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martes, 16 de febrero de 2016

Fragata portuguesa.

Impredecible verano.
Visitados por cálidas mareas los vacacionistas se han visto en serios aprietos para disfrutar la inversión que significa arrendar una casa de playa, cancelar pasaje para toda la prole y someterse al mercado costero, en general sobrevalorado por el peak de la temporada.

En el mar Pacífico –y tal vez en todos los mares- viven predadores que no tenemos idea cómo se expanden o qué hábitat tienen.
En ocasiones se topan con el ser humano, ahí nos damos cuenta lo frágiles que pueden ser nuestros espacios invadidos por seres  desconocidos. En este verano la “fragata portuguesa, una habitante del mar adentro que ha llegado a nuestras playas con las aguas cálidas y defiende su zona sin siquiera entender -¿cómo podría?-  las tragedias que provoca.

Mi amigo Sal… partió  hacia el litoral con “camas y petacas”, incluyendo  perro y  canario. Arrendó una casa por los 4 meses –según él-, negocio redondo. Mediante un pago se adjudicó la concesión de un negocio en la concurrida "playa chica" para trabajar todo tipo de masitas dulces, toldos, sillitas, juegos, etc.

En la desierta arena ulula el viento, sentado frente al mar mira la maravilla de sol que muere en el horizonte y espera… espera… espera. Ruega al cielo y se dice, aún queda verano, aún hay esperanza.
Hasta el momento pérdida total.


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 ¡Oh Señor, cuán numerosas son tus obras!
    ¡Todas ellas las hiciste con sabiduría!
    ¡Rebosa la tierra con todas tus criaturas! 
 Allí está el mar, ancho e infinito,
    que abunda en animales, grandes y pequeños,
    cuyo número es imposible conocer.

Salmos 104:24-25

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miércoles, 16 de septiembre de 2015

Terremoto 8.3 .

Alguna vez escribí que todo chileno tiene uno o más terremotos en el cuerpo, algunos incluyen el 27-F como el peor.
Mientras escribo la tierra oscila de manera suave y persistente.
Espero que el movimiento siga su curso normal, espero...
A veces se intensifica como hace algunas horas. Un sismo profundo, largo, como un suspiro de la tierra, extenso y hondo.
Este ha sido diferente, un terremoto sin hipocresías. Otros son arteros, pegan el sacudón sin aviso.

La gente no corre, los buses pasan repletos, es la hora de regreso a casa.
No hay gestos de pánico.
Mis vecinos en los edificios bajan a la calle de manera mesurada, todos saben qué deben hacer.

Nos reunimos en nuestra Comunidad, es la hora del culto, alguien coloca una canción en el equipo, al final salimos al patio –la zona de seguridad- y cantamos “a capela”. 
Bajo el cielo arrebolado de la tarde oramos por la paz del país. Nunca la devoción había tenido tanto sentido, estamos juntos, la tierra tiembla, la oración nos une.

La noche ha quedado muda.
Cada uno se ha retirado a su casa, estas ocasiones unen la familia más que las Fiestas Patrias.
Todos respiramos tranquilos, lo peor ha pasado.
Si hemos de creer al salmista, Dios ha pasado por Chile de nuevo.

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 Las nubes derramaron torrentes de agua,
los cielos retumbaron, y atronaron tus rayos;
resonó en el torbellino la voz de tu trueno;
tus relámpagos iluminaron el mundo,
y la tierra tembló y se estremeció.


Salmos 77:17-18


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miércoles, 2 de septiembre de 2015

Limonero, el árbol amigable.

Mi abuela cultivaba árboles.
Mi madre cultivaba árboles.
Yo cultivo árboles.

Hoy eso de “escribir un libro, plantar un árbol, tener un hijo” ha quedado como un intento romántico de reivindicar la poesía, en la práctica la gente vive en departamentos y decora con flores plásticas traídas de China, apenas lee los titulares de las noticias y de hijos…mmm…las parejas quieren realizarse en una carrera, un trabajo, viajar, etc. Eso del hijo es un apéndice en la vida. Nuestro país ha bajado la tasa de natalidad a 1.3 hijos por pareja a diferencia de los 5-6 o 7 del siglo pasado.

