miércoles, 3 de junio de 2015

Ebrios (2)

“Para que se haga hombre”, dijo el padre y le extendió la copa.
Tenía no más de 6 años.
Sabido es que en Chile (no sé si en otros países) los progenitores dan una copa de vino a sus hijos pequeños con la fe primitiva que eso les preparará para la vida. Faltará el pan, los zapatos o la leche, pero ¿licor?, no, señor, eso no puede faltar.
Porque como decía el apóstol Pablo –aquí sacan la teología popular- “le recomendó a su hijo Timoteo que bebiera una copita para sus dolores". Y con todo desparpajo lanzan “¿ve que hasta la Biblia recomienda el vino?”.
Toda una filosofía.

Mi abuela murió cuando yo era pequeña.
Al mes fuimos a visitar su tumba, colocarle algunas flores y llorar su ausencia.
Mi tío Enrique –hombre de fácil sonrisa-, nos invitó a unas bebidas. Una copa de vino, para especificar. Una ronda para todos –y como dice nuestra Presidenta- para todas.
Incluyéndome.
A mis escasos 5 años bebí, no recuerdo cuánto. Solo recuerdo la curadera, el mareo rabioso, el deseo de seguir bebiendo y la posterior resaca. Un dolor de cabeza que no se lo doy a nadie, gracias a Dios nunca volví a sufrirlo. Porque, claro está, no me volví a curar. Con una vez basta y sobra.

¿Mi tío? Murió abstemio después de pasar las “mil y una” con un vicio del demonio. Nunca se casó (¿qué mujer se atrevería?), no tuvo ningún hijo y anduvo 30 años de su vida alcoholizado.
Cuando me cuentan las bondades del licor les comento “a otro perro con ese hueso

Como dice el rey aquel con tamaña sabiduría:


 “¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares?
 ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas?
 ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados?
 ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! 
No te fijes en lo rojo que es el vino, 
ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; 
porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. 
Tus ojos verán alucinaciones, 
y tu mente imaginará estupideces. "


(Proverbios  23: 29-32 NVI)




(fotografía gracias a mirófotografos)



3 comentarios:

Susana dijo...

No sabía que la Biblia hablaba de eso. Un beso.

Fernando dijo...

Qué lástima, Ojo Humano. Igual que todo el mundo sabe que las drogas o el tabaco son malos, parece que el alcohol es algo cultural, divertido, inocente. ¿Qué chico joven que sale con sus amigos se atreve a decirles que él no bebe alcohol? Queda como tonto. Y el alcohol ha destruido la vida de mucha gente, ha destruido su voluntad, les ha hecho perder mucho dinero. Es una gran desgracia que en nuestros países latinos queda trivializada.

ojo humano dijo...

Susana, la Biblia tiene una gran cantidad de indicaciones acerca de las bebidas alcohólicas.
Un abrazo.

Sí, Fernando, como socialmente es aceptado no hay ninguna restricción. Creo que los padres tienen gran responsabilidad en la educación de la sensatez.