viernes, 14 de agosto de 2020

Greenwashing, me gusta en inglés.


Mi amiga Flor me enseñó a conocer la diferencia  que hay en las telas, porque  la propaganda  dice 100% algodón y na', igual le ponen un poco de plástico.
Tienes que prenderle fuego a una muestra, me dijo. Si deja ceniza es algodón, si se achurrasca es fibra plástica.
Por estos días nos llegan nuevas (algunas antiguas) palabras a enriquecer el idioma: aforo, desconfinamiento, espectacularización y el tan en boga desvelar confundido con develar.

Y esta, greenwashing, del inglés, que se refiere a ciertas estrategias de sí-pero-no que realizan algunas empresas (también personas) queriendo pasar "gato por liebre" (como decimos en Chile); aparentar un compromiso serio con el medioambiente, ser ecológicos porque está en boga.
O sea, medio hipocritones, cuestión   practicada desde que el mundo es mundo; eso no significa que  esté bien. 
Esas habilidades dan resultados a corto plazo, qué duda cabe; no pasará mucha agua debajo de los puentes hasta que se descubra que era un vulgar lavado verde (para ponerlo en español).

Greenwashing, me gusta  la fonética, es una linda palabra, tiene buena grafía. 
Lástima el mal uso.
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Por lo tanto, 
practiquen todo lo que les digan, 
pero no sigan su ejemplo. 
Pues ellos no hacen lo que enseñan.


(Jesús en el evangelio de  Mateo 23: 3)


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2 comentarios:

Silvia Parque dijo...

A mí me pone en una posición incómoda porque no aplaudo las prácticas "ecologistas" de la compañía para la cual distribuyo productos.

ojo humano dijo...

Mmmmmnnn...qué difícil, Silvia.