El árbol más espectacular para cultivar es el limonero, según mi modesta experiencia.
No he conocido otro que dé flores cuando tiene sus frutos en plenitud y sus hojas siempre verdes. Es amigable y dadivoso. Ha crecido a su lado un maqui y un olivo, él comparte el espacio sin ahogo o caducidad.
En nuestro barrio casi todas las casas (que sobreviven a las constructoras)  tienen un limonero en su patio, sus frutos amarillos brillan en pleno invierno.
Hace algunos años un querido amigo que ya no está me recomendó que tomara una limonada tibia en ayunas para limpiar el organismo. Leo en una revista la misma indicación y concuerdo que no andaba nada de equivocado.
Puedo recomendar que tiene positivos efectos.


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 ¡Que los campos y sus cultivos estallen de alegría! 
Que los árboles del bosque canten de alegría delante del Señor, 
¡porque él viene! 


Salmos 92:12-13


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jueves, 30 de julio de 2015

Ventana de lluvia.


¿Qué hacer en una tarde de lluvia?
Algunos cocinan sopaipillas, no es mi caso, detesto la casa con olor a fritura.
Leer es un buen panorama, pero si una gotera persistente interrumpe, la concentración se va en un tris.
Mirar por la ventana, última alternativa y observar el río que va por la avenida donde algunos infortunados chapotean sin posibilidades de volver rápido a casa.

De pronto surge entre la bruma de agua una imagen impresionante.
Un hombre vestido formalmente con terno, camisa blanca y corbata, mojado hasta los huesos,  lleva debajo del brazo un ataúd blanco, pequeño, como si cargara una caja de regalo.
Me sobrecoge verlo tan indefenso, no sé si va llorando o es la lluvia.

Preguntas, ¿carga un bebé dentro del féretro? ¿A dónde se dirige? ¿Es un padre y ha muerto su hijo? ¿Es un sepulturero pobre que no le alcanzan las monedas ni para un taxi?
Aun con la alegría de la lluvia, mirar por la ventana a veces suele ser muy triste.


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 Cuando cruzan el valle del Llanto,
lo convierten en manantial;
hasta las lluvias tempranas
cubren el valle con sus bendiciones.

Salmos 84:6 (TLA)


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Fotografía tomada de aquí:

domingo, 12 de julio de 2015

¡Oh, la lluvia!

¡Por fin ha llegado!
Esperábamos como novio frente al altar, espectántes, ansiosos, cada día mirábamos el informe del tiempo y nada, abril "aguas mil" sumergido en smog, mayo, junio, ahogados en humo, restricciones de todo tipo,  de vehículos, ejercicios, paseos en bici, gimnasia en los colegios, todo porque la lluvia, cual novia caprichosa, se negaba a venir.

De pronto el horizonte se oscurece.
La brisa vespertina humedece el ambiente, presentimos las nubes sobre la Cordillera de los Andes, un anciano declara con alegría, "mañana lloverá". Todo se conjuga para dar la bienvenida a la ausente, la bienamada, la que alegra el corazón de los humanos.

¿Qué sería de nosotros sin la lluvia?
Un hombre puede vivir sin mujer, puede soportar que lo dejen "plantado" en la iglesia frente a cientos de invitados, nosotros no existimos sin ella.
Nunca como este año supimos cuánto la amamos y necesitamos.

Tal vez se hizo de rogar por eso, para que la apreciemos en toda su grandeza, para que seamos agradecidos de los dones que se nos dan .

 Para que reconozcámos lo frágiles, precarios y dependientes que somos.
Hemos salido a las calles a celebrarla. La hemos abrazado y hemos dado gracias a Dios por el regalo inmerecido.



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Tú, Dios nuestro, derramaste abundante lluvia,
y a tu exhausta tierra infundiste vida. 

 En ella, oh Dios, habitan los que son tuyos;
tú, por tu bondad, das al pobre lo que necesita.


Salmos 68:9-10)


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viernes, 10 de julio de 2015

Pata, aves y libre albedrío.


¿Crees que Dios tiene un propósito para cada vida?
Los teólogos escriben sesudos estudios acerca del "libre albedrío", la libertad de escoger y la soberanía de Dios. En algún tiempo me embelesaba en sus páginas.
Hasta que me volví "pajarera".
Siempre estuve rodeada de aves, mi madre me ordenaba alimentar el gallinero, las aves están en el ambiente, sobre los árboles, sus cantos lejanos suenan traslapados con el rugir de los buses y el tráfico de la ciudad.
Hasta que llega un zorzal a casa y deja un corazón quebrado (el mío) por su ausencia.

