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jueves, 3 de noviembre de 2016

Rutina en 100 palabras.

En clases de teología se ha planteado un desafío, resumir la rutina diaria en 100 palabras.
Para aprender la concisión.
Aquí vamos.
*
Tres veces por semana, sacar la basura.
Regar el prado solo dos veces. Unas muchachas que pasan miran extrañadas tal desperdicio de agua, seguro viven en modernas cajitas de fósforos, esto de mantener jardín suena a utopía.
Leer la Palabra de Dios antes de ningún mensaje o noticia.
Dar gracias a Dios por el nuevo día,  rogar su cuidado.
Tomar un vaso de agua tibia en ayunas y una fruta, en lo posible, cítrica.
Atender el teléfono, excepto los jueves.
Dar de comer a los cuadrúpedos de la casa, agradable compañía siempre.
Escribir.
Noticias de actualidad.
Planificar.
Leer.
Orar.
Comer.
 *

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"... cada cosa ha de ser decidida a su tiempo,
porque un grave problema tiene el ser humano:
 no sabe lo que va a suceder
y nadie se lo anunciará.
 Nadie es dueño de su vida
ni es capaz de conservarla;
no hay poder sobre la hora de la muerte..."

Eclesiastés 8:4-8

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(Fotografía de la buganvillia que cuido).

jueves, 18 de agosto de 2016

Las llaves perdidas.

 Desde el día que perdió el manojo de llaves no volvió a ser la misma.Una desazón permanente se le atravesó en la garganta.
La comida antes deliciosa se le tornó insípida, la preocupación obstruye el paladar.
Qué decir del sueño, las cinco de la mañana escuchando el canto de las aves nocturnas, practicó todas las recetas, leche tibia, infusiones, hoja de naranjo, dormir no era prioridad. Solo recordar por milésima vez el camino recorrido entre la llenura y el vacío de sus manos.

Barrió por completo la casa, cambió de posición los muebles, hurgó en todos los bolsillos, trastornada, inquieta. Ni un sonido metálico que aliviara su fiebre.
Encontró cosas inverosímiles, papeles olvidados, cartas de su madre, regalos aún envueltos, fotografías de momentos felices, boletos recortados o timbrados.
Sentada en el piso volvió a viajar, revivió los rostros amados, la ansiedad cedió paso a una especie de felicidad, la de los recuerdos atesorados en recónditos espacios cerebrales.
Regresó a la joven que fue, amada y admirada.

Cuando llegó del largo viaje al pasado, las llaves habían perdido todo valor.
Llamaré al cerrajero, pensó, y esa noche durmió como decimos en Chile “a pierna suelta”.


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 Hay una temporada para todo, 
un tiempo para cada actividad bajo el cielo… 
Un tiempo para buscar 
y un tiempo para dejar de buscar.

 Eclesiastés 3: 1 y 6

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Ilustración gracias  a:
http://www.saroltaban.com/

jueves, 14 de julio de 2016

Vida cotidiana.

Mientras duermo,
mientras viajo en Metro,
mientras digito estas letras,
la rosa que estallará al sol mañana trabaja presurosa en sus colores.

Mientras lidio con papeles en el Banco por un cobro sin sentido,
mientras reviso las cuentas del supermercado,
mientras visito una amiga enferma,
el limonero pone jugo a los limones que exprimiré en mi ensalada.

Mientras ruego en oración,
mientras sonrío,
mientras preparo una merienda,
mientras tomo un té chai a media tarde, 
el mar no deja de besar mi playa favorita, una y otra vez.

Si no viajo,
si no duermo,
si no voy al Banco,
si no canto,
si me encierro en una pena,
a rosa estallará mañana, esplendorosa,
el limonero dará su acidez,
el mar seguirá agitando sus aguas,
los ríos mantendrán su curso,
la nieve cae sobre Los Andes cada vez más blanca...

Me pregunto ¿qué tan indispensable soy?





