Digresiones al final de un verano.

Georgia O’Keeffe llenó sus ojos de mil colores; solo le fue dado conservar el negro. Pintó su último cuadro completamente ciega.
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Una película donde la protagonista va en busca de un hijo o hija  procreada por su madre antes que ella naciera.
 Y tú ¿irías en busca de tu padre?, me preguntan.
Si él viviera en Francia, lo pensaría más de una vez.
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Lecturas del verano, Cartas a los Filipenses, Colosenses, Tesalonicenses, la antigua Grecia con sus influencias hasta hoy.
Todas escritas por el apóstol Pablo antes del año 100.
Todas terminan con la palabra Amén.
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 El mejor de los sentidos: sentido del humor.
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El sentido que más hace falta, sentido común.
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El hambre y la moderación son incompatibles.
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“Si se usa un cuchillo sin filo hay que hacer doble esfuerzo, por lo tanto, afina la hoja.
 Ahí está el valor de la sabiduría: ayuda a tener éxito.”
Rey Salomón.
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Cuando te vas crees que el tiempo se detiene.
Regresas y piensas que todo sigue igual, que la pieza donde dormías conserva tu olor.
Frustración y sorpresa, tu madre está enamorada, el perro te ladra, tu cuarto lo arrendaron a un estudiante  y han cortado el aromo donde leías por las tardes.
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Eclesiastés 9:11, el verso de la Biblia más citado en este blog, en casi todas las versiones:
https://www.biblegateway.com/verse/es/Eclesiast%C3%A9s%209:11
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Lo peor de febrero, marzo.
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No dejaré a la incertidumbre tomar control  de las palabras; la seguridad en la esperanza bendita que nos amalgama.
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¿Qué elegirías para leer?, me preguntó una amiga, tal vez sondeando un futuro regalo de cumpleaños.
Qué dilema.
La perspectiva de nuevas palabras me paraliza, el universo entero en un libro.
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Jack Dorsey, cofundador y CEO de Twitter   se levanta a las seis de la mañana.  Después de beber un jugo hecho de  sal de mar, agua y limón, toma un baño frío. Medita durante una hora cada mañana y una hora cada noche.
Camina varios kilómetros hacia su oficina.
Los fines de semana  solo bebe agua.
Es lo que se dice, un estoico.
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80 años tenía don Mario, jardinero en la plaza de La Constitución cuando la muerte lo visitó; sabía que lo encontraría cuidando las flores que había visto nacer y crecer bajo sus manos como si fueran  hijas amadas.
Nuestra gratitud a los que -como don Mario-, nos regalan la belleza de cada día.
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