En casa se ríen porque lo he tomado muy en serio.
Igual han visto algunos capítulos de la serie “A ordenar” que transmite Netflix.
Preparo las diferentes cajas, bolsas de desecho y los lugares donde quedará cada artículo clasificado. Siento nostalgia de los años vividos.
Miro fotos desvaídas, cuadernos de apuntes escritos con lápiz Bic cuando no existía Word en casa, documentos vencidos de objetos que ya están hace años convertidos en chatarra.
Es admirable nuestra capacidad de guardar cachureos.
Si fueran piezas clásicas se consideraría llevarlas a un anticuario, pero todo tiene más valor sentimental que económico.
Ordeno y guardo.
Me resisto a botar algunas cosas.
En realidad todo método tiene su aplicación personal. Cada una puede tomar lo que el plan de ordenamiento aporta.
Me fue bien, aunque todavía el escritorio lucha en la retaguardia.
Ese es un desafío mayor.
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Con su poder, el Señor hizo la tierra;
con su saber, puso orden en el mundo;
con su sabiduría, extendió los cielos.
con su sabiduría, extendió los cielos.
Jeremías 10:12
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