viernes, 20 de julio de 2018

El sagrado pan.

Ninguna duda, las adicciones son universales y traspasan toda clase social.
Las hay legales, ilegales, simples y fatales.
Todo puede suceder cuando se es incondicional de lo que sea.
Se puede una volver hasta coleccionista de una tendencia, sea culinaria, deportiva, política, intelectual o mística.

En mi caso, -lo confieso- mi debilidad es el pan.
Parece algo inocente, pero el doc de mi corazón me ha mandado a la nutricionista para que baje la ingesta de carbohidratos, “mejor es prevenir que lamentar”, me ha dicho con esa cara de sabelotodo que ponen doctores cuando te dan un veredicto.
Mi pan de cada día, todos los panes del mundo, pan de campo, tortilla de rescoldo, la maravillosa marraqueta, hallulla, bocado de dama, pita, de queso, croissant, dulcino, con aceitunas, con cebolla, arepa, negro integral, a la sartén, amasado con ajo, dobladitas, con semillas, cuadrado, redondo, rectangular, bollo, con cebollas como la focaccia, baguette, de maíz, de arroz, el sorprendente naan, todo vale.
Me invitan a una fiesta, ahí está una mesa con bocados deliciosos…de pan.
En un asado que se precie no puede faltar…el pan.
Desayuno, tostadas con mantequilla.
Onces, churrasca con queso o palta.
De noche, sopita de pan con cebolla y merquén.
Mi amiga Nona va a comer a los chinos (ellos solo sirven arroz) y lleva su pan en la cartera.
El pan es una devoción diaria, con su ritual de degustación incluido. Por algún motivo nos decían de niños que “no debes botar el pan, porque es la cara de Dios”.
La meta, un pan al día. ¿Quién puede soportar ese racionamiento?


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32 Jesús les respondió: 
—Les digo la verdad, no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, fue mi Padre. 
Y ahora él les ofrece el verdadero pan del cielo, 
 pues el verdadero pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo. 
 —Señor —le dijeron—, danos ese pan todos los días. Jesús les respondió: 
—Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; 
el que cree en mí no tendrá sed jamás. 
 Pero ustedes no han creído en mí, a pesar de que me han visto.

Evangelio de Juan 6:32-36

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viernes, 13 de julio de 2018

Mundo plástico.

El Barrio Meiggs  –ya saben es mi sector comercial favorito-  ha explosionado con los artículos de plástico. Desde bolsos parecidos a los Louis Vuitton hasta un carrito con motor, pasando por cucharas-aretes-vasos-zapatos-lápices-florecillas-maceteros-platos-cepillos de pelo-pelucas-pendrive-individuales-manteles de mesa-muñecas y un cuantuay de juguetes infantiles-pinturas, imitaciones de pintores-más un gran etcétera.

Por estos días el gobierno está tramitando una ley para terminar con el uso (y abuso) de las bolsas plásticas en el retail, la contaminación de las playas con desechos, el poco o nada cuidado que tenemos con el medio ambiente,  la basura sin reciclar y las millones de bolsas que dejaremos de herencia, vaya a saber una cómo lo harán nuestros descendientes.
Recuerdo a mi madre, la primera prenda de vestir "plástica" que me regaló “no se plancha”, dijo alegremente, como si hubiese descubierto una mina de oro. Porque eso de planchar la ropa es un verdadero trauma de juventud cuando trabajaba free lance para pagar mis estudios.
Con el tiempo vamos descubriendo que eso tan estupendo o que nos soluciona una molestia,  crea un problema adicional.
Un problemón.

No sé si volveremos a las bolsas de papel (que también son una complicación) o a las de tela, a las de coirón o totora, al antiguo canasto de mimbre, a la pilgua ancestral o derechamente –como me sucedió hace unos días- llevar los artículos adquiridos en la mano.
De momento voy a la feria de frutas con un carrito de mano, comprado en Meiggs, obviamente.


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Con sabiduría se construye la casa;
    con inteligencia se echan los cimientos.
Con buen juicio 
se llenan sus cuartos 
de bellos y extraordinarios tesoros.
El  que es sabio tiene gran poder,
    y el que es entendido aumenta su fuerza.


Proverbios 24:3-5

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viernes, 6 de julio de 2018

Nota personal para niño en su primer cumpleaños.

Despierto y doy gracias por el día.
Desayuno una limonada tibia previa a la leche de cuáker (decir leche es un eufemismo, debería decir un agua de cuáker) y me acuerdo de ti, de tu risa con margaritas y las manos al aire despidiéndose.
Porque debo recordarte cada día, si no lo hago el corazón se haría trizas. No una vez, incontables veces esbozo tu forma de caminar, los balbuceos de tus pocos meses, los ojos redondos descubriendo el mundo, lo que te espera en cada día de aventuras.
Pienso con cierta nostalgia en las épocas que no alcanzaré a vivir para mostrarte cómo es la Cordillera de los Andes, el sonido perenne del mar y las altas araucarias en las montañas del sur.
Te recuerdo porque no sé si volveremos a pisar juntos las playas infestadas de algas moribundas cuando aprendas a caminar erguido, te recuerdo para retardar la muerte que me aguarda a la vuelta de cualquier día, en algún paso de cebra o un cruce de semáforo en mal estado y un automovilista embriagado se salte todas las leyes.
Cuido con esmero la salud para volver a verte. No deseo que un pequeño e invisible virus nos niegue la ocasión de reír juntos en tu primer cumpleaños, porque has de saber que sí, que ahora cuento los días para hacer una fiesta en tu honor.
Todo niño debería ser celebrado, nunca sabes si estás educando un presidente de la nación, un misionero a la Cochinchina, un gran músico que deleite los oídos de millares –o como la madre- un fervoroso predicador de la Palabra.


