COVID-19 en toda su fuerza.
Ha terminado el 30 de septiembre 2021.
Por dieciocho meses dormí sin los sobresaltos propios de una avenida, con los chirridos de los autos nocturnos, los gritos destemplados de los ebrios y el ladrido furioso de los perros que -en general- detestan el olor a humores etílicos.
Terminó el estado de excepción por la pandemia y el toque de queda, no así el hábito de recogerse temprano en los hogares. Una costumbre que duró tantos días es difícil cambiarla por decreto.
Las noches siguen plácidas y silenciosas.
A veces los perros que se han tomado la placita aledaña persiguen algún transeúnte que espera el bus nocturno. Luego todo vuelve a la calma.
A veces en la oscuridad, desvelada, ruego a Dios.
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¡Dios mío, tú eres mi Dios! ...
Con mis labios te alabaré;
toda mi vida te bendeciré,
y a ti levantaré mis manos en oración...
Por las noches, ya acostado,
te recuerdo y pienso en ti;
pues tú eres quien me ayuda.
Salmos 63 (DHH)
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2 comentarios:
Me alegro de que siga el descanso. Un beso
Gracias, Susana.
Disfrutarlo mientras dure.
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