lunes, 15 de mayo de 2017

Comprensión lectora.

El tiempo avanza a velocidad inusitada.
No sé cómo lo hacían nuestros antepasados cuando se leían esos mamotretos de 800 a 3.000 páginas, como el Ulises, En busca del tiempo perdido, La guerra y la paz, o los más modernos, Conversación en la Catedral y Cien años de soledad.
¿Tenían más tiempo?
¿Los días eran de 48 horas?
¿La luz era más resplandeciente o sus ojos más resistentes?
¿Trabajaban menos?
Aparte de largas lecturas, su comprensión del texto era más acabada y profunda que hoy.
Recuerdo cierto libro (no quiero nombrarlo para no prejuiciarles) , cada vez que llegaba a la página 50 me bloqueaba. Después de tres intentos me rendí a la evidencia que no pasaría de ahí, mis limitaciones son difíciles de superar.

Hace unos días conversaba con una amiga –joven lectora destacada - y me decía, “mis compañeras no comprenden lo que leen, ni siquiera los mensajes de Wathsapp, no entiendo cuál es la complicación”. Recordé aquella historia que detallara el escritor Lucas en el libro de Los Hechos:
“Felipe corrió para alcanzar el carruaje.
Cuando ya estuvo cerca, escuchó que el oficial leía el libro del profeta Isaías.
Entonces le preguntó: — ¿Entiende usted lo que está leyendo?
Y el oficial de Etiopía le respondió: — ¿Y cómo voy a entenderlo, si no hay quien me lo explique?
Dicho esto, el oficial invitó a Felipe a que subiera a su carruaje y se sentara a su lado.
En ese momento el oficial leía el pasaje que dice:
«Fue llevado al matadero, como se lleva a las ovejas para cortarles la lana. Como si fuera un cordero, él ni siquiera abrió su boca. Fue maltratado y humillado, pero nunca se quejó.
No lo trataron con justicia; no llegó a tener hijos porque le quitaron la vida.»
El oficial le preguntó a Felipe: —Dígame usted, por favor: ¿está hablando el profeta de él mismo, o de otra persona?
Entonces Felipe, partiendo de ese pasaje de Isaías, le explicó las buenas noticias acerca de Jesús. “ (Hechos 8: 30:35)

Tal vez es eso, necesitamos “alguien” que nos revele el significado de las palabras, que nos explique los porqués, el cuándo y el cómo de lo que leemos.

Leer es un acto de fe.
Necesito alguien que descorra la cortina.
Necesito la revelación de las palabras, el click, la iluminación...



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 Si eres capaz de leer estas palabras
 y explicarme el significado, 
te haré vestir con mantos púrpuras,
 propios de la realeza, 
y recibirás una cadena de oro en el cuello...

Daniel 5:16

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4 comentarios:

Susana dijo...

Leer es más que descifrar palabras. Un beso.

Silvia Parque dijo...

Yo dejé el Ulises de Joyce en la página 37. Es cierto que a veces necesitamos alguien que nos explique.

ojo humano dijo...

Susana, bien dicho.
Y es necesario comprender lo que leemos, sino es pérdida de tiempo.

ojo humano dijo...

Cierto Silvia, yo avancé un poco, fue un gran esfuerzo.
No sé si ahora que ha pasado tiempo lo intentaría... creo que no, ahora somos menos de textos largos, tal vez por eso ha tenido tanto éxito la minificción, aunque no hay semejanza.