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Jesús los llamó diciendo:
 “Dejen a los niños venir a mí 
y no les impidan 
porque de los tales es el reino de Dios.

Lucas 18:16


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viernes, 15 de junio de 2018

Santiago nevado.

Media hora de recreo.
Salimos a jugar, desde el presidente y su esposa hasta el friki que no abandona nunca su computadora. La nieve hace milagros en esta ciudad.
Venía todo en un paquete exprés, cielo vestido de negro total, lluvia, granizo, agua nieve y nieve.
Luego un sol radiante.
Por un momento nos dejamos envolver por la maravilla poco habitual en nuestros inviernos santiaguinos.
Gracias a Dios, agua no faltará este verano.


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"¿Tiene padre la lluvia?
¿Quién da a luz el rocío?
 rocío29 
¿Quién es la madre del hielo?

    ¿Quién da a luz la escarcha que viene del cielo?
30 
Pues el agua se convierte en hielo, duro como la roca,
    y la superficie del agua se congela."



Job 38:28-30


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viernes, 8 de junio de 2018

Lee poesía, hace bien para la salud.

" Lee, Señor mis versos defectuosos
que quisieran salir pero no salen:
ya ves que poco valen mis esfuerzos 
y mis desdichas ay qué poco valen."
Oscar Hahn

Ante la incredulidad que se extiende, leo poesía.
Descubro el corazón de David en los Salmos, de Salomón en los Proverbios, a Sor Teresa, a los poetas de la lluvia y del sol, antiguos y modernos, asiáticos, americanos, europeos.

El mundo se desconcierta con petitorios banales (tal vez no tan banales, todavía no está muy claro).
Leo poesía para resistir el precipicio.
Quiero estar en el centro, las orillas me aterran.
Los cambios llegarán, sin duda. Todo cambia, dice una canción y nuestro sentido común lo sabe por experiencia.
El mundo ha tenido transformaciones desde que es mundo, toda generación tiene derecho a tropezar con sus propias piedras y sacarse la mugre.
Llorar y vociferar está en nuestro ADN.
Esta vez nos toca a nosotros, la vorágine amenaza la seguridad, una incertidumbre se instala en la mente global  y se esparce a todos los rincones.

Leer poesía para soportar y salvarse de la locura colectiva.



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Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono
 un libro escrito por dentro y por fuera, 
sellado con siete sellos. 
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: 
¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 
 Y ninguno, ni en el cielo 
ni en la tierra, ni debajo de la tierra, 
podía abrir el libro, ni aun mirarlo. 
Y lloraba yo mucho, 
porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, 
ni de leerlo, 
ni de mirarlo. 

Apocalipsis 5:1-4

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viernes, 1 de junio de 2018

De adivinas y su fama.

En mi antiguo barrio vivía una adivinadora.
A su puerta llegaban autos y dueños de todo tipo de pelo, la fama es un soplo que traspasa cualquier condición social, más aún si somos un país adicto a lecturas proféticas, grafología, tarot, horóscopos, hojas de té y cuentos mágicos, entre otros.

La Sra. Bruni, la adivina, vivía con sus hijos –escolares todavía- y su hermano, Juanito, un muchacho afable y amistoso que le ayudaba en la crianza de los tres niños.
Cierto día vino a su consulta una joven, bastante apenada por la indiferencia de su amante. Doña Bruni le pidió una fotografía del susodicho para ver qué podría hacer en esas circunstancias. La muchacha sacó de su cartera un retrato, en ella la estampa de Juanito estaba más que clara.
Reponiéndose de la sorpresa doña Bruni le explicó la vida del joven con lujo de detalles y le aconsejó que lo olvidara pues estaba de novio con una mujer del barrio donde vivía. Nunca le reveló lo del parentesco. Obviamente la chica se fue con la impresión que aquella adivina sí que era verdadera.

 Así es como se construye la fama en este mundo.


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Que no haya en ti nadie 
que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, 
ni nadie que practique la adivinación, 
ni sea agorero, 
ni sortílego, 
ni hechicero,  
 ni encantador, 
ni adivino, 
ni mago, 
ni nadie que consulte a los muertos. 

Deuteronomio 18:10-11

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(Fotografía, Cordillera de Los Andes).

viernes, 25 de mayo de 2018

Pertenecer.

"De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido
a Quién prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida."

