En la aridez de la calle solitaria crece un espino.
Nada podría tener fruto en ese lugar, alejado de casas, abandonado y seco.
Cada vez que camino cerca me detengo a mirarlo, cómo crece sin oposición o apego de otras plantas. Definitivamente de buen amigo, nada.
La generosidad del Creador ha dado belleza a este pequeño arbusto que exhibe sus flores con tenacidad y las protege con celo. Nadie podría llevarse una rama a casa para colocarla en un florero, las espinas son duras como espadas.
Invariablemente cuando lo miro recuerdo lo que dijo el Señor Jesús:
“Las semillas que cayeron entre los espinos representan a los que oyen el mensaje, pero muy pronto el mensaje queda desplazado por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida. Así que nunca crecen hasta la madurez.” (Lucas 8:14 NTV)
Si quieres saber más del espino:
http://www.nublenaturaleza.cl/articulos/flora/arboles/espino/
http://www.planta-medicinal.com/espino.html
2 comentarios:
Bonita foto, Ojo Humano.
Esto es algo muy bello en el Evangelio: Jesús vivió toda su vida en una sociedad agrícola, sus parábolas mostraban un buen conocimiento del campo y de la agricultura.
Me pasó con la parábola de su cizaña. El nombre es tan feo que siempre pensé que era una planta desagradable, como los cardos. Cuando me molesté en investigar descubrí que -lógicamente- es muy parecida al trigo, con tallos verdes muy finos.
Me encantan las parábolas. Son una forma de comunicarse con tanta naturalidad y siempre dejan un residuo, especialmente las del Señor.
¿Cómo va ese invierno?
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