martes, 28 de diciembre de 2010

La sangre (2)


“No te hagas mala sangre”, me dijo, tratando de bajarle el perfil al asunto.

Algunos médicos sostienen que el rencor, el resentimiento, el reproche, la queja permanente generan cantidades de cortisol (*) en la sangre aumentando el riesgo de tener un ataque cardiovascular o peor aún, cerebral.
No te hagas mala sangre es un dicho antiguo, sabio y un buen consejo.
No sería mala idea hacer lo que el apóstol Pablo le indica a los habitantes de Éfeso, tan válido para ayer como para hoy:
 “Abandonen toda amargura, 
ira 
y enojo, 
gritos 
y calumnias, 
y toda forma de malicia. 
Más bien, sean bondadosos 
y compasivos unos con otros, 
y perdónense mutuamente, 
así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.”


*Cortisol:


¡ Se feliz!




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