“El mejor gancho comercial
apela a tu liberalidad
toca tu instinto animal
rozando la brutalidad.”
La crisis de mi amiga M. llegó sin ruido, sin una pizca de condescendencia para su ingenuidad.
De sopetón supo que su marido tenía “otra”.
No, digo mal.
“Otras”.
En su bucólica existencia, M. nunca sospechó que su amor era insuficiente para refrenar el coctel de hormonas masculinas, ocultas con disimulo en múltiples conquistas.
Una llamada telefónica, indiscreta y cruel.Supuestamente “para que abras los ojos y veas la realidad”.
Quizás M. no quería la verdad.
Quizás quería seguir en su burbuja apacible.
Rota la inocencia jamás puede componerse.
No hay remedios que calmen.
Cruel, difícil trago amargo. Hasta el fondo del vaso.
Sin anestesia.
Su marido, tal vez aburrido de engaños y subterfugios, tal vez molesto por la candidez de su mujer, reconoció todo.
Es solo sexo, le dijo con cierto cinismo.
Desde novios le había sido infiel.
Aventuras, conquistas, enamoramientos breves, seducido-seduciendo.
La historia de M. es común a muchas.
No por común es menos dolorosa y abyecta.
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Uno es tentado cuando se deja llevar
por un mal deseo
que lo atrae y lo seduce.
Luego, el deseo malo da a luz el pecado,
y el pecado, una vez que ha crecido,
conduce a la muerte.
Santiago 1:14-15
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2 comentarios:
El adulterio es un pecado muy grave y una cosa muy sucia para la ética, Ojo Humano. Pienso que es de las cosas peores que te pueden ocurrir, muy difícil de superar.
Pero... Por muy sucia que sea la experiencia de tu conocida, hay otra faceta a considerar: quizá este hombre quisiera a tu amiga, fuera feliz con ella, de alguna forma la quisiera, si no no se entiende que haya seguido adelante con su vida común, ¿no?
Sin duda que la quería en su tiempo...a su manera.
No entiendo muy bien ese tipo de pasiones humanas.
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