Ahora heredamos una pata, blanca, conversadora y exigente como dueña de fundo.
Uno cree en su libre albedrío, en la libertad de escoger, pero tal vez es al revés, ellos nos escogen, poco a poco nos atan con lazos de amor, nos rodean con regalos graciosos, nos alegran, buscan encantarnos, tal vez tienen temor que los abandonemos como otros lo hicieron.
En el mundo hay miles de patas y patos, faisanes, pavos reales preciosos, como el Principito encontró su rosa especial, esta pata  -coja pa’ más remate-, es la mía, la que me ha tocado en la vida y es mi responsabilidad cuidarla, amarla como a cualquier personita.  


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Tú (Señor) eres el que envía las fuentes por los arroyos;
Van entre los montes;


 A sus orillas habitan las aves de los cielos;
Cantan entre las ramas.


Salmos 104:10 y 12

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La ilustración es de Charley Harper, un espectacular conocedor e ilustrador de aves.







lunes, 29 de junio de 2015

Recetas chilenas, algunos tips.

 
Los cristianos también comemos (algunos piensan que vivimos ayunando).
No somos ni sibaritas ni ascetas. Nos gusta la comida como cualquier mortal, bien cocinada, saludable y -en la medida de lo posible-, en buena compañía.
Los evangélicos chilenos gozamos -como todos nuestros compatriotas- con una rica empanada para las Fiestas Patrias o una cazuela calientita en invierno.
Hemos heredado de la cocina mapuche, apetitosa y sana, recetas llenas de buen vivir y sabores diferentes que disfrutamos en nuestra infancia sureña.

Mis amigas (os) me han pedido que les dé un par de  secretos de recetas que he compartido en alguna celebración. Es un hobby que me ha dado muchas alegrías. El sonido más gratificante para una cocinera es cuando el comensal prueba y exclama, mmmmm…, suspiro y luego con los ojos medio en blanco pronuncia, ¡qué rico!, ¿me das un poquito más?

Tengo algunos tips para empezar:
* Toda preparación debe hacerse para disfrutar, el que cocina y el invitado (a).
* A cada receta hay que darle el tiempo que requiere. Particularmente cocino a fuego lento, valorando cada componente.
* No está de más decir que ingredientes, utensilios y ambiente debe ser previamente higienizado lo mejor que se pueda.
* Disponer de recipientes, ollas, un buen cuchillo y otros complementos para comodidad del que trabaja.

* Alguien sostiene que el toque “amor” es fundamental, yo difiero un poco, creo que a la cocina hay que respetarla, dedicarle tiempo y seguir las recetas (o lo que una ha descubierto) con las medidas y combinaciones correctas. La prueba es que he cocinado unos esperpentos y a pesar que los he hecho con mucho cariño, me han resultado unos bodrios.
 * En el arte de cocinar más vale seguir los consejos de los que saben y no improvisar cuando tenemos una celebración importante. Los experimentos es mejor dejarlos para esos días de invierno, encerradas en nuestro hogar mezclando sabores.

* Recordar que lo más importante es la comodidad y deleite de los invitados. Saber qué les gusta es esencial. Nada más fome , una invitación donde sirvan carne de cerdo sabiendo que hace años no la consumo. Me recuerda aquella fábula que leímos en el colegio.
* Nunca está de más darle un vistazo a las fechas de vencimiento de los ingredientes. Una harina vencida es fatal.
* En este último tiempo he intentado tener un menú de invierno y otro de verano para aprovechar los bajos precios y la abundancia de cada  estación.

 Cocinar es agradable, definitivamente.



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 Señor:
 “Haces que crezca la hierba para el ganado, 
y las plantas que la gente cultiva 
 para sacar de la tierra su alimento: 
el vino que alegra el corazón, 
el aceite que hace brillar el rostro, 
y el pan que sustenta la vida.” 

Salmos 104: 14.15


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miércoles, 24 de junio de 2015

Paseo de otoño en Santiago.

Nos sentamos en la plaza bajo el tenue sol de otoño que ilumina los paseantes dándoles un aire de fantasía.
Las palomas revolotean y los gorriones pelean por las diminutas migas de pan esparcidas entre las baldosas. En el quiosco central suena una música de Mozart, tal vez el Concierto N° 9.