(Jorge Luis Borges, fragmento)

La mujer me extiende -amistosa- su oscura mano con un vaso de agua.
Hay en su gesto una bienvenida a la colectividad, la confianza ancestral que te da derecho para hablar, opinar, participar y –tal vez- hacer alguna tarea designada por los jefes de la tribu.
Yo,  que he sido un pájaro –amiga de cuanta ave cruce el cielo-, me siento cohibida, la perspectiva de pertenecer me da escalofríos.
Pertenecer (un verbo que me cuesta conjugar), adquirir un lenguaje críptico, común a los de ese signo, vestir para no desentonar, obedecer leyes tácitas o escritas, de ningún modo traspasar los límites.
A cambio, pertenecer.
Una seguridad que el lugar dónde estás sentada no se moverá fácilmente, la certeza de compañía, consejo, confianza, palabras importantes en el “día malo” que a todos nos espera.

La soledad –dicen- no es una agradable compañía. Por cierto, esa es una verdad a medias.
Cuando estas solo no corres el riesgo de traiciones y la libertad es menos mítica, se disfruta el tiempo vagabundo, aunque siempre está la tentación de observar desde una orilla a la cofradía.
 Aun así, aunque se demore, la pertenencia es ineludible, aun cuando te defiendas, llega el día que alguien o algo te pilla volando bajo y ¡hete ahí!, quedaste atrapado en la red.


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(Jesús les dijo)
"Ustedes no me eligieron a mí. 
Más bien, yo los elegí a ustedes, 
y los he puesto para que vayan y lleven fruto, 
y su fruto permanezca; 
para que todo lo que pidan al Padre en mi nombre, 
él se lo conceda."

Evangelio de Juan 15:16


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viernes, 18 de mayo de 2018

¿Has oído llorar los perros?

“Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
 y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de pasar
por tal manera.”


Lloran al unísono los perros como un concierto orquestado por un buen director.
Los vecinos presiente la muerte que ronda.
Viene y se posa sobre el rostro de la anciana que ha estado toda la tarde esperándola.
Ella sonríe levemente.
Sus manos -que están sobre las mías-, van helándose poco a poco y sus ojos quedan prendidos en la eternidad.
Alguien baja sus párpados, tal vez temeroso de encontrarse con un pozo sin fondo.
Dejan de aullar los perros, apenas gimen.
La tarea está concluida.
Los vecinos respiran hondamente, entienden la oportunidad que se les otorga.
El barrio –y el atardecer- está en paz.

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Así como la muerte llegó a la humanidad 
por medio de un hombre, 
también por medio de un hombre llega la resurrección. 
Así como Adán trajo la muerte a todos, 
Cristo nos traerá vida a todos nosotros.

(El apóstol Pablo en Carta a los 1 Corintios 15:20-22 PDT)

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viernes, 4 de mayo de 2018

Momento de otoño.


"Aclárame, por favor, 
Dios de las galaxias, 
Hazme un meteorito, 
     O bien una metáfora. . ."
(Elizabeth Jennings)

Es tiempo de podar las rosas.
Mientras curioseo el jardín y organizo el trabajo, miro las nubes -como los pájaros-, siempre en movimiento.
Como Dios de quien Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja y yo trabajo
Las nubes cambian según las mueve el viento y en ellas se lee la inmensidad del universo más allá de nuestros pequeños ojos que van perdiendo la nitidez y la luz.
Más allá de nuestras adversidades y lágrimas el universo se mueve por la mano que lo preserva, el que nos ama y nos busca.
 Me siento observada -me ruboriza saberlo-,  tomo las tijeras para inclinarme a podar las rosas.
¿Quién soy para que fijes en mí tu mirada y se detenga en estas deslucidas manos?




viernes, 27 de abril de 2018

Reinventarse.

No se amolden al mundo actual, 
sino sean transformados mediante la renovación de su mente.
 Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, 
buena, 
agradable 
y perfecta.
Romanos 12:2 (NVI)


Al varón de las cuarenta enfermedades le ha costado asumir su nueva vida.
Convaleciente espera.
Espera volver a su posición de joven, invulnerable.
Tal vez su rehabilitación sea larga.
Tal vez nunca se recupere.
Aceptar las nuevas condiciones es una tarea diferida en el tiempo, malhumorada y frustrante, más si es el tema de salud. Sentirse disminuido, limitado, débil y dependiente de otras personas es humillante.
La humillación es una escuela durísima cuando se ha tenido el orgullo de ser aquellos "muchachos del verano" de los que habla el poeta.

¿Cómo logra reinventarse?
No veo que lo intente.
La edad va adaptando otras costumbres, rutinas que dan cierta seguridad, acomodo, manipulación social. Y una marcada presión a de los hijos.
¿Cómo traspasar el límite mental entre la vida antigua y la presente?





(Pintura de: Alexej von Jawlensky)

viernes, 20 de abril de 2018

Crítica.

"Los amigos se vuelven más sabios juntos a través 
de un saludable choque de puntos de vista". 
Timothy  Keller

Creí que era inmune a la crítica.
Craso error.
Todavía tengo la piel frágil, todavía duelen palabras que no deseas escuchar.
¿Cómo tomar la obvia señal de desaprobación, más aún cuando viene de alguien querido?
No sirven los discursos con los que –interiormente- te justificas.
¿Qué hacer en los momentos post? ¿Darse por ofendida? ¿Mostrar indiferencia? ¿Recurrir a una retahíla de reproches por cuestiones pretéritas? ¿Contraatacar con argumentos, como decimos en Chile “sacarle los trapitos al sol”?

