lunes, 23 de enero de 2017

Ausencia.

Fue una tarde de verano como este
Como cualquier verano, en realidad
Las calles ardientes quemaban la planta de los pies
De los chicos pobres del barrio
Peinaba mis cabellos frente a un espejo derruido
Y esperaba el amor,  como los árboles la brisa en la tormentosa calidez del estío
Como una playa asida con desesperación a las olas.

El amor se fue una tarde de verano
Cuando peinaba estos  cabellos frente a un espejo deslucido
Solo quedó una imagen en el tiempo.



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Puse todo mi empeño en entender todo esto, 
y pude comprobar que todo está en las manos de Dios: 
en sus manos está lo que hacen los sabios y la gente honesta. 
Ninguno de nosotros sabe en realidad 
lo que son el amor y el odio. 

Eclesiasté 9:1 (TLA) 


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5 comentarios:

Susana dijo...

Quę triste puede ser la falta de amor. Un beso.

ojo humano dijo...

Así es, Susana.
Dios es misericordioso y nos da oportunidades nuevas siempre.

Fernando dijo...

Casi siempre, Ojo Humano.

Pero ya sabes lo de San Pablo a los Romanos: Dios ordena todas las cosas para bien de los que le aman. Quizá si ese amor no se hubiera ido, no hubieran pasado muchas cosas buenas que luego ocurrieron en tu vida.

ojo humano dijo...

Así es, Fernando. Leí hace unos días a José Emilio Pacheco y expresa la necesidad del cambio...si lo quieres leer
http://blogs.20minutos.es/poesia/tag/jose/

Fernando dijo...

Gracias por el enlace, Ojo Humano. No entiendo nada de poesía, pero ésta me pareció hermosa: la vida se puede volver piedra, eso es así.