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 Me di cuenta de que nadie puede descubrir 
todo lo que Dios está haciendo bajo el sol. 
Ni siquiera los más sabios lo descubren todo, 
no importa lo que digan.

Eclesiastés 8:17 (NTV)

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jueves, 7 de abril de 2016

Proporción (parte uno).


Está desproporcionado –dice-, tienes que subirlo del lado derecho y centrarlo un centímetro.
Trato de colocar un cuadro en la muralla de la cocina pero el equilibrio no me resulta fácil.
Después de varios intentos -y el ojo de águila de mi amiga Shony- queda perfecto.

Me he quedado pensando ¿qué es la proporción?
¿Cuándo algo está armónico y grato al ojo que observa?
¿Cómo descubrir el equilibrio óptimo de una cosa?
¿Existe la proporción perfecta?
¿Por qué a veces siento que algo "no calza" en una situación, en una persona o en un objeto?

Una vez escribí casi intuitivamente “la buena vida es un don y una proporción”. En ese momento no sabía bien porqué o cómo se llega a ese todo ideal.
Las matemáticas son mi lado flaco  (más que flaco, anémico); he tratado de explicarme el asunto con palabras donde me va un poco mejor,  solo que el lenguaje carece del cálculo exacto.
Así es que busqué ayuda.
Mi amigo L. envía una explicación que lo aclara un poco:

“Una definición sencilla y práctica de proporción es "la razón de correspondencia entre una parte y su todo" El ejemplo más práctico es una receta de cocina. 
Para preparar una masa, es necesario emplear una taza de agua por cada cuatro tazas de harina. Si tenemos dieciséis tazas de harina, ¿cuántas tazas de agua deberíamos usar? La proporción sería la siguiente: Harina / agua = harina / agua 4 tazas de harina / 1 taza de agua = 16 tazas de harina / x tazas de agua (x corresponde a la incógnita) 4x tazas de agua = 16 tazas de harina x = 16 tazas de harina / 4 x = 4 tazas de agua Por lo tanto llegamos a la conclusión que hay que usar 4 tazas de agua para 16 tazas de harina. Es decir tenemos una proporción de 1:4=A: H (Uno es a cuatro tazas de agua en relación a las tazas de Harina)” 


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 También sé que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre, 
sin que nada se le añada ni nada se le quite, 
y que esto lo hace Dios para que se le guarde reverencia.

Eclesiastés 3:14 (RVC)

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lunes, 4 de abril de 2016

Ha terminado el verano...

 “Ha terminado el verano, 
no sin antes marchitar con sus manos polvorientas a los girasoles, 
no sin antes resecar los cardos que crecen junto a los rieles.” 

Ningún otoño es igual a otro.
Parecidos, sin duda por el inconfundible panorama de árboles desnudos, hojas en las veredas, escolares que repletan las calles con sus risas de abril, nada saben (ni sospechan estos estudiantes) la serie de lágrimas y alegrías que les aguardan al fin del año cuando deban presentarse con sus notas para aprobar el curso. Como dice una amiga “al llegar a esa orilla veremos cómo cruzamos ese río”, hoy es solo reír.

Ningún otoño viene con las mismas maravillas.
Este de ahora ha llegado con un viento tibio-helado -bastante bipolar- que se desliza entre las piernas, pobres las mujeres que usan faldas, más de un apuro han pasado. El pícaro airecillo juega con el ruedo hasta alturas incómodas dejando entrever coquetas intimidades.

No son los árboles los que definen el paisaje otoñal.
Ni las calles.
Ni el tráfico permanente que regresa con los veraneantes.
El tiempo está definido por su avance inevitable en el mapa de la piel.

Sí, no soy la misma de otros otoños, unas pequeñas arrugas se agregan al paisaje facial, pensamientos intuitivos y constantes,  un apremiante deseo en la búsqueda de Dios, interrogantes que esperan respuesta.

Definitivamente este otoño trae una tarea renovada en la oración.


