El libro de Génesis relata la historia de la mujer de Lot.
Una mujer sin nombre.
No dice una palabra en todo el texto.
Jesús se refiere a ella “acuérdense de la mujer de Lot”.
Recordarla ¿para qué?
¿Fue un ejemplo de virtud?
¿Dejó un gran legado a la posteridad como algunas pretendemos?
Una estatua de sal mirando el horror.
Un cuerpo petrificado por la desobediencia.
Curiosidad de mujer, mala curiosidad que te ejecuta en un juicio frontal.
Nuestra tv se ha transformado en una ciudad sin límites, exponiendo sus partes privadas al ojo de toda indiscreción. Los niños crecen sabiendo las intimidades de los adultos, sus pasiones, sus falacias.
Las redes sociales nos exponen en perfiles reales o creados, como seres felices y perfectos o desdichados buscando en un “millón de amigos” el consuelo.
¿Y la realidad?
¿Tan anodina, escasa y poco interesante que se nos ha transformado en una cosa híbrida justificada solo en la pantalla?
Sentados en cómodos sillones miramos...
Sentados en cómodos sillones hasta quedar quietos...quietos...quietos...
Parecidos a estatuas.
Sentados en cómodos sillones miramos...
Sentados en cómodos sillones hasta quedar quietos...quietos...quietos...
Parecidos a estatuas.
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¡Acuérdense de la esposa de Lot!
El que procure conservar su vida, la perderá;
y el que la pierda, la conservará
Lucas 17:32 (NVI)
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