Es otoño.
En otoño nadie debería ofenderse.
La brisa es suave, el color sepia invade todo el paisaje, los árboles muestran sus debilidades sin pudor, la fragilidad da la cara ¿por qué sentirnos amenazados si la tierra se muestra tan vulnerable?

Doy una vuelta al pensamiento inicuo que pide desquite ¿y si tiene razón? ¿Y si estoy equivocada?
Camino al atardecer, las sombras se alargan entre las baldosas, van desapareciendo a medida que llega la oscuridad, las luces de la ciudad pacifican los ánimos, de noche –dicen- todos los gatos son pardos, se diluye la irritación, llega la cordura, las palabras del sagrado libro invaden el paisaje “…de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.”

Y mi corazón está en paz otra vez.



viernes, 13 de abril de 2018

"Hablar bien de aquellos que hablan mal de ti”.

El predicador inicia su exposición con esta premisa:
- Hoy quiero proponerles algo práctico, “hablar bien de aquellos que hablan mal de ti”.

Cosa difícil has pedido, dijo el profeta aquel.
Me pregunto qué tan complejo podría ser.
Hablar es un verbo que pareciera estar en vías de extinción.
Cada día que pasa nos volvemos más monosilábicos.

Tal vez ya es hora (" y ahora es") de tomar ciertas decisiones y ejercitarse en aquello que nos habló en  el Monte.
-Ustedes también han oído que se dijo: “Ama a tus semejantes pero odia a tus enemigos”. 
Pero yo les digo que amen a sus enemigos y pidan en sus oraciones por los que los persiguen. De esta forma, ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que el sol salga tanto para los malos como para los buenos y que la lluvia caiga tanto para los justos como para los injustos. 
Si ustedes solamente aman a los que los aman, ¿creen que merecen alguna recompensa por eso? Incluso los cobradores de impuestos aman a sus amigos. 
Y si ustedes sólo son buena gente con sus amigos, ¿creen que están haciendo algo fuera de lo común? Hasta los que no conocen a Dios son así. 
 Por eso, sean ustedes perfectos así como su Padre que está en el cielo es perfecto. 
(Evangelio de Mateo capítulo  5)

Tal vez si empiezo por lo que propuso el predicador sería un buen inicio.
Ahí vemos cómo nos va.




(Ilustración tomada de la Web)

viernes, 6 de abril de 2018

La vida sin siesta.

Si el sueño fuera (como dicen) una tregua, 
un puro reposo de la mente, 
 ¿por qué, si te despiertan bruscamente, 
 sientes que te han robado una fortuna? 
 (Jorge Luis Borges)
Alguna vez nos preguntamos ¿beber o no beber?
Siempre estoy llena de incertezas (excepto –claro está- respecto de la salvación en el Señor Jesucristo y la vida eterna), todo es un enorme signo de interrogación.
¿Comer carne?
¿No?
¿Sí?
¿Leer, ver tele, oír música, ir de Mall o salir a caminar por los cerros?
¿Hacer dieta o comer de todo?
 Y ahora nos presentan este otro dilema, que no debería serlo, la sagrada siesta está puesta en entredicho.

En mi Comuna se levantan altas torres sobre los 20 pisos.
Entre una a dos de la tarde, en las veredas aledañas reposan los trabajadores de la construcción, debajo de algún árbol, en un prado, sobre un cartón o simplemente en el cemento raso, la cuestión es dormir los benditos 10 minutos libres después de la colación.
Camino entre ellos y siento que debo andar en puntillas para no interrumpir el momento de paz y reposo.

Los científicos (¡ah!, siempre esos seres dan cátedra) han descubierto que dormir a mediodía unos diez minutos revitaliza el cuerpo.
Los científicos (¡ah!, que nunca se ponen de acuerdo) dicen que dormir a mediodía conlleva serios peligros para la salud.
Bueno ¿en qué quedamos?


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De nada sirve que ustedes madruguen,
y que se acuesten muy tarde,

si el pan que comen es pan de sufrimiento,

y el Señor da el sueño a los que él ama.


Salmos 127:2 (RVC)
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viernes, 30 de marzo de 2018

El único viernes.

 “Yo entiendo la necesidad de la sangre. 
Me abrazo a tu sacrificio. 
¿Pero la esponja amarga, 
la lanza cortante, 
La escupida en tu rostro? 
¿Tenía que ocurrir eso en la cruz?”
Hay un día perfecto en la historia humana, un viernes grandioso (tal vez solo comparable con el inicio de la creación), no hubo antes otro igual ni lo habrá después.
El viernes de la crucifixión del Cristo, el enviado de Dios.
El día de la renuncia total.
El de la soledad absoluta.
El dolor inconcebible.
El terror del abandono.
Un día relatado en miles de libros, papiros, pergaminos, piedras, hojas sueltas, nadie ha llegado al centro de su significado, apenas un vislumbre, como por un espejo antiguo, oscuramente, dice el apóstol.
¿Qué tenía de particular ese sexto día judío elegido para morir?