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  Dios hizo todo hermoso en su momento, 
y puso en la mente humana el sentido del tiempo, 
aun cuando el hombre 
no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin.


Eclesiastés 3:11 (NBAD)

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(Vista de otoño en Alameda-Santiago, Chile) 

sábado, 17 de octubre de 2015

Detener el tiempo (2)

En nuestra comunidad evangélica latinoamericana y tercermundista el tema de la Navidad se inicia en octubre con la planificación de los últimos meses del año.(Los chilenos somos los reyes de la procrastinación)
Sacarle el jugo a este tiempo es la consigna. 
Celebrar conferencias, seminarios, presentaciones, cursos, paseos, etc. 
Como si el mundo se terminara el 31 de diciembre. 
Algunos piensan  -¡oh, ilusión!-, detener el avance de las horas.

Este año no es la excepción. 
He sido invitada a dos seminarios, una marcha, tres congresos, un posgrado, un taller de manualidades concernientes al tema Navidad "ad portas" y una reunión de planificación de la amiga secreta y paseo anual. 
¡No hay cómo estirar las horas! Cada día debería tener 48, solo así podría asistir a todo. 

Una amiga me dice “priorizar, priorizar”. 
Pero ¿cómo eliges? Si un evento no cumple las expectativas estarás pensando que debiste asistir al otro y así…ay, deberíamos tener el don de la ubicuidad ¿no? (solo por octubre-noviembre, Señor).

Me siento a leer Eclesiastés. 
Nunca tuvo tanto sentido eso de: 

"Todo tiene su tiempo. 
Hay un momento bajo el cielo para toda actividad: El momento en que se nace, y el momento en que se muere; el momento en que se planta, y el momento en que se cosecha; el momento en que se hiere, y el momento en que se sana; el momento en que se construye, y el momento en que se destruye; el momento en que se llora, y el momento en que se ríe; el momento en que se sufre, y el momento en que se goza; 
( Eclesiastés 3:1-4)

Debo recordar que habrá un 1 de enero (si Dios lo permite) y bajarme del estrés.
Definitivamente.

***




(Fotografía: Reloj de flores en Viña del Mar)



viernes, 17 de julio de 2015

Retrospectiva en noche de invierno.

Es una noche oscura y helada.
La reunión se ha prolongado más allá de una hora razonable, unas visitas del extranjero tienen mucho que decir, los disculpamos.
A la salida ofrezco trasladar a un amigo al que le espera  hora y media en Metro.
 Acepta con alegría.
Cualquier viaje –más si es en el cubículo ínfimo de un “city-car”-   invita a la conversa, y si la amistad data de algunos años, confidencias ad portas.
Como esas viejas postales teñidas de sepia va desmenuzando sus recuerdos, qué será de…, dónde estará tal… ¿te acuerdas de N…?
Mi computadora cerebral saca del archivo rostros olvidados y los va ordenando de manera matemática, ahí está ella, la chica hermosa separada del marido, más allá el esposo “tirado a los vicios”, aquel que cantaba en el coro y perdió la voz en un accidente, el que tocaba la guitarra sufrió una desilusión de fe, ya no toca ni el timbre de su casa. El que se fue al extranjero, la que vive en el Norte, la que se fue de misiones, el que estuvo preso por un asunto político…

Es extraño cómo almacenamos tantos detalles que no teníamos idea que estaban ahí, basta un nombre, un color, una canción y las imágenes vienen como el cuchillo afilado que nos pilla el dedo y nos corta, la sangre brota sin darnos cuenta.
Gracias a Dios el recorrido no fue tan largo, mi pasado no es tema predilecto, me abruma un poco hacer ese ejercicio inútil.
La vida está delante.
Para una retrospectiva basta y sobra con el Libro de Los Hechos incluyendo la vida del apóstol Pablo, más edificante e inspirador que nuestras vidas mínimas.


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 "No añores «viejos tiempos»;
    eso no es nada sabio."

Eclesiastés 7:10  (NTV)


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miércoles, 8 de julio de 2015

Agradecida de los productores.

