La Comunidad evangélica se prepara.
Paseos, cumpleaños colectivos, celebraciones de despedida, seminarios, aniversario en grande, balances, informes, un día de acción de gracias.
Fiestas para el espíritu y para el alma.
Todo debidamente decorado, amenizado con mucho carbohidrato (léase tortas, galletas, panes con pastitas deliciosas, la infaltable carne a la parrilla), una lucha perenne entre el cuchillo y el tenedor.
El galeno mantiene acotada la ingesta, poco de todo, "pero poco para una vida sana", me recalca.
Así ni sabemos cómo llegará el 31 de diciembre, el caluroso (y placentero) verano, las vacaciones, playa, brisa de campo, las humitas, ¡ah! ¡qué futuro!; la sombría política ha quedado atrás, enterrada en el 23.
Sí, claro, todo puede resurgir, pero ¿por qué no soñar aunque sea en esta breve lectura de un post?
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¡confíen siempre en Dios!
¡Vacíen delante de él su corazón!
¡Dios es nuestro refugio!
Salmos 62:8 RVC
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