Si hay nieve o no la hay.
Si hay lluvias leves o es año de aguas torrenciales.
Si tenemos sequía extrema o aluviones en las quebradas, sin contar con aquellos años de inundaciones en todos los paso-niveles, transformando la ciudad en navegable.
Aunque las torres de cemento se yerguen a cincuenta o cien pisos, parecemos un villorrio frente a la Cordillera que nos cobija.
Ella es nuestra guía, referente ubicuo y amor incondicional.
Los poetas la han alabado, la inspiración se multiplica de manera natural.
Un fragmento de Zurita:
LA MARCHA DE LAS CORDILLERAS
i. Y allí comenzaron a moverse las montañas
ii. Estremecidas y blancas ... ah sí blancas son las heladas cumbres de los Andes
iii. Desligándose unas de otras igual que heridas que se
... fueran abriendo ... poco a poco... hasta que ni la nieve
... las curara
iv. Y entonces... erguidas... como si un pensamiento las
... moviese ... desde los mismos nevados ... desde las mismas
... piedras... desde los mismos vacíos... comenzaron su
... marcha sin ley las impresionantes cordilleras de Chile
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(Foto de El Dínamo)
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