Este último tiempo, mientras he compartido algunas recetas de comidas chilenas, he pensado en aquellos que proveen los ingredientes básicos para elaborarlas.
El sembrador de papas.
La cosechadora de uvas.
El productor de paltas.
El camionero que traslada carne.
El criador de pollos.
La que cultiva especias.
El elaborador de envases.
El que se dedica meticulosamente –aun en las madrugadas- a producir el pan de cada día, pan sabroso y tibio que llega a nuestra mesa antes que abramos los ojos.
El pescador que, en una noche negra, se aventura más allá de la playa para que yo disfrute una merluza fresca y hasta fileteada.
Miles de personas trabajan para darme de comer y beber.

Delante de Dios pido bendiciones para cada uno (a), Dios bendiga sus manos y dé fuerza a sus cuerpos, inteligencia a sus ideas, alegría en lo que producen.
Soy una agradecida especialmente del agricultor, un trabajo de gran valor y fe, riesgoso cuando las lluvias esquivas dan una magra cosecha que a veces no alcanza ni para cancelar los gastos.

Mi amigo F.  es mediero de un cultivo de papas en el Norte.
El año pasado le pidió a todo el mundo conocido que rogáramos por su siembra, una plaga se había instalado en el país y corrían riesgo de perderlo todo. 
Nuestras oraciones fueron -por gracia de Dios- contestadas positivamente.


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Así que llegué a la conclusión 
de que no hay nada mejor que alegrarse
 y disfrutar de la vida mientras podamos.
 Además, la gente debería comer,
 beber 
y aprovechar el fruto de su trabajo,
 porque son regalos de Dios. 


Eclesiastés 2: 12-13 (NTV)

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viernes, 3 de julio de 2015

Recetas chilenas: parrillada.

Sí, ya lo sé, la parrillada no es típica de Chile, pero es  la comida que más personas reúne, sin ninguna duda. No conozco a “nadie” que rehúse a una invitación de carnes blancas o rojas asadas al fuego o como mis amigas vegetarianas, ellas asan verduras, la cuestión es juntarse y disfrutar un momento de comida y risas.
La convocatoria a una parrillada significa un tiempo de celebración, informal, sabroso, divertido. Los muchachos modernos comen de pie alrededor del fuego, carne y pan. Eso de las papas y ensaladas es cosa de mujeres, argumenta uno. Las familias prefieren una amplia mesa donde todos pueden servirse lo que cada uno prefiera.
Es lejos la comida más conversada…si no hay partido de fútbol entremedio.

Ingredientes para 4 personas (carnívoros y vegetarianas) :
1.500 grs. Carne roja, lomo veteado, abastero o sobrecostilla (en algunos súper venden “asado americano”, es bien blando y sabroso).
 4 tutos de pollo condimentados con sal y orégano.
4 chuletas de cerdo (o costillar).
4 tiras de longanizas.
4 cebollas ( 2 para asar y 2 para ensalada).
2 berenjenas,
2 zapallo italiano (zucchini)
2 puerros,
2 pimentón (todas las verduras partidas por la mitad y aliñadas)
8 papas cocidas con cáscara.
1 lechuga de su preferencia.
1 Kg. de tomates, cilantro picado.
1 limón para limpiar la parrilla (me resulta mejor que la cebolla)
1 bolsa de carbón de 3 kilos aproximado.
Sal.

Preparación:
El carbón abundante, las brasas nunca demasiado encendidas, la parrilla puesta ni tan baja ni tan alta, los ingredientes previamente preparados, y sí, me gusta con unas papas cocidas + lechugas + chilena” + pebre.
Cuando el fuego esté a punto colocar las carnes limpias del exceso de grasa y asar por unos 15 minutos. Particularmente le coloco la sal al darla vuelta. Vigilar que no se queme. Colocar las verduras, verificar la sal. Encender el horno de la cocina a calor muy bajo y en una fuente adecuada poner lo que se va asando, mantener el calor. 
Por cierto, la mesa Jag Grill  de la foto me ha parecido un estupendo invento si somos habitué de la parrilla. Conozco personas que todas las semanas se juntan para disfrutar un asado (si el bolsillo da para tanto).

