero que eso sea un mérito o un demérito personal, simplemente la Gracia de Dios ha actuado a mi favor sin que logre entender el por qué.

Cuando me preguntan si con esta pandemia “seremos más pobres” o cuando leo de un edil que asegura “seremos más pobres pero más felices” considero que el temor a las  carencias no es el quid del asunto. Sin duda no se es “más feliz” porque sufras estrecheces, eso es una falacia. Ni necesariamente eres “más feliz” porque hay abundancia; prueba de eso es la historia del rey Salomón, archi-super-hiper rico y expresa “Cuanto más tengas, más se te acercará la gente para ayudarte a gastarlo. Por lo tanto, ¿de qué sirven las riquezas? ¡Quizás solo para ver cómo se escapan de las manos! La gente trabajadora siempre duerme bien, coma mucho o coma poco; pero los ricos rara vez tienen una buena noche de descanso.
(Eclesiastés 5:11-12 NTV)
Sin duda existe incertidumbre en la economía mundial. ¿Qué podemos hacer para prevenir un desastre personal?
Tal vez tomar algunas medidas que nos aconsejan los que saben un poco más de economía: no se endeude, guarde algo de alimentos no perecibles, no compre suntuarios, no venda sus activos, etc. Hay buenas páginas financieras en Internet, saca provecho de ellas.
Mi mejor opción es confiar en la Gracia y en la promesa que nos dice el Señor Jesús:
Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten. (Mateo 6:32-33 NTV)

Y arriba brilla el sol.
Anoche llovió, de mañana a la luz del sol se ve el cielo limpio de smog.


















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Fotografía superior: Una playa de Alemania guarda el distanciamiento social. Mayo 2020


2 comentarios:

Susana dijo...

Algunos serán más pobres y tendremos que ayudarlos. Un beso

ojo humano dijo...

Así es, Susana.
Dios nos ayude para ser solidarios.
Te deseo buena salud.