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"Al mediodía toda la tierra quedó sumida 
en oscuridad hasta las tres de la tarde. 
A las tres de la tarde Jesús gritó fuerte: 
«¡Eloí, Eloí! ¿Lema sabactani?» 
que significa: «¡Dios mío, Dios mío! 
¿Por qué me has abandonado?"

Evangelio de Marcos 15:33-34
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(Pintura del  mexicano  Ricardo Cruz Fuentes)

viernes, 23 de marzo de 2018

La espera.

Para cuando venga Lucio
Pintaremos nuestra casa
Cambiaremos la vajilla
Puliremos las baldosas
Tan brillantes que reflejen su hermosura

Para cuando venga Lucio
Habrá música en las calles
El peldaño de la entrada bailará
Bajo sus pies y los nuestros
Las ventanas se abrirán
Dando paso al beso de la brisa
Y el sol ¡ah!, el sol se detendrá sobre su frente
Como el más esplendoroso
Día de verano

Para cuando venga Lucio
El jardín florecerá
Aunque sea invierno pleno
Las estrellas brillarán
Resplandecientes
Aun en la noche más oscura

Para cuando venga Lucio…

¿No piensas que tarda demasiado?
¿Por qué no viene?
¿Cuánto deberemos esperar
Para preparar la bienvenida?



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Lo que ustedes necesitan es tener paciencia; 
para que, una vez que hayan hecho la voluntad de Dios,
 reciban lo que él ha prometido darnos. 
 «Porque dentro de muy poco tiempo el que ha de venir, 
vendrá y no tardará. 
 Pero el justo vivirá por la fe; 
y si se vuelve atrás, no será de mi agrado.» 

 Hebreos 10: 37

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viernes, 16 de marzo de 2018

Cuando lleguemos a ese río.

"Cuando lleguemos a ese río, 
veremos cómo lo cruzamos"
(Frase de mi abuela )


¿Piensa usted en la muerte?, pregunta la mujer.
 Así, me lanza el tema sin anestesia.
Dicen que es de mala educación interrogar de vuelta, pero me amostacé un poco, ni siquiera un saludo de entrada.
¿La muerte suya o la mía?, le dije.
No debí dar pie a la plática, hube de escucharla con paciencia y además comprarle una revista.
Eso me pasa porque tengo reacciones lentas.
¿Por qué pensar en la muerte?
Cada día vive en nosotros y llegado el momento –como los virus invisibles- se revelará con naturalidad. La esperes o no, ella vendrá ¿por qué desesperar ante lo inevitable?
Se suele llorar, reír nerviosamente, cuestionar ¿por qué a mí? (una pregunta inoficiosa), pelear o rendirse. Cada persona soportará el instante dependiendo de cuán preparada esté, aunque debemos temer que algunos no tienen la mitológica  “última oportunidad”, o esa ficción latinoamericana del “arrepentimiento de la hora postrera” (¿se creerá  que Dios tiene la obligación de perdonar como al ladrón en la cruz?)
¿Por qué pensar en la muerte?  El poeta lo describe claramente:

Los días del hombre ya están determinados; 
tú has decretado los meses de su vida; 
le has puesto límites que no puede rebasar. 
Aparta de él la mirada; 
déjalo en paz, 
hasta que haya gozado de su día de asalariado. 
Si a un árbol se le derriba, 
 queda al menos la esperanza de que retoñe 
 y de que no se marchiten sus renuevos. 
 Tal vez sus raíces envejezcan en la tierra 
 y su tronco muera en su terreno, 
 pero al sentir el agua, florecerá; 
 echará ramas como árbol recién plantado.
(Job 14:6-9)

Mi abuela era muy sabia, pensó en morir 10 días antes de su muerte.
Hizo su testamento verbal, porque de bienes nada, mi madre se haría cargo de su hermano menor (ese era mi tío Enrique), su funeral sería con cánticos, evangélicos obviamente y su Biblia la podían compartir.
Se tendió en su cama y esperó.
Con una sonrisa y una oración se durmió para siempre.
Había llegado al borde de ese río y lo cruzó sin problemas.

***



(Fotografía del Río Maipo, Región Metropolitana, Chile.)




sábado, 10 de marzo de 2018

Historias de familia.

Jamás me faltará material para este blog.
Mientras haya padres inaugurándose y madres amamantando, las historias se multiplicarán en el mundo.
Aunque también es cierto, muchas son repetitivas de generación en generación, la ingratitud de los hijos, la arbitrariedad de los progenitores, la rebeldía de las hijas…suma y sigue.
“Hasta la madre me ha sacado”,  dice el hombre a quien le presto mi oído para escuchar sus cuitas.
El padre no termina por convencerse. Su niñita hermosa le ha gritado los peores improperios.
Esta devastado.
Una historia multiplicada en mil hogares: padre trabajólico, madre dependiente, niños mimados, lujos,   educación particular, universidad privada, ropa de diseñador, la insatisfacción como marca registrada.
Comprender que el alma humana es codiciosa no tiene gran ciencia. Un pozo sin fondo donde la ingratitud tiene redes insondables, nos darán todo lo que necesitamos y más, nunca estaremos satisfechos, lo que ingresa se diluye en la ancestral ambición de lo imposible.
Comprenderlo y aceptarlo son dos caminos paralelos que casi nunca se tocan.
 Hasta que leemos esto:
"...es bueno que sepas que, en los últimos días, habrá tiempos muy difíciles.  Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado." Y así suma y sigue.
El apóstol Pablo nos sacó una clarísima fotografía social.

