La multitud aprieta, empuja, porfía por entrar a un carro atiborrado.
Una señora sube después de bastante trabajo con una bolsa de compras –nada voluminosa-, a los pasajeros no les parece bien y se lo señalan con poca cortesía.
No ha roto ninguna regla de convivencia, me parece una reacción exagerada y descortés.
Mientras el tren se mueve lentamente siento el aire de nerviosismo que se respira en la ciudad, el estrés galopante que rodea las vías de ida al trabajo o de vuelta a casa.
Me impresiona la poca tolerancia de los usuarios, aunque en su descargo debemos notar que el sistema es fastidioso, impredecible, incómodo y totalmente saturado.
Lejos está aquel Metro olor a nuevo, amigable, vías expeditas, gente contenta, hasta había asientos desocupados. Hoy, si logras subir a un carro hay que alegrarse.
El escritor Roberto Ampuero en alguna parte escribe, “ Chile, más que “un paisaje”, como lo define Nicanor Parra, o “una loca geografía”, como lo describe Benjamín Subercaseaux, es un estado de ánimo.”
Nuestros estados de ánimo en la ciudad van fluctuando entre la depresión, la euforia y la violencia.
Días donde pareciera que a todos les pisaron los callos.
Otros presurosos por llegar a ver la tv, como si de esta dependiera todo bienestar.
Días de queja contra el mundo, desde la Presidenta, los políticos (tema recurrente) hasta el último e ignorado funcionario.
Pocos días de alabanzas a Dios.
Poca gratitud.
En las calles no se oye música.
Casi no he escuchado las campanas.
Tal vez llegando diciembre volvamos a un estado cordial con el prójimo.
Tal vez diciembre nos traiga el regalo de la paz en el alma.
Oro por eso.
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El que es paciente muestra gran discernimiento;
el que es agresivo muestra mucha insensatez.
el que es agresivo muestra mucha insensatez.
Proverbios 14:29 (NVI)
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2 comentarios:
Curiosa la definición de "estado de ánimo", Ojo Humano. Supongo que, de alguna forma, también se puede aplicar a España o a Madrid.
Una pena lo de la violencia cotidiana. Pero es duro eso, acabar de trabajar, entrar en el Metro o en el autobús y sentir que para los políticos uno es como ganado: en Madrid han recortado mucho servicio y muchas veces se dan situaciones como las que describes.
No hay que esperar mucho del estado de ánimo en Navidad: las compras, las citas impuestas, los apretones, al final la gente está de peor humor que en un mes normal.
Me propongo ir por la vida con un buen ánimo, en especial en los viajes.
Ya hay aires Navidad, luces en los árboles y YA compre un pan dulce, rico...eso no se deja pasar, aquí hay de muchas variedades, con fruta, sin fruta, solo con nueces, etc.
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