Un mal recuerdo fue aquel paseo de curso.
Mis compañeros mataron un cordero y con su sangre hicieron “ñachi”.
Todo estaba perfecto hasta que a uno se le ocurre que todos (y todas) deberíamos ingerir el mejunje, tal vez ya le habían pasado el dato que los evangélicos no tomamos ni comemos sangre en ninguna de sus versiones, sea morcilla, moronga, ñachi, prieta...
Rehusé educadamente, pero el coro no se hizo esperar.
El gracioso del grupo aprisionó mis manos en la espalda mientras me acercaban la cuchara llena de sangre cuajada aun caliente.
Cerré los ojos y la boca hasta que se cansaron.
Fue un momento eterno, vergonzoso, raro.
Habían traspasado la delgada línea de las libertades que gozamos como seres humanos.
El resto del día me dediqué a la pesca en el río, nunca se habló del asunto.
*
Por estos días escucho un debate en clase de Teología, una de las expositoras, intenta corroborar su tesis con algunos pasajes de la Biblia acerca de la ingesta “pero cocida”, asegura.
No quedamos muy convencidos.
Personalmente creo que usar sangre como elemento gastronómico conlleva un riesgo, más que una acción moral.
Por algún motivo el primer Concilio de Jerusalén acordó:
Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. (Hechos 15)
Y tú ¿has comido sangre?
¿Es saludable?
¿Es necesaria para nuestra salud?
2 comentarios:
Qué cosa más horrible, Ojo Humano. La gente a veces, en medio de una fiesta o de una excursión, pierde la cabeza, se animan unos a otros y coaccionan a los demás a hacer cosas que no quieren. Esto es especialmente grave cuando la negativa se basa en las creencias religiosas, como era tu caso. Espero que esa gente se arrepintiera y no volviera a hacer nunca nada así a nadie.
No sé si he comido sangre alguna vez. En España hay una "tapa" que se llama "sangre de toro", no sé cómo hacen que la sangre se vuelva sólida, yo nunca la he tomado por repugnancia. Y las populares "morcillas" no sé si se hacen con sangre o no.
Sí, Fernando, como dije, no es un buen recuerdo y espero que nadie sufra vejaciones por su fe, aunque de más está decir que es una realidad aún hoy día.
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