"El 41% de los chilenos está endeudado
o le cuesta llegar a final de mes.
Esto corresponde a casi 7.000.000 de chilenos. "
Fuente:http://www.adimark.cl/
Francisco sale de la oficina del prestamista como sonámbulo, el sol mortecino de otoño apenas entibia su angustia.
Las deudas lo abruman.
El colegio de los niños, las cuentas básicas vencidas, la cuota del depto., la tarjeta del supermercado, la mantención del auto…
El cambista apenas cubre lo más elemental y un 10% de interés le roerá los huesos.
Piensa alternativas, un tercer trabajo, mudarse de barrio, declararse en quiebra… Ninguna lo satisface.
Los cambios por apuro agravan la situación, lo sabe por su padre que pagó las deudas con cinco años de prisión. Lo sabe por su madre que encaneció en un día. Lo sabe por su hermana que se casó con un campesino con plata para sacar la familia de la quiebra, olvidó todos sus sueños de profesional.
Ensimismado tropieza con los cartones que obstruyen la vereda, el hombre sentado sobre ellos le extiende una mano rugosa, patrón –le dice-, yo también un día vine a esa oficina. Lo perdí todo ahí, apunta hacia la casa de usura.
Francisco se estremece, como un poseso huye del lugar, ha visto –por un segundo- su futuro.
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Las semillas que cayeron entre los espinos
representan a los que oyen la palabra de Dios,
pero
muy pronto el mensaje queda desplazado
por las preocupaciones de esta
vida,
el atractivo de la riqueza
y el deseo por otras cosas,
así que no
se produce ningún fruto.
Jesús en el Evangelio de Marcos 4:18-20
6 comentarios:
Triste destino de muchos. Un beso.
Es una enorme desgracia, Ojo Humano. Lo sé bien pues un familiar cercano acabó mal por eso: no te llega el dinero, pides un préstamo, todo parece mejorar, no te llega el dinero para tus gastos y para devolver el préstamo... Curiosamente, él también pidió prestado al 10% cuando los bancos prestaban al 2 o al 3%.
En mi niñez, hace ya mucho, nos enseñaban la regla: "no vivir por encima de las posibilidades", es decir, no gastar más de lo que se gana. Es fácil escribirlo, pero la vida lo va complicando todo: los hijos, la hipoteca, el coche, es muy difícil saber dónde acaba lo necesario y dónde empieza lo superfluo.
Qué pena.
Cuando el Estado deja de velar, la codicia se arroja a por los productos básicos, suben precios de cosas que nos estrangulan, una asfixia que nos fuerza a tender a votar por el clientelismo de la subvención, las ayudas, la mano que da de comer, que agarremos programas y modos que nos domestiquen para el Sistema. lo hemos vivido en España y lo están viviendo allí. ¡Qué pena, se trabaja duro pero ya no se gana! Esclavitud democrática. Abrazos fraternos.
Así es, Susana. Se intenta vivir con menos, dadas las condiciones es más difícil.
Un abrazo.
Fernando, es verdad, es fácil escribirlo, pero cuando hay niños es un drama. Aparte que nuestra sociedad empuja al consumo, sea necesario o no. Luchar por la sobriedad es casi arcaico.
Qué razón tienes, Amado líder, hemos adoptado muhas ideas foráneas que con el tiempo no dan resultado. Aquí se trabaja y se gana, pero no en la medida que las personas necesitan o aspiran. Además han llegado muchos inmigrantes que han abaratado la mano de obra por sus propias urgencias.
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