lunes, 24 de enero de 2011

La Peni (3)

Un barullo.
Como el aleteo de muchas alas, como el caer de las hojas en un día de otoño, como el ruido insistente de las olas, las voces se confunden en una para formar un sonido uniforme. 
La espera es larga antes de ingresar a la Penitenciaría y conversar es un ejercicio que se practica sin culpas o superioridad-inferioridad. Todas las personas tienen una historia interesante para contar, todas oímos con respeto. 

Códigos. Todo tiene un código silencioso que no se transgrede. Si una va por primera vez, debe mirar y aprender. Escuchar para no "meter la pata" (dicho en Chile). O sea, no equivocarse porque puede pasar un mal rato.

Códigos de confianza al que debes someterte. Nadie puede ingresar al recinto carcelario con llaves. ¿Qué hago con las llaves del auto? -pregunto-. Debes dejarla en custodia. Y ¿dónde está la custodia? Pues, ahí, en la calle. Mira, ese furgón donde hay mochilas y bolsos, es una custodia. Allá donde venden café hay otra. Y esa señora que juega sudoku debajo de un toldo también se dedica a cuidar cosas.

Vaya.
Pero, pero...¿cómo voy a dejarle mis pertenencias a un desconocido?
Confianza.
Códigos de confianza que nadie rompe.
Códigos indestructibles que mantienen un sistema de protección a los visitantes.

En fin, acepto. Tomo las llaves y las dejo en manos de una mujer la que las coloca en una bolsa plástica, le pone mi nombre y sonríe. Vaya tranquila, me dice,como si supiera de esa leve indecisión que me perturba.
Solidaridad, confianza, comprensión.


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El Señor Dios escucha a los necesitados 
y no desprecia 
el sufrimiento de los que están presos.


Salmos 69:33
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viernes, 21 de enero de 2011

La Peni (2)


El sol no perdona frente a la Penitenciaría.
Todo aquel que se coloque debajo de su calor, tendrá que soportar los 33 grados sin protestar.
Las mujeres –estoicamente- hacen la fila para entrar, sin resguardo, sin protección, guiadas por rejas que dan un pequeño espacio de movilidad a cada una. Avanzan lentas. Todo depende de la rapidez o lentitud de las revisiones interiores, del personal, tú sabes, hay días que los funcionarios son ágiles, embalados en la tarea, otras, lentos, pelearon con la esposa, no tuvieron sexo, durmieron mal, comieron más de la cuenta, en fin, tantas variables como días y funcionarios hay.
Así que, entrar rápido o lento es la suma de muchas variables.

Es mejor entregarse a la paciencia, conversar con la madre que espera ver a su hijo después de muchos meses, la hija que lamenta la salud del padre, la esposa que critica contra un sistema engorroso y hacinante.
Claro, dirán alguno, no perdamos las proporciones, son delincuentes y deberán pagar.
Verdá.
Verdad verdadera.
Así es que la familia debe aguantar y pagar también su cuota.
Los amigos deben pagar.
La iglesia (si el interno es pariente de algún hermano o hermana) debe dar lo suyo.
Sin embargo, a pesar de las humillaciones, la Palabra de Cristo es pronunciada con frecuencia. El nombre de Dios es invocado, aun por las mujeres de la fila. Escuchan con respeto. Saben que el sistema es opresor, pero Dios es un Dios de libertad, de perdón, de esperanza.
A muchos, solo eso los sostiene.

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«El Espíritu del Señor está sobre mí,
      por cuanto me ha ungido
      para anunciar buenas *nuevas a los pobres.
   Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos
      y dar vista a los ciegos,
   a poner en libertad a los oprimidos,
 a pregonar el año agradable del Señor.»


 Luego enrolló el libro,
se lo devolvió al ayudante
y se sentó.
Todos los que estaban en la sinagoga
lo miraban detenidamente,
y él comenzó a hablarles:
“Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes.”


Lo dijo Jesús en el evangelio de Lucas.
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jueves, 20 de enero de 2011

La Peni (1)


Tal vez.
No, empecé mal.
No es tal vez.
Debo decir, perdón.
Pido perdón a Dios.
He pasado por una vereda durante muchas ocasiones, una vereda donde se junta mucha gente cada  jueves.
La vereda de la cárcel de Santiago.
Y he pasado por esa vereda sin mirar a las personas, sin pensar en sus necesidades, sin siquiera darles la oportunidad de ser oídos.
Hasta hoy.

