viernes, 7 de septiembre de 2018

Lo que queda en el tiempo...

Necesito comprar unas sillas.
Llamo a una fábrica prestigiosa. 
Tiene que comprarlas esta semana -me responde una voz en el teléfono-, estamos cerrando, los dueños han vendido la propiedad, agrega.
Cuando llego a las oficinas me atiende la hija del antiguo dueño, mi papá ha fallecido, dice. Mis hermanos solo quieren vender las propiedades a las constructoras.
Está triste. 
Muchas historias empezaron así. Un inmigrante inicia un negocio,  éxito total, el taller crece, se desarrolla, encuentra una esposa, nacen hijos, educación universitaria -el inmigrante desea que lo superen en sus profesiones-, buen pasar, la fábrica crece, contrata empleados, maestros, vendedores. 
Años de trabajo arduo y bonanza económica.
Chile es un país donde una buena idea puede prosperar, a pesar de la burocracia y las leyes que a veces amenazan la independencia comercial.
Mueren los padres, los hijos no tienen interés en ese tipo de negocio, hay profesiones más rentables. 
Llegan los compradores de propiedades, buenas ofertas.
Tal como apareció en la vida de los chilenos, una buena idea puede desaparecer.


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"Observé algo más bajo el sol. 
El corredor más veloz 
no siempre gana la carrera 
y el guerrero más fuerte 
no siempre gana la batalla. 
Los sabios a veces pasan hambre, 
los habilidosos no necesariamente son ricos, 
y los bien instruidos 
no siempre tienen éxito en la vida. 
Todo depende de la suerte, 
de estar en el lugar correcto 
en el momento oportuno."


Eclesiastés 9:11 (NTV)



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4 comentarios:

Silvia Parque dijo...

Yo he visto "estas cosas" con nostalgia, desde fuera. La historia de una empresa que un colectivo siente como "propia" porque de algún modo su quehacer o sus productos son parte de la cotidianidad y de la que los hijos o los nietos ya no quieren hacerse cargo. Pero qué bueno que cada cual pueda seguir su camino y elegir lo que crea que le conviene más, claro, mientras se tome en cuenta la responsabilidad que hay con los trabajadores.

Susana dijo...

Cuánta sabiduría hay en la Biblia. Un beso

ojo humano dijo...

Así es, Silvia, en esta historia había trabajadores de 40 años. Lo bueno es que las inmobiliaras pagan tres o cuatro veces más el valor normal de las propiedades, así que fueron todos beneficiados, aunque igual una vida juntos de tantos años es un poco triste abandonar.

ojo humano dijo...

Sí, querida Susana, no hay mejor libro que la Biblia, me parece.