miércoles, 17 de septiembre de 2014

Fiestas patrias.

El olor a cebolla se confunde con el perfume de los incipientes duraznos y manzanos en flor.
Me pregunto si habrá algún chileno que por estos días no celebre con una empanada de pino, un trozo de carne asada y un vaso –más que delicioso- de mote con huesillos. Algunos osados se atreverán con la chicha. Yo paso. Respeto el efecto impredecible de las bebidas espirituosas.
Y claro, bailar.
 La cueca es todo un cuento.
Un arte.
Una audacia memorable, como la cueca bochornosa del político aquel.

Las fiestas nacionales (largas y sibaríticas) dejan un desaliento y una resaca difícil de sobrellevar en el día hábil que corresponde volver.
Este año será un considerable “San Lunes” que le costará al país unos miles de fuerza laboral indispuesta.
Ausencias, certificados médicos, excusas, celulares apagados, en fin, el patriotismo al final del día deja entrever su cara más vergonzosa.


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(Señor) Tú cambiaste mi tristeza 
y la convertiste en baile. 
Me quitaste la ropa de luto 
y me pusiste ropa de fiesta, 
para que te cante himnos 
y alabe tu poder. 


Salmos 30:11 (TLA) 


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(Pintura de: Manuel A. Caro)

3 comentarios:

Fernando dijo...

Pues... ¡¡viva Chile y vivan los chilenos!!

(Me sorprendió un poco que no hicieras un post sobre el reciente atentado en Santiago de Chile, Ojo Humano: pensé que habría sido un hecho muy perturbador de vuestra vida nacional)

ojo humano dijo...

Gracias, Fernando. Espero que la pasemos muy bien y no haya tantos muertos como el año pasado (40).
Lo del atentado, se ha especulado tanto que me pareció un exceso el hecho y la referencia.
Además son situaciones a las que nos hemos ido acostumbrando, lamentablemente. Este es uno más (con mayor publicidad) de otros muchos que hemos soportado.
Gracias por tu interés. Y ruega por nosotros porque el terrorismo nos asedia en actos diarios de violencia.

Fernando dijo...

Vaya. En la radio dijeron que era la primera vez que ocurría. Espero que al menos sea la última.