En estos días en que cambiarse de oficina o de faena es complejo, mi amiga R. –cristiana ella-, dijo adiós a un buen sueldo y a un ambiente tóxico.
Sus compañeros le aconsejaron, “tira licencias para que te despidan y te paguen las indemnizaciones correspondientes”.
Decidida a creer que Dios es el que defiende, se dirigió a la gerencia con su carta de renuncia inmediata.
Atrás quedaron años de humillaciones, solo por ser cristiana y mujer en un ambiente de hombres.
Atrás quedó su jefe al que sus mismos compañeros se encargaron de desacreditarlo públicamente.
Ayer la llamaron de una importante empresa.
Empieza el 2 de junio.
Mejor horario, mejor paga, regalías varias y la ilusión de una oficina como corresponde.
¿Quién dice que el Señor no reivindica?
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Me alegro mucho por ella. Un beso
ResponderEliminarYo también, Susana; es una alegría verla ilusionada :)
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