Inevitable en el lenguaje cotidiano.
Sin sal, sin azúcar, sin grasa, y una nueva filosofía, sin deseo, como una moderna receta contra todos los males del cuerpo y del mundo.
Con una leve alegría –confieso, Señor, no estoy a la altura de las circunstancias- miro el control médico, los exámenes me animan por el resultado mayormente estable.
Pero un par de desniveles alteran el goce y le ponen un tono agrio a la normalidad.
Por años he cuidado la alimentación, privada voluntariamente de lo gourmet de la vida, he hecho malabares con verduras, frutas y carnes magras.
La vida sana era el lema.
Nada de cigarrillo ni bebidas espirituosas.
Muchas aguas de yerbas naturales que, por cierto, son deliciosas; poco té, poquísimo café, sin chocolate, sin helados, sin galleticas, tortas y fritangas.
Quedo perpleja.
¿Dónde estuvo el problema?
Todavía estoy investigando.
¿Valdrá el sacrificio Sin?
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Examinenlo todo
retengan lo buen
Absténganse de toda
especie de mal
1 Tesalonicenses 5:21-22
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4 comentarios:
Dkcen que hay una vida más sana pero no vale la pena. Un beso
Tal vez la moderación de jóvenes nos evite los SIN de adultos.
Un dilema, querida Susana.
Te deseo buena salud.
Es buena cosa tratar de llevar una vida lo más saludable posible, eso desde luego.
Por cierto, me comentaba sobre Chile y he recordado una web de una bloguera chilena que suelo leer con frecuencia. Últimamente está tratando el tema de las revueltas acaecidas en su bello país. Le dejo el enlace:
http://bensonians.blogspot.com/
Saludos cordiales.
Gracias Peregrino.
Pasaré por la página.
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