 Y como decimos en buen chileno, “ahí se nos cayó la teja”.
Por cierto, la pena de mi interlocutor no se cura con una buena conversa, pasarán muchos días...tal vez el tiempo que cura tantas heridas y que a veces paga...en fin...cosas de familia.





(La pintura pertenece a Fernando Botero, colombiano, muy apreciado en nuestros países.
Una entrevista en ABC )


viernes, 2 de marzo de 2018

Por el Cajón del Maipo.

“Le sacaste la foto” (*), expresa mi amiga.
Sin duda es difícil no mirar una joven en short sentada pierna arriba en la pequeña y bucólica placita de San José de Maipo.
 Lozana, expresiva y alegre, conversa con un muchacho al que tiene embelesado. Cruzan a la heladería, ella toma un helado sencillo, él, nada. Se alejan calle arriba, las hormonas revolucionadas ante una perspectiva natural y veraniega. Él la toma por la cintura, levemente, pareciera temer que se aleje. Ella se deja.
 Imagino una historia común a las chicas de esa edad, conversación extensa al atardecer-cena breve-intimidad-sensaciones-placer-celos-pelea-alejamiento-pérdida  (Final doloroso).
Imagino una historia común a las chicas de esa edad, conversación extensa al atardecer-cena breve-intimidad-sensaciones-placer-tardes continuas -vivamos juntos-arrendemos un depto, casémonos (Final feliz).

El Cajón de Maipo -dicen-, es el lugar donde se ven más cerca las estrellas y me consta. Los cerros están tan altos,  parece que, si una alza las manos, puede tocar el cielo. Alrededor del río Maipo surgen comunidades dedicadas a las más insólitas labores, piedra, madera, agricultura, hotelería, arquitectura, música.

Entramos con mis amigos a la heladería.
Tomamos un helado simple.
La tarde de verano en pueblos rurales del Cajón del Maipo está cercana a un Edén.

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"¡Que alaben al Señor el sol y la luna! 
 Que alaben al Señor las estrellas refulgentes! 
 ¡Que alaben al Señor los cielos de los cielos, 
y las aguas que están sobre los cielos!
 ¡Alabado sea el nombre del Señor! 
 El   dio una orden, y todo fue creado. "

Salmos 148:2-5

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(*) Modismo que se dice cuando se observa algo con detención

viernes, 23 de febrero de 2018

Pintando el hogar.

En todo tiempo sean blancos tus vestidos, 
 y nunca falte ungüento sobre tu cabeza. 
(Eclesiastés 9:8)
En verano –como las hormigas- los chilenos trabajamos arreglando las viviendas, los techos se preparan para la lluvia y se pinta los interiores, si alcanza el ánimo, la fachada.
Voy a la pinturería.
Como ha sucedido alguna vez me vuelvo loca con la oferta desmedida de colores.
La joven vendedora explica con lujo de detalles los tonos que se usarán este 2018. Estoy a años luz del ultra violeta 18-3838 maravilloso, modestamente prefiero el amarillo y el rosa claro, combinan bien con el blanco.

Recuerdo las tonalidades del tabernáculo de Moisés, azul, púrpura y carmesí.
El templo del rey Salomón,
La túnica de Jesús, los míticos tintes con los que Tiro engalanaba el mundo.
La mente es rápida en las mezclas, pareciera que tenemos un pantone personal interno, cada uno sabe cómo combinar, independiente de las tendencias.
Eso me parece asombroso, aunque a veces “mi gusto no gusta tu gusto”.
Aparte del amarillo me conquista el púrpura, verde, magenta ¿cómo lograrían los teñidores descubrir tanta belleza?

Por supuesto, la Wikipedia nos ayuda con nuestra ignorancia.
Salgo de la tienda con el material y el ánimo para la tarea.
El verano nos regala amplios beneficios.


viernes, 9 de febrero de 2018

Otro mundo en el mundo.

"¿Acaso no ha escogido Dios 
a los pobres de este mundo 
para que sean ricos en fe 
y herederos del reino que él ha prometido 
a los que lo aman?" 
(Santiago 2:5)

Un hombre camina, oscuro de rostro, como una sombra en un día de invierno (aunque estamos en pleno verano).
La bolsa de fierro que carga contradice la “ley del saco”, solo 25 kilos debe llevar un trabajador.
No hay alternativas para el hambre, más kilos en la pesa aumentarán su exiguo ingreso, apenas le alcanzará para el día, un almuerzo frugal y tal vez una fruta, o una pequeña copa de vino.