Llego temprano –siempre hay mucha gente-, investigo qué se debe hacer para ingresar. Me horroriza el trato, la indiferencia, la vejación de las mujeres cuando son revisadas, las exigencias. Solo para lograr ver al hijo, al padre, al hermano que, por esas desgracias de la vida –a veces te encuentras en el lugar y la hora equivocados-,  caídas o flagrantes delitos,  están recluidos un año, dos, diez.

Acompaño a mi amiga F.a ver su padre.
Cuando salgo del lugar después de tres horas de espera a pleno sol y apenas media de visita, ruego, tal vez en forma muy egoísta, que ninguno de mis amigos, familiares o hermanos venga a dar a este lugar.

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El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí,
 por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas nuevas a los pobres.
 Me ha enviado a sanar los corazones heridos,
 a proclamar liberación a los cautivos
 y libertad a los prisioneros,
a pregonar el año del favor del Señor

Isaías 61:1
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martes, 18 de enero de 2011

¿Anacrónico?

Como los zapatos taco aguja, las tacitas chinas para el té, los sombreros de copa o el himno  Castillo fuerte, un comentarista sostiene que el evangelio (y los evangélicos) es un anacronismo, algo ajeno a la modernidad, la ciencia y los medios que nos rodean. Más aún si cantan en sus reuniones masivas “Firmes y Adelante”.
Vaya.

Nada más lejos de la verdad.
¿Puede el espíritu humano prescindir del amor?
¿Pueden las personas –modernas y científicas- despreciar la misericordia como un bien?
¿Hay menos problemas mentales hoy que en el tiempo de Jesús?
¿Los hombres han resuelto sus conflictos existenciales?

¿Son más felices porque son más prósperos, saben más del mundo que les rodea y viajan a las estrellas?
¿Han resuelto sus diferencias con palabras de paz y buena voluntad?
¿Hay menos presos en las cárceles, menos enfermos en los hospitales, menos enajenados en los siquiátricos?

¡¿De qué anacronismo me están hablando, porfa?!
  

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Jesucristo es el mismo
ayer
y hoy
y por los siglos.

Hebreos 13:8
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viernes, 14 de enero de 2011

Realidad virtual.



El libro de Génesis relata la historia de la mujer de Lot.
Una mujer sin nombre.  
No dice una palabra en todo el texto.
Jesús se refiere a ella “acuérdense de la mujer de Lot”.
Recordarla ¿para qué?
¿Fue un ejemplo de virtud?
¿Dejó un gran legado a la posteridad como algunas pretendemos?

Una estatua de sal mirando el horror.
Un cuerpo petrificado por la desobediencia.
Curiosidad de mujer, mala curiosidad que te  ejecuta en un juicio frontal.

Nuestra tv se ha transformado en una ciudad sin límites, exponiendo sus partes privadas al ojo de toda indiscreción. Los niños crecen sabiendo las intimidades de los adultos, sus pasiones, sus falacias.
Las redes sociales nos exponen en perfiles reales o creados, como seres felices y perfectos o desdichados buscando en un “millón de amigos” el consuelo.
¿Y la realidad?
¿Tan anodina, escasa y poco interesante que se nos ha transformado en una cosa híbrida  justificada solo en la pantalla?
Sentados en cómodos sillones miramos... 
Sentados en cómodos sillones hasta quedar quietos...quietos...quietos...
Parecidos a estatuas.

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¡Acuérdense de la esposa de Lot!
El que procure conservar su vida, la perderá;
y el que la pierda, la conservará

Lucas 17:32 (NVI)

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viernes, 7 de enero de 2011

El trabajo de escribir.


Escribir, qué gran verbo. Qué gran oficio. Qué gran trabajo.
Mi madre decía que escribir es tarea de Dios y que Él sopla la inspiración sobre los seres humanos.
Vaya.
Escribir, del latín  scriber.
Arañar, raspar, hacer incisiones.
Grabar con punzón.
Tal vez porque los antiguos dejaron sus huellas en la madera, la piedra, los huesos, los cueros, las tablillas.
Una marca para la posteridad.
¿No es lo que pretendemos todavía?

Dios escribió sobre piedras.
Sopló al oído de los profetas.
Escribió en la arena.

Me siento inútil cuando no logro asir aquel pensamiento que me atrapó.




viernes, 31 de diciembre de 2010

¿Qué espera Dios de mí?


