He pasado por un pequeño negocio donde a veces compraba buen pan.
La cara de los dos que desmantelaban es de tal abatimiento que casi me echo a llorar en plena vereda.
¡Cuántos sueños !
¡Cuántos días de desvelo!
¡Cuánto capital tirado a tacho de las pérdidas!
¡Cuánto esfuerzo para llegar a este día que nunca previeron!
Sé lo que duele cerrar puertas que una vez se abrieron con grandes esperanzas.
Sé lo que es sentarse a empacar los restos que nadie quiso.
Algunos dirán que "así es la vida" y tendrán razón.
Se aprende la cautela y la desconfianza para emprender de nuevo.
Se aprenden muchas cosas cuando cerramos una puerta, pero eso no lo hace menos doloroso.
Espero que a esta joven pareja no le queden muchas cicatrices ni muchas deudas.
Ruego a Dios.
2 comentarios:
Es una lástima. Un beso
Así es, Susana.
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