martes, 28 de octubre de 2014

La tragedia.

“La muerte hace preciosos y patéticos a los hombres” 
(Jorge Luis Borges) 

Un muchacho acaba de morir.
La puñalada certera, el cuerpo rasgado, agonía breve.
En el corazón de la vida, se desplomó en la vereda como una marioneta que alguien dejó de usar.
Un vecino -un samaritano que pasaba-, lo subió a su auto, veloz al hospital.
Intento vano.

Hoy fuimos a su funeral, la madre, destrozada.
Los hermanos –todos mayores que él- sin consuelo.
La mano que empuñó la daga entre rejas, perdido de su hogar, los niños llaman un padre que no regresa, la esposa alelada.

Sin esperarla, la tragedia se instaló en el barrio como una visitante incómoda, temible y ofensiva.
Nadie se siente seguro.
La muerte ha lanzado su aliento perturbador, desvalidos y precarios,  apenas nos atrevemos a salir de nuestras casas.


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Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; 
El nos guiará aun más allá de la muerte. 

Salmos 48:14 

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2 comentarios:

Fernando dijo...

Qué terrible, Ojo Humano.

La muerte siempre es un gran drama, pero si encima es violenta (es decir, evitable, voluntaria) y afecta a un joven pues el drama ya es doble o triple.

ojo humano dijo...

Unos claman justicia, otros venganza. Ni la una ni la otra pueden reparar lo terrible que hemos vivido en nuestra vecindad y en las familias de los jóvenes.
Dios les ayude, oro porque tengan paz.