En unas pequeñas mesas algunos hombres juegan ajedrez. Una madre sube a su hijo a un caballo de madera para que el fotógrafo los inmortalice mientras sonríen, se besan, las manos enlazadas en un instante de dicha.
Más allá un pintor retrata una muchacha que permanece quieta como una misteriosa monalisa. La brisa es apacible, como si no quisiera interrumpir la placidez del momento.

Recuerdo el poema de Nicanor Parra, "hay un día feliz". 
No se puede dudar, éste es el reino/ Del cielo azul y de las hojas secas/ En donde todo y cada cosa tiene/ Su singular y plácida leyenda:/ Hasta en la propia sombra reconozco/ La mirada celeste de mi abuela./ Estos fueron los hechos memorables/ Que presenció mi juventud primera,/ El correo en la esquina de la plaza/ Y la humedad en las murallas viejas./ ¡Buena cosa, Dios mío! nunca sabe/ Uno apreciar la dicha verdadera,/

Tarde  perfecta.
La felicidad de las cosas simples.
Plaza de Santiago, kilómetro cero.


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Este es el día que hizo el Señor;
    nos gozaremos y alegraremos en él.

Salmos 118:24

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viernes, 19 de junio de 2015

Música pentecostal.

Llegan con sus mandolinas, un banyo y una guitarra.
Cinco mujeres y un hombre.
Es extraño, son chicas modernas, cibernautas, chatean y tienen facebook, visten pantalones, gorros bolivianos, usan aros brillantes y se hacen trencitas y mechas californianas en la cabeza.
Sin embargo cuando empiezan a rasguear los instrumentos adquieren ese aire pentecostal que me cuesta describir, entre respetuoso y antiguo, entre místico y alegre, la cara cambia de expresión, se concentran como si el Espíritu estuviera soplándoles al interior una melodía que solo ellas escuchan.

La música evangélica es variada, ecléctica, todos los estilos, desde himnos luteranos hasta el notable hip-hop que algunos interpretan en buses del Transantiago o en espectáculos callejeros. La música pentecostal es inconfundible, sentimental y rítmica. Apegada a una tradición de cuerdas y tonos menores. Generalmente lleva al auditor a la emoción y a veces hasta las lágrimas, enraizada en lo más profundo de las iglesias sureñas autóctonas, sufridas en la esperanza de un mejor acontecer.
La música pentecostal cala directo al corazón.

Tal vez porque ser pentecostal es un sentimiento, una certeza de pertenecer, la canción ahuyenta las tristezas y te da fuerzas para vivir.
Algunos sostienen que no existe algo como “música cristiana” y les encuentro bastante razón. Pero si me preguntan por la  música pentecostal, respondería que sí, que la hay y es diferente, tal vez única en su género, como lo es el gospel, el jazz o la cumbia.
Amo la música con toda clase de instrumentos, de cualquier época, de todo país, todos los estilos ¿tú también?


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¡Alabado sea el Señor al son de trompetas!
¡Alabado sea el Señor con salterio y arpa! 
 ¡Alabado sea al ritmo del pandero!
¡Alabado sea con flautas e instrumentos de cuerda!
¡Alabado sea con campanillas sonoras!
¡Alabado sea con campanillas jubilosas!
 ¡Que todo lo que respira alabe al Señor!
¡Aleluya!

Salmos 150: 3-6 (RVC)
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Una muestra aquí:



miércoles, 10 de junio de 2015

Pecados financieros: usura.

Me prestó dinero.
En aquella época mis finanzas estaban en el suelo.
Quebrada, es la palabra.

Fui a su oficina, tenía una próspera fábrica de bolsas de papel…y facilitaba efectivo.
Al 20 % mensual.
La tasa legal era máximo 5 %.

Tomé el préstamo apretando los dientes. Comer era más urgente que los escrúpulos.
Caminé de regreso a casa bajo un tenue sol de otoño y oré mirando al cielo, creyendo que detrás de ese color desvaído, Dios tendría misericordia de mi calamitosa administración.
Lloré en plena calle con desesperanza.

La usura me robó un par de años.
Terminé de pagar mis deudas con la ayuda del Señor, grandes esfuerzos, muchas oraciones y una noche en el hospital de urgencias con un patatús nervioso que casi me exporta al otro mundo.

Parte de mi capital intangible es saber que jamás cobraré un % a quien le preste, porque ahora -después de la crisis- Dios me ha dado para hacerlo.