Transporto a alguien a la compra-venta de latas y fierro.
Le han regalado artículos de demolición, mi liliputiense Marutti sufre con la carga ¿qué leseras no hará una por un buen amigo?
Mientras esperamos llega toda especie de cachureros.
La mayoría de rostros curtidos por el sol callejero  -32 grados a la sombra-, triciclo, bicicleta, carrito de supermercado, camioneta,  cualquier vehículo sirve para trasladar aquello que otros desterraron.
Todo es vendible, todo es comprable, solo hay que encontrar el lugar adecuado.
Observo  una especie de complicidad entre los vendedores, se pasan datos, conversan familiarmente, mandan saludos a sus hijos, la modestia de los pobres me turba, siento cierta vergüenza al curiosear su intimidad.
Aquí el hombre es persona, ser humano, don Juan, don Pedro, la señora Pilar, don Eduardo, se conocen, se respetan, no hay jerarquías ni números (excepto los kilos de la báscula).

Por un momento pareciera que viajé al mundo  del siglo pasado.
Y me agrada.



viernes, 2 de febrero de 2018

Placeres del verano.

Tú, oh Dios, eres mi rey desde hace siglos,
traes salvación a la tierra.
Tanto el día como la noche te pertenecen;
tú creaste el sol y la luz de las estrellas.
 Estableciste los límites de la tierra
 e hiciste el verano, así como el invierno.
 
(Salmos 74:12, 16-17 NTV)



La mezcla de libros ha ido creciendo en mi velador.
Regalados, descargados de internet, comprados (pocos), todos pelean por un espacio para que la mano los acerque a la mirada, muestran su mejor cara, exhiben en el canto o la tapa el gran tema interior, anuncian las glorias del autor, se empujan unos a otros por la prioridad.

Cada libro sueña con un lector para cumplir el propósito de sus cortos 50 o 70 años.
La lectora se deja querer, como en una tienda de retail, prueba con uno u otro vestido (en el caso de la boda) y apenas elige uno, la oferta es amplia, el tiempo limitado, tanta ave volando, tanta flor brotando, tantas calles invitando, tantas campos por visitar ¡tan breve el verano por vivir!




(Ilustración, gracia de Sarah Wilkins)


viernes, 26 de enero de 2018

La boda.

Mis amigas han estado enteradas de esa rara  aprensión  que tengo para asistir a las bodas.
No hay una razón válida o explicable, creo en el matrimonio, creo en la bendición sacerdotal, creo en eso de “ …hasta que la muerte los separe”.
A pesar de mis titubeos, asistí a la boda de J., mi amiga de milicia en el Sudeste Asiático, quién después de viajar por todo el mundo, encontró su “media naranja” en un pequeño pueblo del Sur de Chile.
Parte de la alegría de complacer una persona amada es el aprendizaje de experiencias inolvidables, guardar ciertos protocolos, ir a la peluquería, maquillarse, comprar un vestido, zapatos de tacón y medias con dibujos, ir al Mall por un regalo, viajar al Sur.
Se van creando en el cerebro imágenes que me acompañarán hasta el fin de mis días.
Parafraseando a C.S. Lewis, fui “sorprendida por la alegría”, una placentera experiencia que en muchas ocasiones me negué ¡qué boba!

 No solo fue una ocasión feliz, también es un anuncio al mundo de la fe en la familia, una bienvenida a otros seres que habitarán nuestros espacios, una forma de armar recuerdos ensamblados a otras mentes que completarán el cuadro de la memoria.
La fraternidad humana.
Porque he ido aprendiendo que las ceremonias son importantes.
Ciertas festividades nacionales o mundiales  dan un sentido de pertenencia.
Los delicados ritos son una mirada compartida, más aún cuando son realizados con tanta entrega y esperanza.
Tal vez por eso Dios le indica a Moisés cuando los saca de Egipto en ocasión de La Pascua, esa gran aventura épica: “Este es un día que ustedes recordarán y celebrarán con una gran fiesta al SEÑOR. Lo celebrarán como una costumbre, de generación en generación.”.

Modestamente, también tengo días felices y célebres en mi depósito personal.
Gracias Jes por invitarnos.





viernes, 19 de enero de 2018

Vegetarianos, cetogénicos, higienistas, crudívoros, carnívoros, etc, etc.

Late Fragment 
 And did you get what 
you wanted from this life, even so? 
I did. 
And what did you want? 
To call myself beloved, 
to feel myself beloved on the earth. 


 Ultimo fragmento 
 ¿Y conseguiste lo que 
querías de esta vida? 
Lo conseguí. 
¿Y qué querías? 
Considerarme amado, 
sentirme amado en la tierra. 

Raymond Carver (1939-1988) 

El verano despierta toda clase de desafíos para el cuerpo.
Queremos estar sanas, delgadas y bellas para ingresar al baño de mar, ¡cómo si al mar le importara un pepino!; queremos cambiar ese viejo hábito de “matear” después del almuerzo con algo dulce; queremos cambiar…¿te has fijado que el inicio de año siempre nos pilla tomando decisiones que a poco se desvanecerán? Más aún si lo iniciamos con unos pícaros kilos extra, regalo de las fiestas navideñas y demases, cada temporada tiene sus riesgos.

