A veces me abruma lo que he perdido, al punto de caer en un minuto sin fuerzas ni siquiera para elevar una oración.
Luego, de alguna manera, Dios me hace oír el gruñido de Tomily, mi perro regalón, que llora porque nadie lo saca a pasear, ese solo sonido desvanece la tristeza.
Me levanto y recuerdo que hay loza sucia en la cocina, que mañana las plantas necesitarán riego, que esta noche conversaré con mi Padre y le contaré, aunque Él ya lo sabe.
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También ustedes tienen tristeza;
pero les volveré a ver
y se gozará su corazón
y nadie les quitará ese gozo
Juan 16:22
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2 comentarios:
Hay que seguir adelante. Un beso
Así es, querida Susana.
Gracias por estar siempre por aquí.
Bendiciones
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