Por estos días he experimentado con un brasero de mesaresulta muy cómodo  asar para pocas personas.


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El que come de todo, come para el Señor, 
y lo demuestra dándole gracias a Dios; 
y el que no come, para el Señor se abstiene,
 y también da gracias a Dios.   
Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo,
 ni tampoco muere para sí.  
 Si vivimos, para el Señor vivimos; 
y si morimos, para el Señor morimos.
 Así pues, sea que vivamos 
o que muramos, del Señor somos.

Romanos 14: 6-8


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jueves, 28 de mayo de 2015

Pequeñas historias del Metro (5)

( Estación de Metro decorada con mosaicos, Puente Alto)

La vida a la salida del Metro bulle como bullía -guardando las proporciones- en los alrededores del estanque de Betesda.
Gente con hambre que busca –por el olor- algo de comida al paso.
Muchachos que salen de clases, ateridos pidiendo un café “bien calientito”.
Madres con niños comprando una sopaipilla con mostaza o padres que llevan alguna golosina a sus retoños que esperan en casa.
Todo es rápido, queremos llegar al calor del hogar pronto.

Entre esos vendedores está Anita. Ofrece alfajores –pequeños dulces de galletas rellenas con manjar-, para ayudar con algún dinero a su madre y hermana pequeña.
Es emprendedora la Anita. Poderosa en carácter y temperamento. No hay frío que la detenga, protestas callejeras o garúa en ciernes. Verano, invierno, cada mañana, parece que la hubieran plantado en la vereda.
En su mano una caja primorosamente decorada exhibe su mercadería y la sonrisa ¡esa sí que es sonrisa!

Converso a veces con ella. Es un deleite su lenguaje, poco habitual en personas que se dedican a vender en la calle. Me cuenta que está terminando la carrera para ejercer de parvularia. Estudia por las noches. Pronto podrá dejar el negocio, tal vez en un año y dedicarse a la docencia, que claro, no es tan bien remunerada pero es más estable, con un contrato y buen horario. 
Me cuenta de su madre que elabora los dulces, según ella “tiene mano de monja”.
Cada vez que bajo del Metro paso a desearle bendiciones.


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 Entonces llegué a la conclusión 
de que no hay nada mejor que disfrutar de la comida y la bebida, 
y encontrar satisfacción en el trabajo.
 Luego me di cuenta de que esos placeres 
provienen de la mano de Dios.

Eclesiastés 2:24 (NTV) 


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sábado, 16 de mayo de 2015

Pequeñas historias del Metro (2)

 
¿Cómo puedo vivir sin tu amor?
¿Cómo sigo respirando si me has abandonado? 
Regreso del cementerio y los que me rodean lo ignoran.
No saben que mientras más repleto va el Metro, más solo me siento.
¿Habrá entre todas estas personas un alma caritativa que me escuche? Cada uno va conectado a su música, su radio, su lectura, su mundo.
Todos se aprietan entre sí como buscando disminuir la soledad, pero son solo cuerpos que sudan y comparten un minuto trivial. Nadie sabe nada de nadie, solo el roce al que se han adaptado les advierte la presencia de los otros.
La soledad del que ha perdido la mujer amada.



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 Es mejor ser dos que uno, 
porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. 
Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; 
pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas.

Eclesiastés 4:9-10 (NTV)

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(Fotografía del Metro, Santiago, Chile)

viernes, 27 de febrero de 2015

27-F y las 9.968 réplicas.


