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¡Qué sencilla es la muerte: qué sencilla,
pero qué injustamente arrebatada!
No sabe andar despacio, y acuchilla
cuando menos se espera su turbia cuchillada."
Recuerdo el himno que cantaba mi abuela “Dios cuidará de ti”.
Ayer sentí el roce de la muerte.A un par de metros.
A escasos segundos.
El viento de la tarde prometía perfumes inusitados.
Viento de primavera, un poco violento en el movimiento de los árboles.
Una andanada de hojas secas de palmera caen sin aviso, como una bomba iracunda, un golpe brusco y mortal a escasos metros por donde camino.
La espalda se me estremece con un escalofrío.
Como dice el refrán “me salvé por un pelo”.
Todavía siento las “piernas de lana”.
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Me arrebatas a lomos del viento,
sacudido indefenso por el huracán.
sacudido indefenso por el huracán.
Ya sé que me devuelves a la muerte,
donde todos los vivos se dan cita.
donde todos los vivos se dan cita.
Job 30:23 (BLP)
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