Una a veces se cree el centro del universo.
O por lo menos el centro de su mundo familiar, rodeada de bendiciones,  cariño, celebraciones, regalos.
Y nos acostumbramos a recibir de la mano de Dios lo que Él nos proporciona en su gran amor.

Nos embelesados en esa burbuja y a veces no atinamos a preguntar si Dios quiere algo, si le agrada alguna cosa o desea correspondencia.

¿Qué querrá Dios?
Según los teólogos, Dios se abastece a sí mismo. No necesita nada para ser lo que es. Sin embargo Él ha expresado que desea algo de nosotros:

“El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno.
         ¿Y qué es lo que demanda el SEÑOR de ti,
         sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia,
         y andar humildemente con tu Dios?”

Miqueas 6:8

Me he propuesto obedecer sus indicaciones para este año. A veces parece arduo, dificultoso y hasta inalcanzable satisfacer a un Dios santo. Podría parecer hasta presuntuosa , atribuirse un valor que no se tiene, pero ¿quién dijo que estamos solos en esa decisión?
“Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.” (Fil. 2:13)

Mi confianza está puesta en su poder, no en mis limitaciones.
Espero me sostenga hasta el fin.



miércoles, 29 de diciembre de 2010

La sangre (3)



"Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres,
para que habiten sobre toda la faz de la tierra; 
y les ha prefijado el orden de los tiempos, 
 y los límites de su habitación… "

(Apóstol Pablo)

 Cuando era pequeña a una amiga le decían "sangre azul" con un cierto tono despectivo. Le miraba las venas y ¡las tenía azules!, tal vez porque ella era de piel morena, no sé.
¿Por qué importa el color de las personas?

"Los caballeros las prefieren rubias" fue una popular película donde la espectacular Marilyn está determinada a casar a su novio millonario para poder descubrir ella misma si "los diamantes son los mejores amigos de las mujeres", vino a impulsar el mito. Y con el auspicio de Wella (tan gentiles ellos, "por algo será decía mi madre"), hoy gozamos de esa rara simbiosis de rostro moreno y pelo platinado, en un afán de aclararnos la tonalidad.
Raro.

La historia está plagada de notas al margen con infamias vergonzosas  de discriminación. Curiche era la mayor ofensa que podíamos gritar cuando éramos niños.
Todos tenemos la misma sangre ¿qué hay de distinto?
Por todas las venas corre, por todas da vida ¿hay mérito en eso?

Tal vez solo importe su pureza.
No todos pueden donarla.


(¿De qué color será la sangre de las aves azules?)


 

martes, 28 de diciembre de 2010

La sangre (2)


“No te hagas mala sangre”, me dijo, tratando de bajarle el perfil al asunto.

Algunos médicos sostienen que el rencor, el resentimiento, el reproche, la queja permanente generan cantidades de cortisol (*) en la sangre aumentando el riesgo de tener un ataque cardiovascular o peor aún, cerebral.
No te hagas mala sangre es un dicho antiguo, sabio y un buen consejo.
No sería mala idea hacer lo que el apóstol Pablo le indica a los habitantes de Éfeso, tan válido para ayer como para hoy:
 “Abandonen toda amargura, 
ira 
y enojo, 
gritos 
y calumnias, 
y toda forma de malicia. 
Más bien, sean bondadosos 
y compasivos unos con otros, 
y perdónense mutuamente, 
así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.”


*Cortisol:


¡ Se feliz!




lunes, 27 de diciembre de 2010

La sangre (1)


 Fui al Banco de sangre. A donar para un amigo.
No pude...mejor dicho no me aceptaron después de un largo test. 
Gracias a Dios no estoy enferma de nada, pero no aceptan personas con alguna operación quirúrgica.
 
Sangre...se nombra poco a pesar de su presencia en todo ámbito humano.
¿Cuál es el valor de la sangre para nosotros, habitantes del siglo XXI, modernos y tan racionales?
Para algunos la transfusión es inviable.
Para otros es dejarla correr después de cortarse las venas.

Los cristianos creemos  que es el perdón de pecados, como lo expresa el apóstol Juan: “de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con su sangre” (Apoc. 1:5)

Desde  niña escuché que comer sangre era inconveniente para la salud. Algunos lo hacen.
-Bien cocidas son ricas las prietas, se ríe mi amiga Bernarda- y agrega, tú te las pierdes.

¿Existe algún riesgo o simplemente es una indicación israelita?