Viajo al Sur.
Mientras el bus come kilómetros, miro la carretera y recuerdo aquel viaje en el 2010, a pocos días del terremoto del 27 de febrero.
Aquella vez la carretera era una cuncuna ondulante llena de grietas.
Nos desviaron muchas veces a caminos aledaños por los cortes de puentes, los forados, el desastre impredecible, la trastornada situación.
Un escenario incontrolable.
Nadie sabía por dónde empezar.
Seguía temblando.
Siguió temblando.
Hasta hoy se cuentan 9.968 sismos de baja y mediana intensidad, aunque eso es relativo, mi amiga M. que vive en un piso 18 los siente bien diferente.

Mientras viajo miro la carretera y el paisaje.
No hay huellas de una debacle o que por allí hubiese pasado la catástrofe.
Campos sembrados con profusión, viñas, maizales, frutas de exportación, tierras preparadas para la siembra, compañías fruteras en pleno movimiento, vías nuevas de impecable cemento, kilómetros de terrenos verdes.

Me gusta el país que voy recorriendo.
Siento un grado de plenitud inexplicable, muy agradecida porque Dios me permite vivir estos días preciosos.
Y comprobar que nuestras autoridades no lo han hecho tan mal como algunos quieren que creamos.

Llego a Chillán.
¡Qué ciudad más amigable!
Una boda es siempre una grata invitación, muchos instantes de alegría concentrados en un tiempo breve. Apenas un día.

Un día gozoso.


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…no hay nada mejor que disfrutar de la comida y la bebida, 
 y encontrar satisfacción en el trabajo. 
 Luego me di cuenta de que esos placeres 
provienen de la mano de Dios. 
Pues, ¿quién puede comer o disfrutar de algo separado de él? 
Dios da sabiduría, conocimiento y alegría… 



Eclesiastés 2:24-25 


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(Fotografía: Vista parcial de la Plaza de Chillán )


jueves, 13 de noviembre de 2014

Nadie nos enseña a perder.

Aquella tarde del verano más tórrido que hayamos vivido, me paré a aspirar una pequeña brisa que venía del oeste, suave y perfumada.
Junto con la brisa, casi tangible, vino el recuerdo de mi amiga S. que se fue para el Norte. 
Las piernas y el pensamiento casi me derriban. “No volveré a verla y debo vivir con eso”.

Hace poco leí esta frase de Dietrich Bonhoeffer , “En primer lugar: no hay nada que pueda sustituir la ausencia de una persona querida, ni siquiera hemos de intentarlo; hemos de soportar sencillamente la separación y resistir.”

Exactamente fue eso.
Un pinchazo penetrante y doloroso. Una herida inesperada y alevosa.

Nadie nos enseña a perder. No sabemos enfrentar la ausencia, los avatares económicos, los duelos.
 Tal vez por eso se nos prohibe llorar en público -o no es "bien visto"-, a menos que una sea muy discreta.

Pienso en la madre de aquel muchacho muerto. 
Me invade el mismo pensamiento e idéntico dolor de aquella tarde de verano. Desfallecimiento, un cansancio extraño y permanente.
No lo veremos otra vez. Ella no volverá a verlo y deberá aprender a vivir esas tardes de ausencia.
Perder es el negro luto que no destiñe con el tiempo. 
No oirá otra vez la voz llamándola ni el beso en cada despedida cuando salía al trabajo.
Ni los miles de momentos inigualables que comparten madre e hijo.

¿Cómo, mi Dios, aprendemos a vivir con las pérdidas, los fracasos, los duelos?
Me inclino y ruego por ella.
Solo la gracia y el poder de Dios pueden sostener un corazón desgarrado por la ausencia de una persona amada.
Y por el mío que jamás se resigna.
Cada tarde es como la primera. Todas las alegrías son traslapadas por los que no están.

No hay tiempo ni paliativo, solo resistir.


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Todo tiene un tiempo...

Tiempo de buscar
Tiempo de perder

Eclesiastés 3:6

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martes, 14 de octubre de 2014

Vino, gaseosas,té.