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 Quien su dinero no dio a usura,
Ni contra el inocente admitió cohecho.
El que hace estas cosas, no resbalará jamás.


Salmos 15:5


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(Pintura de Quentin Massys, el cambista y su mujer)




lunes, 1 de junio de 2015

Ebrios (1).

 Me has hecho Tú,
 ¿y ha de pudrirse tu obra? 
Repárame, pues ya mi fin se acerca; 
quiero huir de la muerte, 
mas me encuentra, 
y todos mis placeres son pasado.
 John Donne.

Nadie quiso hacerse cargo.
La madre –cansada de soportar por años un marido alcohólico- le negó el asilo.
Los hermanos –frenados por cada esposa- sostenían que no estaban en situación de recibirlo, cada uno cargaba sus propios problemas.
Los hijos sufrían su presencia, siempre ebrio, siempre al borde de la violencia o de escándalos callejeros.
La esposa había interpuesto una demanda para obligarle a un tratamiento terapéutico.
El estado dilataba ad infinitum una hora médica.

Un  ebrio consuetudinario –muchos pululan por nuestras calles- es una especie en alza dentro de nuestra sociedad. Los muchachos (en estos tiempos también las chicas), inician su carrera en las bebidas espirituosas desde muy pequeños, sin que se den cuenta el vicio los atrapa con garras férreas, difíciles de romper. Prometen dejarlo, se internan en una clínica, lloran, se arrepienten, toda la gama de metodologías no resulta, una y otra vez vuelven a caer en el líquido elemento como si se dejaran caer en los brazos de una amiga amorosa.

H. ya estaba terminal. Su vida era una constante irrealidad. Fue internándose en la inconciencia, un viaje del que no fue capaz de regresar.
La muerte –amante de todo ser humano- abrió sus brazos y le dio lo que todos le negaron, aceptación y descanso. Lo amó con su cuerpo descompuesto y maloliente, no tuvo escrúpulos para abrazarlo y conducirlo por los caminos intrincados de una nueva existencia, tal vez mejor, solo Dios lo sabe.
Bien dijo el poeta “la muerte tiene una mirada para todos” (*)



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Su destino final es el sepulcro; 
la muerte los va llevando como guía el pastor a sus ovejas. 
En cuanto bajen a la tumba,
 abandonarán sus antiguos dominios. 


 Salmos 49: 14 (TLA)


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(*) César Pavese.


martes, 26 de mayo de 2015

Pequeñas historias del Metro (4)

Apresurado vuelve del trabajo.
En casa esperan una mujer, cuatro niños, un perro chihuahua y un pequeño jardín.
-¡Papá!, gritan al unísono cada vez que aparece en la puerta ¿qué nos trajiste? Suficiente con un caramelo o unas galletas compradas a la salida de la estación donde bullen vendedores de toda clase voceando la más amplia variedad de golosinas.

Aquel atardecer la línea 1 del Metro había sido tomada por activistas y tendrían que esperar unos minutos, tal vez horas, nada se sabe. Los altavoces indican cada cierto tiempo llamando a la paciencia, que ya se arreglará la falla. Los pasajeros pierden la parsimonia habitual rompen el silencio, primero en voz baja, luego en un tono más alto, alguien escucha la radio en su celular y les trasmite las noticias. Unos muchachos han atentado contra un negocio contiguo al Metro, hay muertos. 
La incertidumbre castiga los cuerpos, la mente, los pensamientos se atropellan, los nervios empiezan a surgir en actitudes peligrosas, alguien llora, otro se tira el cabello, todos se agitan, se mueven dentro del mínimo espacio.

Cuando llega a casa –casi a medianoche- los niños se habían dormido, la esposa le sirve una sopa caliente, la televisión multiplica la noticia, el bombazo en una de las estaciones ha dejado dos muertos y ocho lesionados. Se sienta a tomar la sopa  y por primera vez en sus 29 años siente que la vida es frágil, inclina la cabeza y da gracias a Dios.

Inestabilidad social.



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Somos tan solo sombras que se mueven
    y todo nuestro ajetreo diario termina en la nada.
 
Amontonamos riquezas sin saber quién las gastará.  
  Entonces, Señor, 
¿dónde pongo mi esperanza?
 Mi única esperanza está en ti.

Salmos  39:6-7 (NTV)

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Fotografía del Metro Santiago-Chile, de fondo la Cordillera de los Andes.