Ahí es cuando aparecen los amigos con toda clase de consejos.
Unos rayan casi en lo religioso, que no debes comer carne, que DEBES tomar mucha agua, que deja los carbohidratos, deja el azúcar, deja las frituras y un amplio DEBES y un largo DEJA.
Confusa yo.
Entre tantas voces perentorias, han pasado 18 preciosos y vagabundeados días, vividos sin prisa y sin culpas (somos bien culposas las mujeres ¿no?) y bien lectureados.
Dejé las frituras.
Me duró la abstinencia una semana. Había comprado demasiado zapallo, ¿qué mejor usarlo en sopaipillas? 
Adopté las frutas, por ahí voy bien.
Poca leche (mi amigo Fe dice que la leche es para los terneros), hasta ahora.
Adopté las lechugas como mejores amigas y el apio es mi yunta.
La palta y yo somos “uña y mugre”. 
Pero ay, la producción de choclos está en su peack ¿podré comer humitas? 

Mi amigo higienista dice que debo tomar frutas ácidas antes de almuerzo.
Y algo de semi-dulce y dulce por la tarde, la fruta ANTES de las comidas y nada después de las 20.00.
¡Vaya!
Por otro lado está el apóstol Pablo propone: “Dios creó todos los alimentos para que nosotros los comamos y le demos las gracias por ellos. Los creó para todos los que confiamos en él y conocemos la verdad. Porque todo lo que Dios ha creado es bueno…” (1 Timoteo 4:3-4 )

De todos los consejos algo bueno se logra.
Paso a paso vamos viviendo, hay una felicidad implícita en los hábitos que conservamos, hay una felicidad nueva en la asombrosa forma que adquirimos algunos nuevos.
 La gracia de Dios siempre es una caja de sorpresas, y casi todas gozosas.

 Proposición para practicar: No "hacerme atados" por lo que no puedo cambiar.





(Ilustración de Sarah Wilkins)

domingo, 24 de diciembre de 2017

Jesús nació ¡¡¡ ALELUYA !!!

"Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor.
Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo.

En aquel momento aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: 
«¡Gloria a Dios en las alturas!
¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!»

Cuando los ángeles se volvieron al cielo, los pastores comenzaron a decirse unos a otros: —Vamos, pues, a Belén, a ver esto que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado.
Fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el establo.
Cuando lo vieron, se pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño, y todos los que lo oyeron se admiraban de lo que decían los pastores.
María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente.

 Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho.

Evangelio de Lucas 2:11:17



lunes, 18 de diciembre de 2017

Mi perdida Navidad ¿a dónde se iría?

Os desafío –dijera un español-, os desafío a que encontréis un pesebre o una tarjeta con ilustraciones de la Natividad de Jesús en el barrio Meiggs o en otro barrio comercial.
¡Ah!, qué difícil tarea nos habéis encomendado.
Más aún, os desafío a ver en las noticias un titular acerca del nacimiento de Jesucristo, el Señor.
Poco, poquito, nada nadita.
Todo será un pascuero fuera de época (tenemos 34 grados a la sombra), le  acompañan renos desnutridos, luces doradas, plateadas, flores del inca, pinos plásticos, muñecos de nieve y locura temporal generalizada por adquirir.
Locura por tener miles de adornos, la casa con más decoración, la más brillante, muchas luces que titilan y claro está, regalos, ah, sí, muchos regalos.
No habrá otro día para regalar, no habrá ese chiche primoroso, no habrá otra ocasión, el mundo se termina la noche de la cena navideña, con pavo, por supuesto, si no hay pavo es que estamos en la pobreza más absoluta.

¿Y Jesús?
¿Quién es Jesús?
¿Es esa escultura de un crucificado que exhibe sus carnes en la iglesia de la esquina?
Siento que he perdido mi Navidad y eso me deja perpleja.
Ni siquiera me alcanza para pena, es asombro, la rara certeza de lo inevitable.
La Navidad actual podría ser la antigua fiesta de los saturnales, porque esta, lo que se llama nacimiento de Jesús, ni por dónde.
Mi Navidad –y la de muchos- es un 24 de diciembre de adoración a Jesucristo, el nacido. El Hijo del Hombre y a la vez Hijo de Dios, misterio insondable, digno de respeto y confianza, digno de devoción y alabanza, digno de nuestra atención y amor entrañable.
Mi Navidad perdida son canciones, himnos, villancicos, olor a anis y pan dulce, aire de paz y alegría, tal vez un vestido nuevo, necesario para el verano, saludos con buenos deseos para el año que se aproxima. 
Y es, sin duda alguna, el deseo esencial, que Dios esté en cada acto.
Os prometo, me arrodillaré y adoraré a Jesucristo y le diré –como cada día- que si Él no está en este lugar o en cualquier otro, ninguna fiesta tiene sentido, porque Él es “Dios con nosotros”, el encarnado para nuestro bien.
Le agradecemos que haya dejado su gloria para habitar en la tierra.

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  Y ahora, concebirás en tu vientre, 
y darás a luz un hijo, 
y llamarás su nombre JESÚS.
 Este será grande, 
y será llamado Hijo del Altísimo; 

Lucas 1: 32

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