Los evangélicos en Chile hemos cambiado sustancialmente en estos últimos años. 
Tal vez se deba a la bonanza económica, el laicismo tan de moda o los últimos tiempos de los que habla la Palabra. 
Nos sentamos a la mesa, una muestra abundante de carnes a la parrilla, ensaladas surtidas, salsas, pan amasado, bebidas de fantasía…y vino. 
Vino chileno de buenas cepas, según la anfitriona. 
La persona sentada frente a mí se extraña que no beba gaseosas ni vino. No entiendo por qué, él también es cristiano evangélico. 

-Eso de ser abstemio pasó de moda -dice, insistiendo-, además la carne amerita un buen vino. 
-No tengo costumbre, le respondo lacónicamente (para qué le voy a explicar el asunto teológico, no es el momento adecuado).

No me incomoda que otros beban lo que estimen correcto. Cada persona (se supone) conoce su organismo, es responsable de su ingesta y sabrá cómo llegar a su hogar sin conducir en estado de ebriedad. 

¿Es sano para el cuerpo beber alcohol? 
¿Es edificante para el espíritu? 
¿Ayuda a una buena devoción cristiana? 

 Por un lado el rey Salomón defiende el consumo “Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios” (Eclesiastés 9:7) y por otro el apóstol Pablo aconseja: “No se embriaguen con vino, lo cual lleva al desenfreno; más bien, llénense del Espíritu.” (Efesios 5:18) 

Chile es un país cada vez más alcoholizado, con todos los problemas primarios y secundarios que genera, desde violencia al interior de la familia hasta accidentes de tránsito con resultado de muerte, pasando por una amplia gama de complicaciones menores que siempre dejan una secuela de dolor. 

Este lunes se ha discutido una medida comunal de restricciones horarias para ventas en bares y botillerías. Sin duda un cambio polémico que dejará contentos a los vecinos y descontentos a usuarios y comerciantes.

En cuanto a mi, déjenme disfrutar mi té chai, frío o caliente, insuperable.








jueves, 1 de mayo de 2014

Celebrando el Día del Trabajo.


Si pudiera elegir otro lugar donde trabajar, el de la foto es sin duda el ideal. 
Aunque sería desagradecida si no me alegrara en el que estoy, lugar que Dios preparó muchos años. 



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Entonces llegué a la conclusión 
de que no hay nada mejor 
que disfrutar de la comida y la bebida, 
y encontrar satisfacción en el trabajo. 

Luego me di cuenta 
que esos placeres provienen de la mano de Dios. 
Pues, 
¿quién puede comer o disfrutar de algo separado de él?  


Eclesiastés 2:23-25 (NTV) 


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miércoles, 16 de abril de 2014

Ausencia.

Desolada, esa es la cuestión. 
Bueno, ya sé que tienes otras ambiciones. 
La tristeza me provoca ganas de escribir.
Escribo, forma cobarde de sanar heridas.
Desvelada en las madrugadas, recuerdo. 
La noche llena de imágenes inalterables. 
La nostalgia me hace vomitar. 
Mientras oro las palabras me anulan. 
He perdido el asombro. 
He perdido el éxtasis. 
La noche camina de prisa al amanecer. 
Las manos volverán a estrecharse. 
No tengo prisa. 
Bebo hasta el fondo el amargor de la copa que se me da. 
Como la alegría también la pena. 
Nada destruye el cimiento del amor. 
Soy fiel a los ausentes. 




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"Como dirigí mi atención hacia el conocimiento y la sabiduría, 
para entender todo lo que se hace sobre la tierra, 
algunas veces no podía conciliar el sueño ni de noche ni de día. 
Así pude ver todo lo que Dios ha hecho, y vi también que el hombre 
no alcanza a comprender todo lo que se hace bajo el sol. "


Eclesiastés8:16-17 (RVC)
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lunes, 10 de marzo de 2014

Impuntual.

Nunca llegó a tiempo a ninguna parte. 
El día de su funeral esperamos más de dos horas, según explicó su familia, había ordenado que nadie la viera sin acicalarse como es debido, causa primaria de la impuntualidad.
- ¡ Jamás saldré a la calle sin maquillaje !, me dijo un día. 
Cuando se dignó a aparecer hasta el clérigo se había dormido en un asiento, el cementerio había cerrado y las plañideras ya no tenían lágrimas.



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Hay una temporada para todo, 
un tiempo para cada actividad bajo el cielo. 
Un tiempo para nacer y un tiempo para morir. 
Un tiempo para sembrar y un tiempo para cosechar. 


 Eclesiastés 3:1-2 


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viernes, 20 de septiembre de 2013

Prisioneros de esperanza (1)

en la serena luz
de un sol siempre radiante
en los días primaverales,
¿por qué las flores nuevas del cerezo
se dispersan como agitados pensamientos?
Ki no Tomonori

El hombre abre su negocio indiferente al cambio que empieza a rodear la calle.
Los aires se renuevan, se arremolinan los colores en las aceras, los olores viajan con esporas de frutas en ciernes, las aves trinan gozosas y enseñan a volar a los polluelos.
El hombre abre la puerta para recibir los clientes, no sabe que hay guerra en el Oriente Medio, no sabe que llegaron vecinos a los departamentos recién construidos, ni idea del brote de los árboles.
Temprano llega el pan, los trabajadores esperan la marraqueta caliente para un buen emparedado con queso. Él los atiende presuroso y amable. Sabe que en estos tiempos los negocios hay que manejarlos con prontitud, la voraz competencia arrecia contra los almacenes de barrio.
La vida transcurre delante de sus ojos, los niños van y vienen al colegio, las madres pasean por la plaza, chicos traviesos juegan en los prados, llueve, hace sol, es festivo o día laboral, él solo abre la puerta y no vuelve a salir hasta tarde, oscuro, regresa a su casa, duerme unas horas, al salir el sol del día siguiente está ahí, como una cita impostergable.
Y así pasan años.

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Algunas personas trabajan con sabiduría, conocimiento y destreza, 
pero luego tienen que dejarle el fruto de su labor a alguien que no ha trabajado para conseguirlo. 
Eso tampoco tiene sentido, es una gran tragedia. 
Entonces, 
¿qué gana la gente con tanto esfuerzo y preocupación en esta vida?  
Sus días de trabajo están llenos de dolor y angustia, 
ni siquiera de noche pueden descansar la mente.  
Nada tiene sentido. 
Entonces llegué a la conclusión de que no hay nada mejor que disfrutar 
de la comida y la bebida, 
y encontrar satisfacción en el trabajo. 
Luego me di cuenta de que esos placeres provienen de la mano de Dios.  
Pues, ¿quién puede comer o disfrutar de algo separado de Él?


Eclesiastés 2:20-25 (NTV)

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miércoles, 22 de agosto de 2012

Viajar en compañía.

Ayer recibí una propaganda que me invitaba a viajar.
Varios tours, uno por Chiloé, bien al Sur de Chile o cruzar la Cordillera de los Andes para recalar en Mendoza, o quizá al Norte, al desierto.
En compañía de otras 24 personas, todo incluido. 
Por cierto, una oferta tentadora, solo hasta fines de año. 
Viajar con otras personas tiene grandes ventajas, uno aprende a convivir con la diversidad, crea paciencia al aceptar las decisiones de otros, desarrollas amistad con personas desconocidas, se siente una seguridad cuando vas a lugares inexplorados, en fin, hay beneficios. Sin duda también hay desventajas, pero eso lo dejaremos para otra ocasión.

¿Si me atreveré a ir?
Me gustaría, pero mi año ya está organizado, las finanzas ordenadas, tal vez en otra ocasión, tú sabes, siempre en la vida hay nuevas oportunidades y nuestro Padre nos ayuda a elegir lo adecuado. 


 
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“Es mejor ser dos que uno,
porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito.
Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle;
pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas”.

Eclesiastés 4:9-10
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(Fotografía gracias a: Channi Anand)